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Túnez

La inmolación de un joven desempleado desata el caos

Mohamed Bouazizi, un informático desempleado, de 26 años, se prendió fuego después de que unos policías volcarán su carro de vendedor ambulante. Fue la chispa que acabó con cientos de protestas por todo el país. Un día después, las protestas se extienden a Argelia. Los ‘hackers’ de Anonymous se suman a la protesta y colapsan las web del Gobierno tunecino.

El descontento violento se ha extendido a Argelia.
El descontento violento se ha extendido a Argelia. ©Reuters
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09:12

Escucha el análisis de Eduard Soler, experto en temas Mediterráneo del CIDOB

Es la historia de una revuelta nacida de una chispa aislada y dramática. Casi de una protesta macabramente poética. Todo empieza el pasado 17 de diciembre, cuando una patrulla policial vuelca en Sidi Bouzid, una pequeña ciudad de Túnez, un carrito repleto de frutas y hortalizas con las que un joven trataba de ganarse el sustento y ayudar a su familia.

Ese joven era Mohamed Bouazizi, un licenciado en informática de 26 años que no consiguió trabajar desde que acabó la carrera. Los agentes le castigaron por no tener licencia de vendedor ambulante. Bouazizi respondió inmolándose a sí mismo frente a la sede del Gobierno Civil. Su muerte desató las iras de las calles de todo el país y se extienden a Argelia, el país vecino.

Aunque es el país del pequeño Magreb con la renta per cápita más alta, en Túnez hay más de medio millón de desempleados, sobre un total de 10 millones de habitantes y 3,7 millones de trabajadores. Entre quienes padecen la falta de trabajo muchos son jóvenes diplomados. "El desempleo es la chispa que ha provocado esta revuelta", explica una joven tunecina de 27 años al diario El País, "pero los manifestantes critican también al poder". "Los tunecinos están hartos de los 23 años de dictadura, corrupción y de la falta de libertad de expresión", añade.

El caso de Bouazizi incendió las calles de todo el país. Durante una manifestación en la localidad de Menzel Buzayane, a 60 kilómetros de Sidi Bouzid, Mohamed Amri -un estudiante de 25 años- murió tras recibir dos disparos en el pecho. Y otro hombre, Chawki Hidri de 43 años, resultó gravemente herido de bala y falleció pocos días después.

Este jueves los abogados de todo el país se pusieron en huelga por “el uso sin precedentes” de la fuerza para “acallar a los abogados” y "el derecho de los habitantes más necesitados de Sidi Bouzid y otras regiones al trabajo y la dignidad".

Anonymous se suma a la protesta

No sólo en las calles tunecinas se paseó la indignación y la revuelta. Túnez se convirtió en el primer país cuyas webs oficiales han quedado inoperativas después de un masivo ataque de los hackers de Anonymous, los activistas que atacaron las páginas de las empresas e instituciones que perjudicaron a Julian Assange. Es la nueva forma de trasladar a las aceras digitales, las protestas de la calle en el siglo XXI. El síndrome Wikileaks. "El pueblo de Túnez nos ha solicitado ayuda y se la hemos dado", asegura el colectivo de hackers.

Pero la protesta ya ha traspasado las fronteras del país y se han trasladado a su vecino, Algeria, el país más rico del Magreb. Otra protesta espontánea en una decena de ciudades, entre ellas Boumerdes y Orán, cientos de jóvenes se enfrentaron muy violentamente a las fuerzas del orden.

Muchos barrios de Argel fueron afectados por los disturbios el jueves en el centro y el sur de la periferia, causando el cierre de muchos comercios desde comienzos de la tarde y el centro se veía por la noche extrañamente vacío de vehículos pero repleto de jóvenes.

El barrio elegante de El Biar situado en las alturas de la ciudad fue visitado por unos cuarenta jóvenes armados con sables que atacaron muchas tiendas por la noche.

Las manifestaciones son menos masivas y más violentas, pero con un mismo fondo: las penurias económicas. Se echaron a la calle para denunciar la subida de los precios de algunos productos básicos, como el aceite y el azúcar.

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