Las mujeres de Chauen, entre tradición y modernidad
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Marruecos está considerado como uno de los países del mundo árabe en el que las mujeres tienen más derechos. Es cierto que muchas van a la universidad, e incluso hay quienes ejercen profesiones consideradas como masculinas, aviador, por ejemplo. No obstante, existen diferencias incluso en una misma ciudad. Una muestra es Chauen, una pequeña localidad del norte de ese país en la que no es lo mismo ser mujer en la ciudad que en la montaña.
“En mi aldea, con uno de mis primos, yo fabricaba tejidos…hacíamos mandiles, cobijas, manteles y textiles para decorar la casa”, explica Samira El Haouari que trabaja ahora en el Centro de Formacion de Mujeres de Chauen.
“Este trabajo me proporciona ingresos que me permiten vivir, ser independiente y participar en la economía de la sociedad”, asegura Samira.
Mohamed Hakkoun es un artista plástico y fotógrafo autodidacta, según él, en Chauen, "detrás de todo siempre hay una mujer". La mejor prueba es su casa museo que abre las puertas a todo el que quiera visitarla. Su esposa, sonriente pero muy discreta, lo deja mostrar cada pieza con orgullo.
Una gran parte de la casa está tapizada con fotos, ¿de la ciudad?. "¡No!, de mi esposa y yo", afirma.
Hakkoun, muy apreciado en la ciudad, insiste en que las mujeres árabes trabajan mucho.
Como contradecirlo cuando se ve a la hermana de Abdul, un cuadragenario que vive en el exterioir desde hace años. Su hermana maneja el restaurant familiar en la plaza de Chauen. Se le puede ver casi a cualquier hora del día.
"Las mujeres de la ciudad viven como sus congéneres en cualquier parte de Europa...bueno, en el marco de la cultura marroquí, claro", dice Abdul con prudencia.
"El problema está en las montañas porque allí pesan mucho las costumbres. Casan a las jóvenes con hombres mayores. Las chicas se deprimen y algunas hasta se suicidan", lamenta Abdul, aunque cada vez que va se percata de algunos cambios.
"En Marruecos hay leyes. Pero esas leyes están sobre un papel, hay que aplicarlas. Lo que hace falta es educar a las nuevas genernaciones", opina.
Según nuestra tejedora, Samira El Haouari, su profesión abre puertas.
“Claro que con esta profesión se puede ser independiente, lo que pasa es que muchas mujeres piensan que es muy difícil cuando nos ven trabajar, porque es una técnica en la que hay que controlar cada centímetro. Lo malo es que no existen muchos centros o asociaciones que informen a las mujeres sobre esto”, subraya Samira.
Luchar contra las tradiciones ancestrales no es algo fácil.
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