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Brasil

Brasil, la crisis vista desde Francia

La crisis político-económica que vive Brasil es seguida de cerca por los analistas y la prensa francesa. La suerte del gigante sudamericano, "aliado estratégico" de Francia, inquieta. La decisión del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) --principal partido de Brasil, de romper con la coalición gubernamental y retirar sus siete ministros ha puesto en la picota a la presidenta Dilma Rousseff. La amenza del empechement --destitución-- toma cada días más fuerza sin que se vea una salida de la crisis a corto plazo. 

REUTERS/Adriano Machado
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Guerra de movimientos

La particularidad del régimen político brasileño es que "es un régimen que obliga a montar coaliciones. Este régimen político llamado "presidencialismo de coalición" hace que los ejecutivos siempre sean minoritarios. Si la presidenta Dilma pierde el apoyo de sus aliados, de su coalición en el Congreso, no estará en medida de gobernar efectivamente el país lo que hace inviable un gobierno Dilma Rousseff", dijo a radio Francia Internacional Gaspard Estrada, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), especialista de Brasil.

Para entender la complejidad de la crisis y sus posibles desenlaces hay que tener presente que en el país existen 37 partidos políticos, que de éstos 22 están salpicados en mayor o menor medida por los escándalos de corrupción que sacuden Brasil y en parte explican el orígen de las protestas sociales. El principal partido, el PMDB, cuenta con 69 diputados, de un total de 513 que tiene el Parlamento. El partido de la presidenta Rousseff, el Partido de los Trabajadores (PT) sólo tiene 58, con lo que ni uno ni otro pueden ofrecer por sí solos una salida a la crisis. Por eso uno  y otro va a intentar convencer a las otras tres formaciones políticas con mayor número de parlamentarios, a saber el Partido Progresista (PP, 49 escaños), el Partido de la República (PR,  40) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, 31) que  juntos suman 121 votos, y que podrían inclinar definitivamente la balanza en favor o en contra de la presidenta. Allí se encuentra parte de la clave de esta guerra de movimientos que sin duda se acelerará en próximos días.

Aunque la decisión de la dirección del PMDB de romper con la coalición gubernamental para pasar a la oposición abierta a la presidenta Rousseff era esperaba desde la semana pasada, su anuncio, el martes 29, aceleró más la crisis política. Se ha entrado en una nueva etapa. "Aunque las bancadas y los partidos anuncian a nivel nacional el fin de la coalición con el gobierno, hasta en el seno del PMDB las cosas no están tan claras. Lo que hay es una disputa política diputado por diputado tanto de las personas que buscan el empechement de la presidenta como de parte del gobierno y de la figura política del ex presidente Lula. Una lucha por lograr del lado de la oposición el número mágico de los 342 votos para destituir a la presidenta, y del lado del gobierno los 172 votos que impedirían evitar el empechement, sabiendo que hay un dato esencial: que este voto de los diputados se hará de manera secreta, lo cual puede alimentar las traiciones de personas que anuncian un voto y que al final, en el secreto de las urnas, votarán a lo mejor en otro sentido", subraya Gaspard Estrada.

La presión de la calle, la acción de los jueces que investigan los escándalos de corrupción, asi como la agravación de la crisis económica tienen paralizada a la presidencia. "Cada quien, no sólo en el ejecutivo sino también en el Parlamento -pues hay muchos parlamentarios acusados de corrupción- sólo piensa cómo salvarse. El país está paralizado desde el punto de vista gubernamental, pero el problema es que la oposición no presenta ninguna alternativa", destaca por su parte Alfredo Valadao, profesor de Sciences Po de París, director de la cátedra Mercosur.

El cerco político-mediático que asecha a Rousseff y podría conducir a su salida de la presidencia ha llevado a la mandataria a declarar que la oposición, al pedir su renuncia, prepara un golpe de Estado en su contra. Miles se simpatizantes de la presidenta que manifestaron en días pasados coreaban "nao vai ter golpe" (no habrá golpe de Estado). Esas declaraciones de la presidenta molestan al vespertino Le Monde, que en su edición fechada jueves 31 de marzo, publica una editoral bajo el título "Brasil: esto no es un golpe de Estado", en el que afirma. "Después de un inicio de siglo radiante, Brasil atraviesa una crisis sin precedentes, que en otros tiempos no muy lejanos hubiera conducido a un golpe de Estado. Pero, justamente, esos tiempos se acabaron y no son más los de las dictaduras militares apoyadas tras bambalinas por la CIA. Es por eso que la retórica de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, su predecesor, Luiz Inacio da Silva, y el Partido de los Trabajadores (PT) es incómoda. Sus palabras tienen como objetivo descalificar a los manifestantes y la oposición. Son propias de dirigentes arrinconados, que rechazan reconocer sus faltas y errores"

"La destitución obedece a una lógica política en la que los diputados no pueden permanecer insensibles a la presión de la opinión pública. La calle gruñe, exasperada, por los escándalos de corrupción y por la gestion de la crisis, en tanto que los empresarios y el mundo de los negocios ven en la destitución de la presidenta la única manera de enderezar una situación económica desatroza. Las elecciones municipales aproximan y las élites políticas saben que apoyar una presidenta odiada les costaría caro en las urnas", recuerda por su parte Claire Gastionis, la corresponsal de Le Monde en Brasil. En efecto, los brasileños acudirán a las urnas el próximo mes de octubre, en unas elecciones municipales que se anuncian cruciales tanto para el PT como para la oposición.

La crisis económica gana terreno

La crisis que sacude Brasil es también económica. El gobierno anunció la semana pasada que espera una caída de 3,05% del producto interior bruto (PIB) este año, con lo que cumplirá dos años de recesión consecutiva, una situación que no se repetía desde 1930. El desempleo golpea ahora a unos 10 millones de personas, a la vez que la inflación oscila entre un 7 y un 10%. Para los empresarios y el mundo de los negocios la presidencia de Dilma Rousseff se ha convertido en un lastre para sus intereses. "La economía brasileña está maltrecha, el gobierno no tiene espacios fiscales para poder relanzar la economía", destaca Gaspard Estrada, especialista de Brasil. El proceso de empechement de la mandataria, incluso si el vice presidente, Michel Temer, podría asumir un interinato en caso que el Parlamento vote por la destitución de Rousseff, tardará varios meses. "Esta incertidumbre política tiene consecuencias en la crisis económica. La posibilidad de una elección presidencial anticipada podría ser una demanda de sectores económicos que quieren que la crisis política se resuelva para evitar el agravamiento de la crisis económica del país", concluye Estrada.

El jueves 31 los simpatizantes de la presidenta Dilma Rousseff volverán a salir a las calles . La comisión paralamentaria que debe pronunciarse sobre su destitución en principio dará su fallo el 14 de abril. En caso de un voto favorable, el voto final del Senado posiblemente se daría en octubre. la crisis está lejos de terminar

 

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