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Cumbre/Cartagena

Venezuela desenfoca la Cumbre Iberoamericana

La crítica situación de Venezuela y las dificultades del proceso de paz en Colombia, ocuparon el telón de fondo de la XXV Cumbre Iberoamericana que registró una significativa ausencia de Presidentes. Las confirmaciones, rumores y desmentidos sobre la participación en la Cumbre del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, acapararon buena parte de la agenda informativa en detrimento de la temática oficial de la reunión de Presidentes.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en la XXV Cumbre Iberoamericana. Cartagena, Colombia el 29 de octubre de 2016.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en la XXV Cumbre Iberoamericana. Cartagena, Colombia el 29 de octubre de 2016. ® REUTERS/Jaime Saldarriaga
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Primero fue el anuncio de su ausencia en la Cumbre; después, el aviso sorpresivo de que acudiría a última hora del sábado a Cartagena y, más tarde, la constatación de que nunca llegaría, aunque las expectativas mediáticas sobre una repentina aparición de Maduro se mantuvieron incluso cuando había comenzado la ceremonia de clausura.

Bastó el aviso de arribo del presidente venezolano a Cartagena para que se reactivaran los enfrentamientos entre Caracas y los países de la región que buscan presionar a Maduro para que atienda los reclamos de la oposición y respete el Estado de Derecho que, según los inconformes, está siendo violentado.

La canciller venezolana Delcy Rodríguez alegó que la ausencia de Maduro se debió a que tenía que recibir en Caracas a los enviados de El Vaticano, que participarían este domingo en la mesa de diálogo entre el Gobierno y la oposición.

El peruano Pedro Pablo Kuczynski se mostró a su llegada a la Cumbre como uno de los mandatarios más decididos a que la Organización de Estados Americanos (OEA), aplique a Venezuela la cláusula democrática que sanciona cualquier ruptura del orden democrático por parte de alguno de sus miembros, lo que podría llevar a la suspensión en este organismo del país sudamericano que sufre un cada vez más acusado aislamiento internacional.

“No hay ningún afán en intervenir en otros países, ni existe afán ideológico, pero sí queremos que los países iberoamericanos progresen y no retrocedan”, señaló Kuczynski al expresar en Cartagena su preocupación por lo que calificó de tremenda crisis económica, de derechos políticos y humanos en Venezuela.

Sin embargo, los Presidentes iberoamericanos consideraron que la Cumbre no era el foro adecuado para abordar esta problemática y optaron por no pronunciarse sobre el alcance de la crisis venezolana en momentos en los que el Gobierno de Maduro y la oposición buscan acercar posiciones con la mediación de El Vaticano.

La Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno arrojó un balance desigual, ya que si bien presentó avances para la integración regional, registró de nuevo una baja participación debido a la ausencia de prácticamente la mitad de los mandatarios.

Además de Maduro, faltaron a la cita presidencial el brasileño Michel Temer, el argentino Mauricio Macri, el cubano Raúl Castro y el boliviano Evo Morales, entre otros.

Las ausencias de Brasil y Venezuela estarían justificadas por los conflictos políticos, institucionales y sociales que atraviesan ambos países y que restringen el margen de maniobra de los Presidentes en cuanto a desplazamientos internacionales se refiere.

Pero el resto de las ausencias sirve para constatar una vez más que existe un marcado desinterés por la temática de la Cumbre y que los mandatarios suelen valorar las citas iberoamericanas en función de la relevancia de sus respectivas agendas nacionales.

La reunión sigue teniendo un formato excesivamente protocolario y sus resultados apenas calan en una ciudadanía aquejada por la crisis económica y social, que desconfía en la capacidad de los políticos para resolver sus urgencias cotidianas en una región que no logra alcanzar índices de desarrollo mínimamente satisfactorios para la mayoría de la población, según resaltan los analistas.

A la luz de lo sucedido en Cartagena, parece evidente que la comunidad iberoamericana está todavía lejos de consolidarse, ya que los intereses políticos y el pragmatismo económico se encargan de desmejorar esta cita presidencial que por primera vez presentaba un formato bienal, con el que se buscaba despertar el interés de los convocados.

Junto a la situación venezolana que se ha ido agravando en las últimas semanas con Maduro en la cuerda floja, el proceso de paz en Colombia fue el otro frente caliente que captó la atención de los mandatarios que, de manera unánime, respaldaron y se solidarizaron en un comunicado con los esfuerzos del presidente Juan Manuel Santos por pacificar el país mediante las negociaciones con la guerrilla de las FARC.

A pesar del apoyo recibido en la Cumbre, el acuerdo de paz que fracasó en las urnas al ser rechazado de manera ajustada por una mayoría de colombianos, hizo que el presidente Santos, flamante Premio Nobel de la Paz, no brillará en esta cita de Cartagena con la intensidad que se preveía antes del frustrado plebiscito del pasado 2 de octubre.

Ciertamente, más allá del déficit de participación presidencial que rozó el 50 por ciento, la reunión de Cartagena aportó avances en materia de emprendimiento, educación e integración juvenil, que conformaban la temática oficial, además de las declaraciones paralelas que sistemáticamente se aprueban en las Cumbres.

La necesidad de que Argentina y Reino Unido negocien a la mayor brevedad posible una salida a la disputa de la soberanía por las Islas Malvinas en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas, y la solicitud de acabar con el bloqueo económico y comercial que Estados Unidos mantiene sobre Cuba, fueron inquietudes recogidas en algunos de los comunicados especiales de la Cumbre Iberoamericana.

Entre los acuerdos aprobados en Cartagena se encuentra el Pacto Iberoamericano de Juventud, que establece el compromiso de los gobiernos iberoamericanos con la implementación de políticas, programas, proyectos e iniciativas que garanticen el desarrollo integral y los derechos de los más de 160 millones de jóvenes que viven en los 21 países de la comunidad.

Los mandatarios subrayaron su deseo de empoderar a los jóvenes para incorporarlos a un mercado laboral marcado por la gran presencia de las tecnologías.

Los presidentes también reconocieron el papel del emprendimiento como generador de empleo y uno de los ejes dinamizadores del crecimiento económico, a través de la incorporación de actividades productivas basadas en nuevos conocimientos.

Los asistentes a la reunión de Cartagena se comprometieron asimismo a impulsar y consolidar la movilidad en la zona iberoamericana de estudiantes, profesores e investigadores, mitigando el impacto negativo de la fuga de cerebros.

"Incrementar significativamente y de manera sostenida la inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación", e intensificar la cooperación Iberoamericana en estas materias para complementar las capacidades en infraestructura, equipamiento y recursos humanos, fue otro de los compromisos presidenciales.

Tras la cita de Cartagena, y a pesar de los acuerdos y la escenificación del diálogo multilateral, las dudas sobre el futuro de la comunidad iberoamericana siguen vigentes: ¿cómo se puede captar la atención de los Presidentes más allá de la coyuntura, las rencillas personales y el escaso atractivo financiero y económico de las Cumbres?

Esta es la pregunta a la que intentan dar respuesta los gestores de las citas iberoamericanas al máximo nivel, las cuales siguen mostrando síntomas de debilidad a pesar de los continuos intentos por revitalizarlas.

La Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, que como promotora de las Cumbres se ha distinguido por una gestión tan activa como entusiasta, no consiguió que Cartagena se convirtiera en el motor de uno de los principales objetivos de su dependencia, que es el de convertir al colectivo iberoamericano en una auténtica comunidad de naciones, a fin de dejar definitivamente atrás la fase de cumbres y conferencias.

Las disputas ideológicas, los conflictos locales y el pragmatismo económico de los integrantes de un colectivo con problemas de liquidez, siguen influyendo en el ánimo de los mandatarios latinoamericanos que parecen considerar a la Cumbre Iberoamericana como un asunto de segundo orden, al que deciden asistir en función de las prioridades de su agenda.

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