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Enfoque Internacional

En Venezuela, ¿cómo se vive a diario cuando todo falta?

Primera modificación:

En Venezuela han colapsado los servicios públicos. El país con el internet más lento del continente ha estado marcado en 2018 por la falta de agua potable y de gas doméstico, y el exceso de apagones. Un cóctel que ha modificado las rutinas de la sociedad, sin importar las clases sociales.

Los venezolanos manifiestan regularmente por la falta de servicios y de productos básicos del hogar.
Los venezolanos manifiestan regularmente por la falta de servicios y de productos básicos del hogar. REUTERS/Ivan Alvarado
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Por nuestro corresponsal en Caracas, Victor Amaya

"¿Qué se sentirá tener agua, luz e internet al mismo tiempo?": esto fue lo que pregunto en Twitter una usuaria venezolana.  Pero en la Venezuela de 2018, es difícil saber si esta pregunta se formula o no con jocosidad. 

Venezolanos cuentan a RFI llevar días sin agua o tener que hacer filas interminables para comprar bombonas de gas. "También se nos va la luz hasta diez horas al día", afirma una mujer de la capital. Otra agrega: "Solo ponen el agua mediahora cada día."

En Caracas la escasez se ha hecho cotidiana, pero la ausencia de servicios

básicos ha hecho que las calles vuelvan a ser protagonistas. Vecinos se organizan casi a diario para protestar en demanda del servicio hídrico, incluso acercándose a la sede de hidrocapital, la empresa proveedora del Estado.

En el primer trimestre del año se vivieron 93% más protestas que en el mismo período de 2017. Marco Ponce, del Observatorio Venezolano de Conflictividad, explica que "la mayoría de las manifestaciones en el país han tenido lugar para exigir derechos sociales y sobre todo los servicios básicos".

La característica fundamental de estos movimientos: la espontaneidad y el protagonismo de las comunidades, "sin ningún tipo de conducción política", resalta Ponce.

El expresidente de Hidrocapital, José María de Viana, explica que no hay suficiente agua para todos porque "ha habido un profundo deterioro de los sistemas debido principalmente a su manejo poco profesional, en todos los rincones del país. Caracas está recibiendo cerca de 5.000 litros menos de lo que recibía en el año 1999."

Si falla el agua, también es posible que se vaya la electricidad. Desde hace una década, los apagones son habituales en el interior de Venezuela, pero en 2018 también se han vuelto frecuentes en la capital, que se decía estaba "blindada".

Winston Cabas, presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica,

detalla que "la crisis del sistema eléctrico es estructural y no conyunctural. De los 32.000 megavatios instalados actualmente, tenemos disponibles cerca de 14.000. Hay un desbalance."

El exministro de energía eléctrica Víctor Poleo sospecha que hay más que problemas técnicos: "está la intencionalidad en destruir, porque un país sin electricidad se desmoviliza políticamente". 

Mientras tanto, los ciudadanos también sobreviven a la hiperinflación, aún con aumentos salariales continuos ordenados por el presidente Nicolás Maduro. Los sueldos no alcanzan, dicen los venezolanos. 

La falta de efectivo ha complicado las transacciones, especialmente en sectores como el transporte público donde, además, cada vez hay menos unidades y los tiempos de espera se multiplican. Los conductores afirman trabajar con lo mínimo, y mantener rodando los autobuses a pesar de que no estén en óptimas condiciones.

Carmen Merchán, de Caracas, resume cómo es vivir en Venezuela en 2018, y de cara a una elección presidencial: "en este país no se consigue nada, ni comida ni medicina. Estamos desabastecidos de todo."
 

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