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Corea del Norte

EEUU – Corea del Norte: 70 años de botones nucleares

No es la primera vez que los Estados Unidos y el régimen norcoreano firman un compromiso bilateral de desnuclearización. En siete décadas de tires y aflojes bélicos, los dos países han rozado de muy cerca una guerra nuclear abierta. Esta es una breve historia de sus relaciones diplomáticas.

Donald Trump y Kim Jong Un celebraron una cumbre histórica que desembocó en un acuerdo en el que Corea del Norte prometió una "desnuclearización completa" pero que deja muchas preguntas sin respuesta.
Donald Trump y Kim Jong Un celebraron una cumbre histórica que desembocó en un acuerdo en el que Corea del Norte prometió una "desnuclearización completa" pero que deja muchas preguntas sin respuesta. Reuters
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Tras la histórica cumbre entre Donald Trump y el dirigente norcoreano Kim Jong Un y la firma de un documento conjunto, un periodista le preguntó al presidente estadounidense: “¿Por qué esta declaración será diferente de otros acuerdos con Estados Unidos?” “Porque nuestro país tiene un presidente diferente”, contestó quien hace sólo unos meses prometía responder a las amenazas norcoreanas con “fuego y furia”.  

A qué punto será cierto esto no se sabe aún, pero la potencia norteamericana y el régimen norcoreano han recorrido un camino sembrado de acuerdos rotos, de amenazas bélicas y de botones nucleares.

En 1950, los Estados Unidos apoyaron militarmente a Corea del Sur, tras ser invadida por su vecino del norte, a su vez respaldado por la Unión Soviética y China.

En un contexto de Guerra Fría mundial, la guerra de Corea, en la que combatieron junto a Estados Unidos países alineados como Colombia, Etiopía o Tailandia, estuvo a punto de tener el mismo desenlace que Hiroshima y Nagasaki cinco años antes: el general McArthur solicitó al presidente Truman el uso de armas nucleares en varios blancos en Corea del Norte y en China. Un pedido rechazado.

Tras la guerra de Corea, que dejó un millón y medio de muertos del lado norcoreano y casi 500.000 del lado surcoreano y estadounidense, varios

incidentes pusieron en peligro la seguridad de la región y del mundo. El armisticio de 1953 no permitió que se firmara un acuerdo de paz duradero, por lo cual técnicamente Seúl y Pyongyang siguen en estado de guerra.

En 1968, Corea del Norte interceptó cerca de sus costas un “navío espía” con 83 estadounidenses a bordo que no fueron liberados sino un año después. En 1978, ocurrió en la ciudad fronteriza de Panjunmon, lo que se llamó el “incidente del hacha”: dos oficiales norteamericanos fueron asesinados por soldados del régimen mientras talaban un árbol cerca de un puesto de control en la Zona Desmilitarizada. Los guardias norcoreanos afirmaron que el álamo en cuestión había sido sembrado por el propio Kim Il Sung, fundador del régimen y abuelo del actual dirigente.

Esfuerzos de desnuclearización

Pero fue el fin de la Guerra Fría que realmente inauguró una nueva era en las relaciones entre Washington y Pyongyang. En el verano de 1994, falleció Kim Il Sung y le sucedió su hijo Kim Jong Il. En junio, el entonces ex presidente Jimmy Carter hizo una primera visita estadounidense a Corea del Norte y en octubre firmó con el nuevo mandatario un acuerdo bilateral de desarmamiento nuclear, a cambio del desarrollo de reactores civiles.

Una década después, servicios de inteligencia de Washington afirmaron que Corea del Norte no cumplió con su parte del trato y siguió desarrollando un programa de enriquecimiento nuclear ilícito. Los años 2000 y el mandato de Bush se convierten en una lucha de los Estados Unidos contra el “eje del mal”, que incluyó a Corea del Norte.

No fue sino hasta 2007 que los Estados Unidos buscaron negociar con Pyongyang de manera multilateral, invitando a Corea del Sur, China, Rusia y Japón. Un año después, Corea del Norte fue retirada de la lista negra estadounidense de “Estados patrocinadores del terrorismo internacional”, en la que estaba inscrita desde 1988.

Cuando llegó la era Trump, el presidente estadounidense pareció personificar las siete décadas de vaivén entre hostilidad y acercamiento. En julio de 2017, Kim

Jong Un, en el poder desde 2012, realizó una prueba de misil intercontinental que puso a su alcance a Estados Unidos. Donald Trump reaccionó por Twitter evocando una respuesta feroz del arsenal militar estadounidense y amenazó ante la ONU con destruir a Corea del Norte. Una escalada de hostilidades que fue apaciguada en febrero de 2018 por los Juegos Olímpicos en Corea del Sur.

La cumbre intercoreana de marzo abrió entonces una nueva puerta de negociaciones con los representantes del gobierno de Estados Unidos. Pocas semanas antes de la reunión en Singapur, Trump dejó flotar dudas sobre el fracaso de las negociaciones previas al encuentro, mientras que el mundo entero aguantaba la respiración.

Oficiales norteamericanos han expresado firmeza en cuanto a la posición de Estados Unidos: no habrá reunión y menos acuerdo si Pyongyang no se compromete a desnuclearizarse de manera "verificable e irreversible". Una mención que no mantuvo el documento firmado este martes.

Por más “diferente” que sea Donald Trump de sus predecesores, esta cumbre parece indicar que mantiene el mismo enfoque: estrechar manos con el régimen y cruzar los dedos.

 

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