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Noticias de América

Las futbolistas argentinas se rebelan contra el machismo

Primera modificación:

En el país de Maradona y Messi, sólo los hombres pueden jugar al fútbol profesionalmente, mientras que el fútbol femenino es todavía considerado como un deporte amateur. Una situación intolerable, según muchas deportistas, que reclaman poder vivir de su pasión.Un reportaje de nuestra corresponsal en Buenos Aires, Aude Villiers-Moriamé.

Las mujeres argentinas no pueden dedicarse de lleno al fútbol por no recibir sueldos.
Las mujeres argentinas no pueden dedicarse de lleno al fútbol por no recibir sueldos. Facebook/SelecciónArgentinadeFútbolFemenino
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La selección nacional de Argentina estará compitiendo en el Mundial de Fútbol Femenino 2019 que se juega en Francia en junio y julio. Sin embargo, en el país sudamericano, el fútbol femenino todavía se considera un deporte amateur.

Macarena Sánchez, de 27 años, se ha convertido en la cara de la lucha por la profesionalización del fútbol femenino. Ella fue desvinculada en enero de su club UAI Urquiza, uno de los mejores del país, donde jugaba desde hacía siete años.

Denuncia ante la federación de fútbol

No recibió muchas explicaciones, aún menos una indemnización. Por esa razón, la jugadora decidió denunciar a su club y a la federación argentina de fútbol: “Es la primera vez que una mujer hace una denuncia de esta magnitud ante una federación, y tengo la esperanza de que sea un punto de inflexión y que se cambien las cosas. Es una batalla que estamos dando todas”, explica Macarena.

Macarena critica la hipocresía de los clubes femeninos que no dan contratos a sus jugadoras y proponen, en su lugar, algunos empleos administrativos, una forma oculta de remunerarlas y así permitirles seguir jugando.

La futbolista espera que su denuncia instale un precedente, ya que, si la justicia le diera la razón y condenara al club a pagarle una indemnización, esto podría abrir el camino a la profesionalización del fútbol femenino.

“El apoyo que recibí superó las expectativas. Sabíamos que iba a tener impacto, pero no pensé que iba a tener esa magnitud. Obviamente tenés el lado malo que es recibir amenazas, lo tomo como algo a lo que, lamentablemente, las mujeres estamos acostumbradas cuando nos plantamos ante el estatus quo”, prosigue Macarena.

Despedida en el medio de la temporada, hoy Macarena no puede unirse a otro club y arriesga pasar seis meses sin poder jugar.

Un gran potencial que no puede desarrollarse

En el club Atlanta, el equipo femenino, que forma parte de la primera división, debe entrenarse casi en una total oscuridad, porque el club no les da permiso para practicar en la cancha principal.

Flavia Calucci, la capitana del equipo, tiene como sus compañeras un trabajo a tiempo completo que sólo le permite entrenar a la noche: “Desde que tengo memoria, estoy pateando una pelota. Mis viejos me dijeron ‘aprendiste a caminar y enseguida agarraste la pelota’. Cuando era chica, era más complicado porque los clubes de barrio no eran para las nenas, en mi casa mismo me dijeron ‘ya sos una señorita, así que el fútbol hay que dejarlo de lado’, y después tuve que romper los mandatos familiares para poder dedicarme a lo que me gusta. Me gustaría poder vivir del fútbol pero por ahora hay que dedicarse al fútbol como hobby”, cuenta Flavia.

Las futbolistas de Atlanta entrenan tres veces por semana, de 8 a 10 de la noche. Estas condiciones no les permiten mejorar rápidamente, según Juan Ignacio Granda, entrenador del equipo femenino: “Hay muchas chicas con un potencial muy grande, pero nunca lo llegan a desarrollar al máximo porque no pueden dedicarse de lleno a la actividad. En un momento la jugadora ve que no tiene muchas alternativas de vivir del fútbol. Ahí es cuando empieza a priorizar el estudio o el trabajo, cuando en realidad el jugador de fútbol profesional se dedica de lleno a esto. Es injusto, es bastante desigual”, lamenta el técnico.

Desde las tribunas, Melina Kaler alienta a las chicas del equipo. A esta periodista, que trabaja como comentadora de fútbol masculino para el club Atlanta, le costó bastante imponerse en este universo, al que califica de muy machista: “Cuando empecé estos torneos, los primeros comentarios que le hacían a mis compañeros era ‘no, de verdad, va a empezar a comentar una mujer’, y al principio de las transmisiones dejaban comentarios en la web, tratándome de feminazi... Pero yo seguí, no me importó, estos años considero que fueron fundamentales para que en un mundo tan machista como es el fútbol, empecemos por lo menos a asomar un poquito la cabeza y decir ‘ey, acá estamos, mírennos’”.

Melina estima que las cosas están cambiando, y que por fin se escucha y se ve un poco más a las mujeres. Para Ángela Lerena, periodista deportiva muy reconocida, esta concientización se debe a una razón en particular: “Creo que la ola feminista que hay en Argentina en los últimos años tiene mucho que ver con este cambio en el deporte argentino. Las mujeres nos hemos encontrado entre nosotras, hemos visto que somos un montón que amamos el deporte, lo practicamos o lo seguimos, y estamos luchando para lograr reconocimiento para las mujeres futbolistas, para lograr espacios más integrados para las mujeres, y para básicamente ganar visibilidad y también ganar derechos en el deporte”.

En septiembre del año pasado, por primera vez en la historia argentina, una mujer fue nombrada presidenta de un club de fútbol masculino de primera división.

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