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Grandes Reportajes de RFI

Frente a su peor crisis, el vino argentino sigue viendo la copa medio llena

Primera modificación:

Los argentinos se están alejando de su vino. En 2018, consumieron 18 litros en promedio por habitante, cuando solían ser 30 litros hace 10 años. Una de las razones que explican este desapego es la grave crisis económica que golpea al país.

El vino argentino a perdido casi la mitad de su consumo en solo 10 años.
El vino argentino a perdido casi la mitad de su consumo en solo 10 años. Flickr CC / Fabio Ingrosso
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Un reportaje de nuestra corresponsal en Buenos Aires, Aude Villiers

En Agrelo, a unos 30 kilómetros al sur de Mendoza,  Andrea Marchiori y su esposo Luis Barraud cultivan distintos varietales, incluyendo malbec, el cepaje más emblemático de Argentina. Ambos enólogos reconocidos, fundaron a fines de los noventa Viña Cobos, una bodega muy grande que luego vendieron para lanzar un proyecto más chico en el 2016. “Vemos una caída en la demanda muy importante. Hemos perdido rentabilidad y cada vez los márgenes se achican más. ¿Tiene sentido seguir trabajando? A veces me pregunto, es muy difícil”, dice Andrea Marchiori.

La palabra “preocupación” se escucha por todos lados en Mendoza, la provincia que produce la mayor parte del vino argentino. En 2018, las ventas de vino en el país cayeron un 7% y nada indica que se puedan recuperar mucho este año. Es una realidad: los argentinos no están tomando tanto vino como solían hacerlo.

Sergio Villanueva, presidente del Fondo vitivinícola, el organismo que promueve el consumo del vino en Argentina, afirma que hay dos razones. “Una tendencial: los residentes del campo actúan como los de la ciudad que no almuerza en su casa. La otra variable es el precio en aumento”, explica.

Argentina atraviesa una crisis económica y financiera muy grave desde el año pasado. En 2018, el peso, la moneda local, perdió la mitad de su valor frente al dólar y el país entró en recesión.

Todos los sectores están afectados, y el vino no es la excepción. La inflación, que llegó casi al 50% el año pasado, repercutió en los costos de producción y, luego, en el precio de las botellas. Que caiga el consumo interno de vino tiene consecuencias graves para la industria, ya que el 75% de la producción está destinada al mercado local.

Otras bebidas de moda

Esta crisis del vino podría beneficiar a otras bebidas. Hoy en día, al caminar un poco por el centro de Mendoza, uno puede sorprenderse al ver que las calles están repletas de cervecerías. En la ciudad, casi son más numerosas que las vinotecas y los bares de vino. El consumo de cerveza está conociendo un boom nunca visto antes en el país. Muchos jóvenes siguen la moda de la cerveza artesanal.

Algunas empresas ya intentaron adaptar sus productos a un público más joven. Nieto Senetiner, una de las bodegas más grandes de Argentina, sacó una nueva línea llamada “Fran”, con tapa rosca, buscando justamente salir de esta imagen elitista del vino.

En Maipú, a unos 10 kilómetros de Mendoza, una zona donde se concentran muchas bodegas, la familia Perulán ha instalado una pancarta en la cual se puede leer “venta de damajuanas”. “Son botellas de 4,75 litros. Tenemos entonces un vino de buena calidad en un solo envase con menor costo. Era una solución ante un mercado tan quieto”, cuenta Natalia Perulán.

Para enfrentar la crisis, la familia Perulán también están contemplando abrir su bodega al turismo, que está creciendo fuertemente en la región. Gracias a la devaluación del peso, los extranjeros poseen un mayor poder adquisitivo en Argentina.

Competencia chilena

En la carrera por la conquista del mercado internacional, el vino argentino padece un cierto atraso en comparación con otros países. Del otro lado de la cordillera de los Andes, Chile exporta el 90 % de su vino. El país, que empezó mucho más temprano a exportar, también se beneficia de varios acuerdos de libre comercio con países de gran importancia estratégica, como China.

Pero para el enólogo Daniel Pi, a largo plazo, el vino argentino tiene todas las razones para imponerse en el mercado internacional. “El vino chileno y el argentino tiene características diferentes porque ellos tienen más influencia del Pacífico. Los vinos nuestros tienen mucha aceptación en muchos mercados, sobre todo el malbec”, explica.

A pesar de las dificultades, muchos productores y representantes del sector siguen invirtiendo y apostando por la calidad de su vino. Por un lado, esperan conquistar nuevos mercados internacionales y, por el otro, confían en poder volver a seducir a los argentinos que se hayan alejado de su bebida nacional.

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