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Enfoque Internacional

De viaje por Corea del Norte, la dictadura más hermética del mundo

Primera modificación:

Daniel Méndez, corresponsal de Radio Francia Internacional en China, estuvo de paseo cuatro días en el país más cerrado del mundo, Corea del Norte, al que logró entrar como turista en un viaje organizado. En este espacio, nos cuenta lo que pudo ver –a pesar de una libertad de movimiento limitada– del día a día de los norcoreanos, de la situación económica en la que se encuentran y del funcionamiento del régimen de Pyongyang.

Mucha gente se desplaza en bicicleta en Pyongyang, la capital norcoreana.
Mucha gente se desplaza en bicicleta en Pyongyang, la capital norcoreana. © Jean Conor
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Hace sólo unas horas que has salido de una visita organizada a Corea del Norte pero antes de que nos cuentes lo que has vivido estos cuatro días en el país más cerrado del mundo, ¿por qué no nos cuentas como conseguiste entrar en el país?

Entrar en el país para un periodista es complicado, hay que hacerlo con visitas organizadas, que además suelen ser bastante caras. En mi caso lo que hice fue entrar con un visado de turista, con turistas chinos. El turismo está creciendo bastante en Corea el Norte en los últimos años. Es en realidad más fácil de lo que parece si sólo quieres ir como turista y la verdad es que toma poco tiempo, con un grupo organizado por una agencia china, además los chinos son los que más viajan a Corea del Norte. Así que sencillamente es un trayecto en tren desde Dandong en la frontera de China, que es ahora mismo donde me encuentro, a tan solo unos cientos de metros de Corea del Norte pudimos pasar hasta Pyongyang.  
 
O sea que fue un viaje turístico, como turista y no como periodista... Hablemos ahora de lo que viste porque uno desde afuera se imagina un país detenido en el tiempo, ¿cómo es el día a día de los norcoreanos?

Sin duda alguna, esa es la impresión que uno tiene nada más cruzar la frontera es que está volviendo a 30 o 40 años atrás. Los vehículos, los autobuses, las infraestructuras, también toda la propaganda comunista a los líderes del país. Es como entrar en una máquina del tiempo. Lo que yo he podido ver yo por ejemplo en el campo ves a mucha gente lavándose en los ríos ahora que hace calor en verano, mucha gente lavando la ropa en el río. También mucha gente trabajando en el campo prácticamente desde la frontera china hasta Pyongyang había muchas cosechas de arroz y de maíz. En las ciudades, como en la capital, la gente viste de una manera que recuerda a la Europa del Este de los tiempos soviéticos, de forma muy somera y muy parecida, muy igual. Se ven muchos problemas a la hora de tomar autobuses, mucha gente caminando, muchas bicicletas.
 
Todos los que han entrado en Corea del Norte cuentan que sólo se ve lo que el régimen quiere mostrar, ¿esa es la impresión que tienes tú también después de estos cuatro días en el país?

Sí, claro. Ten en cuenta que si los propios norcoreanos tienen problemas para moverse libremente por su país, te puedes imaginar que un grupo de turistas chinos, como con los que yo viajaba, pues tienen muchísimos más problemas. Te llevan evidentemente a los sitios más bonitos, entonces tienes que tener en cuenta que te están enseñando lo que más les gusta. Nosotros por ejemplo en el hotel por la noche cuando llegábamos sobre las siete o las ocho de la tarde ya no podíamos volver a salir. El hotel está en una isla, es un gran hotel al que vamos casi todos los extranjeros y no tienes libertad alguna de movimientos, evidentemente lo que ves ahí está muy limitado y es efectivamente la versión oficial del régimen en la que ves lo mejor, sobre todo en Pyongyang que es una ciudad mucho más desarrollada de lo que uno podía pensar, al menos a simple vista.  

Y entonces, teniendo en cuenta eso, ¿qué nos puedes contar de la situación económica del país? ¿Qué pudiste ver tú?

Desde el punto de vista económico se ve un país muy pobre, con infraestructuras bastante antiguas, una economía muy planificada, incluso los turistas chinos con los que viajaba estaban muy sorprendidos porque no veían ninguna tienda. Les recordaba un poco a la época de Mao Tse Tung, especialmente a la revolución cultural, y decían que entonces se podía ver más iniciativa privada de la que se ve hoy en Corea del Norte. Sin duda es una economía muy anticuada y muy subdesarrollada. Muchos turistas chinos me comentaban lo bajitos y lo escuálidos que estaban los norcoreanos. Pero al mismo tiempo a mí, desde el punto de vista económico, la situación me ha parecido un poquito más sostenible que lo que uno podía pensar a simple vista. No se ven favelas, ni se ven construcciones a punto de derrumbarse, ni se ven a niños pidiendo por la calle. Las infraestructuras que se ven son muy antiguas y muy humildes y modestas pero se ven grandes puentes y túneles, muchas viviendas, relativamente altas. A mí me llamó la atención que se veían bastantes coches nuevos, yo esperaba no ver coches en Pyongyang y fue una sorpresa.

Y en cuanto a la situación política,  ¿Qué es lo que un turista 'bajo vigilancia' puede ver del funcionamiento del régimen norcoreano?

Lo que más me llamó la atención que pude ver que además coincidió con el 27 de julio que fue el día que se firmó el armisticio de la guerra de Corea, entonces había mucha movilización de masas que una vez más recuerda a las épocas estalinistas o maoístas. Desde primeras horas de la mañana se veían a muchos niños llevando flores para rendir homenaje a los Kim, los líderes de Corea del Norte, que está por todas partes. Se ve una campaña de propaganda y adoctrinamiento que a pesar de haber leído mucho sobre ello cuando uno está allí y lo ve con sus propios ojos sorprende e incluso da un poquito de miedo.

El régimen es conocido por controlar y filtrar todo lo que sale del país, en especial las imágenes, ¿Pudiste por ejemplo filmar o fotografiar sin problemas?
 
Por los sitios más o menos establecidos se puede grabar, sacar fotografías. Hasta hace poco no te dejaban entrar con teléfonos móviles y ahora sí se puede. En principio se puede grabar libremente allí donde te llevan. Pero sí que es cierto que en ocasiones sientes cierta tensión con los guías porque no te dejan desviarte ni un poquito. A mí en una ocasión, me desvié tres metros del recorrido, saqué una foto a un lugar que no tenía nada de especial pero luego me obligaron a borrar las fotos. Eran dos fotografías muy sencillas de tres o cuatro personas a la sombra en una calle de polvo que estaba muy cerca de una de las antiguas universidades que hoy se museo que estábamos visitando. No era nada conflictivo, yo creo que hay una paranoia por parte del régimen por mostrar una imagen positiva del país y lo más mínimo que se salga de ese guión te lo hacen borrar.

 

 

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