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Tailandia

Las autoridades buscan a un sospechoso

El último balance del sangriento atentado de Bangkok es de 22 muertos, incluyendo a 9 extranjeros, además de 123 heridos. Las autoridades dudan de la implicación de los rebeldes musulmanes y anuncian la identificación de una persona, señalada como posible responsable del ataque.

En el teatro de los acontecimientos, en Bangkok, agentes policiales recolectan indicios.
En el teatro de los acontecimientos, en Bangkok, agentes policiales recolectan indicios. REUTERS/Kerek Wongsa
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Pese a que el modo operatorio de los terroristas no se asemeja al usualmente empleado por los separatistas musulmanes del sur de Tailandia, el gobierno militar no solo no descarta la participación en el atentado de los opositores a los militares sino que también trabaja con diferentes hipótesis.

Las cámaras de vigilancia del sector donde ocurrió la explosión registraron la presencia de un sospechoso cerca del lugar, aseguró el primer ministro Prayuth Chan-ocha, quien declaró que había ordenado la verificación de las imágenes porque “no está claro de quien se trata”. Añadió que este acto no tiene precedentes en Tailandia, subrayando que “aún existen grupos antigubernamentales”.

Entre las víctimas extranjeras se cuentan cuatro ciudadanos chinos, que sucumbieron en el ataque contra un santuario religioso muy visitado por los turistas. Asímismo, 2 malasios, un indonesio, un filipino y una persona originaria de Singapur.

De momento, no ha habido reivindicación. Agentes policiales continúan analizando a fondo el lugar del acontecimiento, en busca de indicios en medio de los destrozos y charcos de sangre.

El jefe de la policía, Somyot Pumpanmuang, indicó que entre las explicaciones estudiadas por las autoridades se encuentran los problemas de política interior y el conflicto con la etnia uigur, cuyos miembros presentes en Tailandia fueron deportados  "en dirección de China”.

En efecto, en julio el gobierno expulsó a 109 personas de esta minoría musulmana china. Miles de ellos abandonaron la región del Xinjiang, en el oeste de China, huyendo los desórdenes que agitan la zona y las persecuciones de las que se dicen objeto. De idioma turco y religión musulmana, muchos  intentan viajar hacia Turquía vía el sudeste asiático.

Objetivo, la destrucción del turismo

Todavía las autoridades no han lanzado acusaciones directas contra alguien – o una organización - en particular.

El jefe del ejército, general Udomdej Sitabutr, no ha vinculado el atentado con la rebelión separatista musulmana. Argumenta que el atentado no tiene semejanzas con « los incidentes que tienen lugar en el sur de Tailandia. El tipo de bomba utilizado tampoco corresponde a los sucesos del sur”.

La bomba fue colocada en el interior del templo de Erawan, situado en un lugar muy frecuentado de la capital tailandesa, en pleno centro. Este santuario, cercano a hoteles de lujo, centros comerciales, oficinas y un hospital, era una de las atracciones turísticas más relevantes de Bangkok, en especial para los visitantes provenientes del este asiático, sobre todo chinos. Numerosos creyentes tailandeses también lo frecuentaban para cumplir con ritos religiosos.

De allí que el ministro de la Defensa, Prawit Wongsuwan, haya afirmado que “los autores (del atentado) tenían intenciones de destruir nuestra economía y el turismo porque el incidente se produjo en el corazón del barrio turístico” de la capital.

El turismo es uno de los pocos sectores que en este momento registra cifras positivas en el país, que continúa sufriendo las consecuencias –económicas, entre otras – del golpe de estado del ejército en mayo de 2014. Representa aproximadamente 10 % de la actividad y las autoridades contaban con un aumento de los visitantes, después del descenso del turismo el año pasado a causa de la agitación política.
 

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