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Enfoque Internacional

Mao, 40 años después de su muerte, ¿héroe o villano?

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Mao Tse Tung, líder de la Revolución china, falleció el 9 de septiembre de 1976. El llamado “Gran Timonel” marcó la historia de su país y la de gran parte del siglo XX. Considerado gran dirigente y estratega por unos, criminal y dictador por otros, Mao implica una herencia sobre la que pueden hacerse distintas lecturas.

Una artista china presenta figuras de papel de Mao que creó para el 95° aniversario de la creación del Partido Comunista de China, el 30 de junio de 2016 en Handan, provincia de Hebei.
Una artista china presenta figuras de papel de Mao que creó para el 95° aniversario de la creación del Partido Comunista de China, el 30 de junio de 2016 en Handan, provincia de Hebei. Reuters
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Mao se convirtió en el primer presidente de la República Popular de China a la victoria de la Revolución en octubre de 1949. Cuarenta años después de su muerte, su presencia acompaña a diario a los cientos de millones de habitantes de ese país pues su rostro está grabado en el yuan, la moneda local, y su figura aparece recurrentemente en diversas ciudades, sea en carteles o en estatuas.

En 1953, de acuerdo con el primer censo de población realizado bajo el régimen comunista, el país contaba con 580 millones de habitantes. En 1976 sumaban casi 932 millones, y cuatro décadas después supera los 1.300 millones de habitantes.

Entre las experiencias más desastrosas del maoísmo se puede evocar el llamado "Gran Salto Adelante" de 1958, cuyo objetivo era asegurar la independencia económica del país. Para ello Mao y la dirigencia comunista aprobaron una colectivización forzada de la tierra, la creación de las llamadas comunas populares y el reagrupamiento de los campesinos... En 1962, cuando el proyecto fue abandonado, los muertos se estimaban entre 20 y 30 millones, y fue necesario esperar hasta 1965 para alcanzar el nivel de la producción agrícola de 1957. Nunca hubo una verdadera autocrítica de ese fracaso.

Tras la muerte de Mao, la dirigencia china conducida por Deng Xiaoping, impulsó diversas reformas sin llegar a romper con el legado maoísta. Deng Xiaoping comenzó a liberar las fuerzas de la nación que desembocaron, poco más de una década después, en la represión de la Plaza de Tienanmen (junio de 1989).

La figura de Mao es esencial para comprender la China de hoy, afirman nuestros especialistas; aunque convertida en potencia económica y principal acreedora del mundo, la llamada fábrica del planeta pareciera reflejar ahora todo lo contrario por lo que combatió Mao Tse Tung.

Al triunfo de la Revolución china en 1949, el país no era reconocido por la ONU, mucho menos se podía imaginar que obtendría un sitio permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, como sucede hoy. Esos logros del régimen maoísta no impiden que algunos comparen sus 27 años a la cabeza de la República Popular de China, con lo peor de la experiencia de Stalin o Hitler.

Decenas de miles de chinos portando un crisantemo del lado del corazón y un moño negro en el brazo izquierdo en señal de duelo desfilaron sobre la plaza Tienanmen entre el 7 y el 16 de septiembre de 1976 ante los restos de Mao. 40 años después, su persona y herencia son aún objeto de polémicas y sus seguidores casi han desaparecido.

Entrevistados: Guillermo Martínez Taberner, doctor en Historia por la Universitat Pompeu Fabra, licenciado en estudios de Asia Oriental y en Historia, coordinador del Departamento de Economía y Empresa de Casa Asia; y Pablo Echavarría Toro, director del Centro de Estudios Asia Pacífico de la Universidad EAFIT y del Instituto Confucio de Medellín, Colombia.
 

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