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Birmania

Malala critica a Aung San Suu Kyi por su actitud en la crisis rohinyá

La contraofensiva del ejército birmano en la región de Rajín y los enfrentamientos causaron 400 muertos y un éxodo de más de 120.000 rohinyás al vecino país Bangladesh desde finales de agosto, según Naciones Unidas..

La joven Malala Yousafzai pronuncia su discurso en el momento de recibir el premio Nóbel de la Paz, el 10 de diciembre de 2014.
La joven Malala Yousafzai pronuncia su discurso en el momento de recibir el premio Nóbel de la Paz, el 10 de diciembre de 2014. REUTERS/Suzanne Plunkett
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La joven premio nobel de la paz Malala Yousafzai criticó abiertamente el silencio de Ang San Suu Kyii, líder de facto del gobierno de Birmania y laureada del premio Nobel de la Paz en 1991, ante las atrocidades cometidas contra la minoría rohinyá.

“Cada vez que veo las noticias, se me rompe el corazón ante el sufrimiento de los musulmanes rohinyás de Birmania”, escribió la joven paquistaní en Twitter. “En los últimos años he condenado en repetidas ocasiones el trato vergonzoso del que son objeto. Sigo esperando que mi compañera laureada Aung San Suu Kyi haga lo mismo”, agregó Malala Yousafzai en su cuenta.

 

Desde su llegada al poder en 2016, Aung San Suu Kyi, que suma los cargos de portavoz de la presidencia, el de canciller y el de ministra de la presidencia, ha eludido la situación de los rohinyás, una minoría musulmana que vive en la frontera con Bangladesh en condiciones infrahumanas, relegada por Birmania –un país de mayoría budista-.

Incluso en una entrevista negó la existencia de una limpieza étnica contra los rohinyás, como lo denunció el Alto comisionado de la ONU para los derechos humanos en noviembre de 2016.

"Ella misma es una birmana y no quiere tampoco alterar la supremacía budista", constata Daniel Goma, especialista del sureste asiático en la Universidad de Cantabria en España.

>Escuchar el análisis completo de Daniel Goma aquí.

La violencia estalló de nuevo a finales de agosto de 2017 con el ataque de una treintena de comisarías de policía por los rebeldes rohinyás, lo que desató una nueva ola represiva del ejército birmano contra la población civil. La contraofensiva y los enfrentamientos causaron 400 muertos, un éxodo de más de 120.000 rohinyás al vecino país Bangladesh y acusaciones de atrocidades contra las fuerzas birmanas.

“Hemos hablado con gente que ha quedado atrapada en pueblos o en zonas forestales. Y podemos decir, con un alto grado de confianza, que las fuerzas de seguridad birmanas han matado a gente en masa en varios lugares en el estado de Rajín. Hombres, mujeres y niños fueron asesinados a balazos, quemados o masacrados con cuchillos y espadas”, dijo a RFI Matthew Smith. Smith, director de la ONG de defensa de los derechos humanos Fortify Rights, estuvo en días recientes en Bangladesh en la frontera con Birmania.

La represión del gobierno

Antes del ataque, una comisión internacional de investigación, dirigida por el ex secretario de Naciones Unidas Kofi Annan, advertía precisamente sobre el riesgo de radicalización de los rohinyás, y recomendaba al gobierno birmano atender las necesidades básicas de la población rohinyá.

Los dirigentes de los países musulmanes de la región han expresado su preocupación. Pero Aung San Suu Kyi se ha negado a condenar la violencia del ejército y comparte la retórica represiva de los militares birmanos que aún mantienen su control sobre buena parte de las decisiones del país, pese a la apertura democrática de los años recientes.

El diario británico The Guardian afirma incluso que el gobierno birmano bloquea una parte de la distribución de ayuda humanitaria a los civiles del estado de Rajín.

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