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Brimania

Líder birmana cuestiona la ‘desinformación’ sobre la situación de los rohinyás

La premio Nobel de la Paz Nobel Aung San Suu Kyi rompió el silencio tras las críticas sobre la crisis de la minoría musulmana de su país y aseguró que la compasión internacional hacia esta comunidad promueve “los intereses de los terroristas”.

La líder de facto de Birmania Aung San Suu Kyi denunció este miércoles 6 de septiembre de 2017 un "iceberg de desinformación".
La líder de facto de Birmania Aung San Suu Kyi denunció este miércoles 6 de septiembre de 2017 un "iceberg de desinformación". REUTERS/Soe Zeya Tun
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La líder de facto de Birmania Aung San Suu Kyi denunció este miércoles un "iceberg de desinformación" que, según ella, da una visión equivocada de la crisis de los musulmanes rohinyás, que alarma a Naciones Unidas.

Este es el primer comentario oficial que hace desde el inicio de la crisis -a finales de agosto- la premio Nobel de la Paz, muy criticada en el extranjero por su silencio sobre la suerte de esta minoría, que huyó por decenas de miles al vecino Bangladés.

La compasión internacional hacia los musulmanes rohinyás es resultado de un "enorme iceberg de desinformación creado para generar problemas entre las diferentes comunidades y promover los intereses de los terroristas", afirmó durante una conversación telefónica con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, según una transcripción de su servicio de prensa.

Este último ha condenado en varias ocasiones la respuesta del gobierno birmano a esta crisis, hablando de "genocidio" en esa región del noroeste de Birmania, el estado de Rakáin.

Aung San Suu Kyi, que siempre ha defendido la acción del ejército, negó esta acusación y afirmó que su país hace "lo necesario para proteger los derechos de todos los habitantes".

"Sabemos mucho mejor que otros lo que significa estar privados de derechos y de protección democrática", agregó, en referencia a sus años de lucha contra la junta militar birmana, que la mantenía en arresto domiciliario.

- Miles de refugiados -

La violencia estalló cuando el 25 de agosto los rebeldes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA, por sus siglas en inglés), que afirman defender a esta minoría musulmana, atacaron decenas de comisarías de policía.

El ejército birmano reaccionó lanzando una gran operación en Rakáin, una región pobre y remota del país, que obligó a huir a decenas de miles de personas.

El balance según el ejército birmano es de 400 muertos, casi todos musulmanes.

Hasta ahora, los rohinyás no habían apenas recurrido a la lucha armada, una situación que cambió en octubre del año pasado con los primeros ataques del ARSA.

Según las organizaciones humanitarias, además de los 125.000 refugiados en Bangladés desde el 25 de agosto, miles de personas estarían de camino al país vecino y algunos se encuentran bloqueados en la frontera.

El miércoles llegaron a la orilla bangladesí del río Naf los cadáveres de cinco niños en un naufragio cuando intentaban huir de los enfrentamientos en Rakáin.

Según las autoridades de Bangladés, tres o cuatro embarcaciones se hundieron en un día en ese río que marca la frontera natural entre Birmania y el extremo sureste de Bangladés.

- Budistas extremistas -

Considerados como extranjeros en Birmania, donde más del 90% de la población es budista, los rohinyás -cerca de un millón- son considerados apátridas pese a que algunos viven en este país desde hace generaciones.

No pueden acceder al mercado laboral, a las escuelas ni a los hospitales. Y el aumento del nacionalismo budista en los últimos años atizó la hostilidad contra ellos.

Esta situación hacía inaceptable en el extranjero el silencio de Aung San Suu Kyi.

Algunos analistas consideran que es impotente frente al auge de los budistas extremistas y a un ejército que sigue siendo muy fuerte, incluso políticamente, en un país que durante 50 años fue una dictadura militar.

Tras investigar una precedente crisis de violencia, la ONU había denunciado una gran operación de represión "generalizada y sistemática" realizada esencialmente por el ejército contra los rohinyás.

Naciones Unidas consideró que esta desembocó en una "limpieza étnica" y "muy probablemente" en crímenes contra la humanidad.

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