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Corea del Norte

Corea del Norte pone en escena el desmantelamiento de su arsenal nuclear

Periodistas extranjeros viajan a Corea del Norte para presenciar la destrucción de instalaciones atómicas en Punggye-ri, donde se llevaron a cabo seis ensayos nucleares. Los reporteros no estarán en condiciones de verificar la realidad de la operación.

Periodistas surcoreanos embarcan hacia Wonsan, desde Seúl, el 23 de mayo de 2018.
Periodistas surcoreanos embarcan hacia Wonsan, desde Seúl, el 23 de mayo de 2018. News1 via REUTERS
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El sitio de Punggye-ri ha acogido los seis ensayos nucleares de Corea del Norte. El último, y de lejos más potente, fue en septiembre pasado cuando Pyongyang aseguró haber probado una bomba H.

Hasta allí viajan este miércoles unos 30 periodistas extranjeros, invitados por el régimen norcoreano. Quince horas de tren y autobús desde el puerto de Wonsan, para alcanzar esta zona retirada y montañosa del noroeste.

El objetivo de Pyongyang: que las cámaras del mundo registren y difundan el desmantelamiento de la instalación. Concretamente, se volarán los túneles y quedarán bloqueadas las entradas a dicho campo de pruebas nucleares. Pero los periodistas, vigilados en cada instante, no podrán investigar nada.

Sus teléfonos satelitales y sus aparatos para medir la radicación nuclear les fueron confiscados, informó en Twitter un reportero del canal británico Skynews, entre los participantes.

Además, “ningún especialista nuclear ha sido invitado”, indica desde Seúl el corresponsal de RFI, Frédéric Ojardias. Y para algunos expertos, destruir los túneles del sitio de ensayos en realidad podría destruir también pruebas de las experiencias pasadas en el lugar.

“Es un paso inicial y parcial. La dificultad que tiene el anuncio es que aparentemente los únicos testigos internacionales de esta iniciativa del gobierno norcoreanos serían periodistas especialmente invitados. De modo que no habría en este grupo expertos nucleares con capacidad de determinar las características y los alcances de la operación de destrucción o neutralización que van a realizar”, lamenta Rafael Grossi, embajador argentino ante la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y exdirector adjunto de la institución.

“Tampoco creo que haya que exagerar porque un sitio de esta naturaleza no tiene una gran complejidad técnica, por lo tanto se puede reproducir en alguna otra zona montañosa geológicamente estable si deseara el gobierno de Pyongyang recomenzar los ensayos de armas nucleares”, explica Grossi.

“Lo que importan son otro tipo de instalaciones donde por ejemplo Corea del Norte esté enriqueciendo uranio, reprocesando plutonio, fabricando centrífugas, haciendo trabajo de elaboración de uranio metálico para colocar en una ojiva nuclear. Hay una serie muy larga y muy compleja de instalaciones donde usted realmente fabrica las armas nucleares, las desarrolla y las diseña. Lo del sitio de ensayo es el fin de la cadena, donde las detona para determinar si lo que ha fabricado funciona o no”, subraya.

No importa, lo que quiere Pyongyang es un símbolo: mostrar que está cumpliendo con su promesa diplomática de desnuclearización con la que busca recuperar legitimidad internacional.

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