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Enfoque Internacional

El legado de 15 años de Erdogan polariza a una sociedad llamada a las urnas

Primera modificación:

Sinónimo de progreso social para unos, amenaza para las libertades para otros, la figura del Recep Tayyip Erdogan divide profundamente a la sociedad turca, que este domingo vota en elecciones presidenciales y legislativas si quiere continuidad o pasar página.

Turkish President Tayyip Erdogan durante un acto en Diyarbakir, Turquía, el 3 de junio de 2018.
Turkish President Tayyip Erdogan durante un acto en Diyarbakir, Turquía, el 3 de junio de 2018. REUTERS/Umit Bektas
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Por Andrés Mourenza, corresponsal de RFI en Estambul

“El líder”, “El Gran Maestro”, “La voz de los oprimidos” son algunos de los apelativos con los que sus seguidores conocen al incombustible Recep Tayyip Erdogan, el islamista que lo ha sido todo en la política de Turquía.

Desde las calles del humilde barrio de Estambul en el que nació y se crió alcanzó la alcaldía de la metrópolis turca y, tras un breve paso por la cárcel en razón de sus ideas, alcanzó el Gobierno en 2002. Lidera el país desde hace 15 años, antes como primer ministro, ahora como presidente, lo que lo convierte en el mandatario que durante más tiempo ha gobernado Turquía de forma ininterrumpida.

Lea también: Turquía llega fuertemente dividida a las elecciones generales

Pero este domingo se la juega todo o nada. Si vencen en las elecciones presidenciales se convertirá en presidente bajo un nuevo sistema de Gobierno que concentrará inmensos poderes en sus manos. Si pierde, la oposición podría forzar una investigación sobre sus presuntos casos de corrupción y los desmanes cometidos durante los últimos años de su mandato.

Él y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) confían en su hoja de servicios para renovar el mandato durante cinco años más. En el periodo en que los islamistas han estado en el poder, la economía ha prosperado y se ha mejorado el acceso de la población a la Sanidad, la Educación o el Transporte, como explica Nurettin Sert, jefe de campaña del partido en la provincia de Malatya.

“La gente quiere estabilidad en el país, como la ha habido desde 2002. No quieren volver a la época de las coaliciones. Creemos que en Malatya nuestra alianza logrará 75% por ciento de los votos. Desde 2002 Malatya ha sido uno de los que más ha apoyado al AKP y más confían en nuestra gestión”, asegura.

Erdogan y el partido de extrema derecha con el que se han aliado los islamistas para estos comicios decidieron adelantar las elecciones casi un año y medio respecto a la fecha en que estaban previstas. Una de las intenciones era pillar por sorpresa a la oposición y garantizarse una fácil victoria.

Pero esta estrategia ha fracasado, toda la oposición, desde la izquierda a la derecha nacionalista e incluso islamistas desengañados con Erdogan han llegado a un pacto por el que, de ser necesaria una segunda vuelta tal y como auguran las encuestas, todos apoyarán al candidato que se enfrente a Erdogan.

La razón de esta unidad opositora es la denuncia del creciente autoritarismo y conservadurismo del Gobierno de Erdogan, que se ha incrementado especialmente desde hace dos años, cuando aprovechó un fallido intento de golpe de Estado para imponer un draconiano estado de emergencia en virtud del cual más de 50.000 personas han sido encarceladas, más de cien mil purgadas de sus empleos en la Administración y cientos de asociaciones y medios de comunicación prohibidos sin que mediara orden judicial.

“El Gobierno no tiene derecho a decir cómo vestir como vivir. Se ve como un peligro de verdad. Hay mujeres que han empezado a taparse. Si eres del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata) te pueden echar de la función pública o no dar trabajo tus hijos. Sea por miedo, sea por interés muchas mujeres se tapan, se hacen más religiosos. La democracia es respetar a los que piensan diferentes. Si a esos 50 % que no piensan como los persigues, eso no es democracia”, asegura Özcan Purçu, diputado del Partido Republicano del Pueblo, de centroizquierda y el principal de la oposición. El candidato de este partido, Muharrem Ince, es quien tiene más posibilidad de pasar a una segunda ronda frente a Erdogan.

La campaña electoral ha sido especialmente virulenta entre Erdogan e Ince. La prensa progubernamental ha tratado de pintar a Ince como una persona contraria a la religión, en un país como Turquía, donde más del 90 % de sus habitantes se declara musulmán creyente, e incluso ha intentado desacreditarle utilizando un libro de poemas eróticos que el candidato centroizquierdista escribió hace años. Quizás la razón de estos ataques es que el presidente turco sabe que por primera vez en los últimos tres lustros tiene frente a él un verdadero contrincante.

Pero el próximo domingo los turcos no sólo votarán por su presidente, sino también en unos comicios legislativos que, si no vence la alianza que sostiene a Erdogan, podrían poner en peligro los planes del presidente turco.

El voto de los kurdos, la mayor minoría étnica del país y que representa cerca del 15 % de los electores, tendrá una importancia capital en el reparto de escaños. Si el principal partido kurdo, el HDP, no supera el 10 % de los votos a nivel nacional que dan derecho a representación parlamentaria, todos los diputados de la región kurda irán a parar a la segunda formación más votada, esto es el partido de Erdogan.

Erdogan suspendió el proceso de paz que mantenía con los insurgentes kurdos en 2015 y desde entonces el conflicto entró en una nueva fase en la que los enfrentamientos armados descendieron de las montañas a las ciudades. Desde entonces se han registrado más de 3.600 muertos.

El Gobierno ha reaccionado con mano dura, interviniendo 83 ayuntamientos gobernados por los nacionalistas kurdos y deteniendo a cientos de activistas y políticos, incluida una decena de diputados del Partido Democrático de los Pueblos (HDP, prokurdo y abiertamente antiErdogan). También uno de los líderes del partido, Selahattin Demirtas, que gestiona su candidatura a la presidencia de la república desde la cárcel en la que fue ingresado hace 20 meses, aún en espera de sentencia.

Remziye Tosun es una de las damnificadas por la nueva fase del conflicto, perdió su casa en los combates y también se enfrenta a acusaciones de terrorismo en los tribunales. La entrevistamos en Diyarbakir, donde se ha postulado a diputado por las filas del partido kurdo:

“Los kurdos conservadores creían en Erdogan, que iba a resolver el tema kurdo, pero han visto cómo les ha engañado y por eso esta vez votarán al HDP. Muchos nos piden perdón por haber apoyado ante a Erdogan. No queremos un pashá, un sultán, queremos democracia”, enfatiza.

De ser considerado un ejemplo de líder democrático en la convulsa región de Oriente Medio, Erdogan ha pasado a imponer un régimen populista cada vez más autoritario y centrado en el culto a la personalidad del líder.

La retórica de Erdogan a favor de los musulmanes oprimidos en diversos conflictos como los de Palestina o Birmania y su enfrentamiento con Europa y Estados Unidos vende bien en un país tan nacionalista como Turquía-

Con ello ha logrado esconder los problemas que atenazan al país y confía en obtener un nuevo mandato que le permita seguir gobernando el país con mano de hierro durante otros cinco años.

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