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Camboya

Hun Sen, el Jemer Rojo que se aferra al poder

El partido del primer ministro Hun Sen asegura que "ganó todos los escaños" en el parlamento en las elecciones legislativas del domingo en Camboya. El principal partido opositor no participó luego de ser ilegalizado por el régimen. En Phnom Penh nadie quiere dar su opinión sobre los resultados.

El primer ministro camboyano Hun Sen reivindica haber obtenido la totalidad de las 125 bancas del parlamento
El primer ministro camboyano Hun Sen reivindica haber obtenido la totalidad de las 125 bancas del parlamento Manan VATSYAYANA / AFP
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El Partido del Pueblo Camboyano (PPC) "ganó todos los escaños en el país", 125 en total, declaró este lunes Sok Eysan, portavoz de la formación gubernamental. "El apoyo aplastante del pueblo camboyano otorgó a Hun Sen una nueva posibilidad de continuar su misión histórica", agregó el portavoz.

El gobierno chino, fiel aliado del régimen camboyano, se congratuló por la victoria de Hun Sen. "Esperamos que (...) el pueblo camboyano podrá culminar sus grandes avances en su desarrollo", aseguró el portavoz del ministerio chino de Asuntos Exteriores, Geng Shuang.

En cambio, la Casa Blanca denunció en un comunicado que las elecciones no fueron "ni libres ni equitativas". Para el gobierno estadounidense, estos comicios representan el "fracaso más estrepitoso de la Constitución camboyana".

En estos comicios no participó el principal partido opositor, el Partido de Salvación Nacional de Camboya (CNRP), que en 2013 había obtenido inesperadamente un 44% de los votos.

El CNRP fue declarado ilegal en noviembre de 2017 y su líder, Kem Sokha, encarcelado.

"Por primera vez desde las elecciones organizadas por la ONU en 1993, Camboya ya no cuenta con un gobierno legítimo que disponga del reconocimiento de la comunidad internacional", afirmó Sam Rainsy, fundador del opositor CNRP, quien pidió que se adopten sanciones internacionales contra el régimen camboyano.

Tanto Bruselas como Washington se negaron a apoyar la organización de estos comicios. El gobierno estadounidense aseguró el lunes que estudia "un incremento significativo" de las restricciones en la obtención de visados, una medida ya impulsada el año pasado contra algunos dirigentes camboyanos.

La cuestión clave ahora es "qué va a hacer la comunidad internacional", declaró Phil Robertson, subdirector de Human Rights Watch para Asia quien asegura a RFI que "estas elecciones no fueron ni libres ni imparciales. Lo de ver al Partido del Pueblo Camboyano y al gobierno reivindicar la totalidad de los 125 escaños no nos sorprendre. Pero eso significa que no fueron tomadas en cuenta las boletas invalidadas, que llegaron en segunda posición."

"Lo más inquietante -agrega Robertson- es que el gobierno intenta obtener una nueva legitimidad con esta elección. Invitaron a observadores internacionales pero entre ellos figuran numerosos populistas, neofascitas italianos y otros. La comunidad internacional deberia condenar con vigor esta nueva mentira".

Los observadores internacionales se preguntaban si se aplicarían sanciones comerciales y financieras contra el régimen camboyano, que en los últimos años obtuvo importantes recursos gracias a programas de ayuda al desarrollo, lo que favoreció la transición de Camboya hacia la economía de mercado.

"Intimidación" y "manipulación"

En las calles de la capital Phnom Penh, prácticamente nadie quería dar su opinión sobre los resultados dados por el partido gubernamental. "Creo que la vida será difícil durante los próximos cinco años", lamentaba un vendedor de comida que prefirió mantener el anonimato.

Aunque la oposición pidió que se boicotearan los comicios, un 82% de los electores acudió a las urnas el domingo, una participación superior a la registrada en las legislativas de 2013 (69%), anunció la comisión electoral camboyana, controlada por el gobierno.

"Numerosos observadores comprobaron que la campaña electoral se vio ensombrecida por la intimidación de los votantes y la manipulación de las urnas", lamentó el lunes el ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá.

El ejecutivo canadiense exigió al gobierno de Hun Sen que "reconozca los derechos civiles del pueblo camboyano y restablezca la libertad de expresión", además de "liberar a Kem Sokha", el líder opositor acusado de querer deponer al gobierno con la complicidad de Estados Unidos.

Hun Sen había formado parte del régimen ultramaoísta de los Jemeres Rojos (1975-1979), que mató a una cuarta parte de la población del país, pero desertó y con 32 años se posicionó como líder durante la ocupación vietnamita en la década de 1980.

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