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Mundo Ciencia

Darknet o internet oscura: luces y sombras

Primera modificación:

Muchas fantasías circulan sobre la llamada "darknet" o internet oscura, esta inmensa parte del iceberg que muchos de nosotros desconocemos.

Codigo.
Codigo. REUTERS/Pawel Kopczynski/File
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“Una darknet es una subred internet en la que uno puede comunicarse y poner información a disposición, de manera anónima”, explica el economista e informático de la Escuela de Management de Grenoble Jean-Philippe Rennard, quien ha escrito un libro sobre el asunto. “Existen decenas de darknet diferentes y muchos medios para acceder a éstas, pero el elemento central y común es el anonimato. Un anonimato que no existe en absoluto en la web abierta. Lo que llamamos la ‘deepweb’, o web profunda, es una parte del web que no está registrada por los grandes motores de búsqueda. Hay mucha confusión entre deepweb y darknet. En realidad, la darknet es una parte muy pequeña de la deepweb”, prosigue.

La imagen del iceberg ayuda para comprender. La parte emergida del iceberg es la internet que utilizamos a diario: los sitios web que visitamos, los servicios de mensajería, de música. Pero esta internet abierta sólo es una pequeña parte. La mayor parte del iceberg está sumergida, y cuánto más se baja hacia la punta inferior del iceberg, más encriptados, ocultos y oscuros se vuelven los contenidos y los actores.

“Se dice comúnmente que la web profunda es miles de veces más grande que la web abierta que usamos todos. Es verdad porque hay muchísimas bases de datos.
Pero esto no significa que el volumen de las actividades ilegales es miles de veces más grande que la web abierta. La darkweb, donde hay actividades ilegales, es una parte minúscula en realidad. La web oscura representa mucho menos del 1% de la web profunda”, comenta Rennard.

En esa web paralela y oscura, se da todo tipo de intercambios y actividades ilegales. Como verdaderos almacenes subterráneos, sitios web ofrecen drogas, armas, datos bancarios robados, pero también contenidos ilegales y violentos como pornografía infantil o los servicios de hackers por ejemplo.

El analista chileno Erick Bellido trabajó durante varios años en prospectiva en internet para la protección de la infancia y cuenta que allí se puede encontrar mucho comercio sexual, crimen organizado internacional, redes de pedófilos, contra los que los organismos internacionales están luchando.

El ahora conocido servicio de mensajería Telegram también es parte de la darknet. Lo utilizan organizaciones terroristas, aunque el grupo Estado Islámico ha desarrollado, aparte, sus propias herramientas de comunicación encriptada. Los políticos también utilizan Telegram para gozar de más confidencialidad.

Pero la darknet no sólo alberga lo peor de la humanidad. También otorga una protección a disidentes de regímenes totalitarios, activistas de Derechos Humanos o periodistas que necesitan comunicarse y transmitir información. “Wikileaks es una forma de darknet”, agrega Jean-Philippe Rennard: “Ha permitido las revelaciones que conocemos. También ha servido de modelo. Hay ahora muchas plataformas protegidas para los lanzadores de alerta. Y claro, las revelaciones de Snowden no hubiesen sido posibles sin la darknet.

La puerta de entrada más accesible para la gente de a pie es el programa informático TOR que se puede bajar a la computadora. Israel Leiva, miembro del proyecto TOR y del equipo técnico de la ONG latinoamericana Derechos Digitales, explica que el programa TOR permite brindar anonimato a quien lo usa.

Pero no todos tenemos las capacidades digitales para aventurarse allí. Para  el analista Erick Bellido este sistema genera mucha vulnerabilidad para los equipos, y es mejor no intentar ingresar a la web profunda por el daño que puede provocar, en particular a los niños y adolescentes.

Detrás de este debate sobre la darknet está la cuestión fundamental de nuestras libertades individuales, de nuestro derecho a la privacidad en la era de la vigilancia masiva por parte de los Estados pero también de las empresas.

Allí también están activos los Estados, persiguiendo a los criminales pero también recuperando datos de inteligencia sobre diferentes actores... Aunque esta vigilancia no puede ser tan masiva como en la web abierta. “No hay que caer en un mito de una web profunda, un mundo paralelo casi. (..) Usar mecanismos de anonimización en la internet es necesario en algunos contextos, y exigir a las empresas y a los gobiernos que protegen esas herramientas es absolutamente necesario”, según Dominique Curis, encargada de Campaña para la ONG de defensa de los Derechos Humanos Amnistía Internacional en Francia.

Para Jean-Philippe Rennard, autor de un libro sobre la darknet, la mayoría de la población no necesita utilizar programas como TOR a diario. Pero sí tomar precauciones para reducir la cantidad de información que entrega, usando por ejemplo navegadores más protectores como Firefox y desactivando sus cookies.

El problema finalmente no es la darknet en sí, que sólo es una herramienta, sino el uso que nosotros seres humanos hacemos de ésta.
 

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