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Festival de Cannes 2010

Un prestamista y un biberón

Octubre, película peruana de los hermanos Diego y Daniel Vega presentada en selección oficial en la categoría “Un certain regard” es una excelente ópera prima que compite por el premio Cámara de Pro, al mejor primer largometraje del festival. La crítica del enviado especial de RFI a Cannes.

Imagen de la película peruana "Octubre".
Imagen de la película peruana "Octubre". DR
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La última vez que vimos una película peruana en selección oficial en Cannes fue en 1994 con Sin compasión, de Francisco Lombardi, adaptación de Crimen y castigo de Dostoievski.  Dieciséis años después, dos hermanos debutantes traen de nuevo el cine peruano a Cannes con una cinta fuerte y entrañable por su humanidad, de cuidada factura, que tiene muy merecido su lugar en esta selección. 

En la ciudad de Lima transcurre la vida de Clemente, interpretado con talento por el actor Bruno Odar, prestamista de generación en generación que ejerce el papel al mismo tiempo de banco paralelo, de tienda de empeños como en el Monte de piedad y de préstamos a los más necesitados. Un hombre oscuro, solitario, frío, para quien sólo el dinero cuenta, que sólo tiene relaciones con prostitutas, sin sentimientos ni erotismo, en su rutinaria existencia.

Un día alguien le deja en su casa un canasto con un recién nacido, su propia hija a la que ha dado a luz una de las prostitutas que él frecuenta. En esa realidad sórdida, la llegada del bebé va a perturbar su vida, al verse obligado de pedir a una vecina y cliente que se ocupe de la criatura. Ella es la actriz peruana Gabriela Velásquez. La pareja protagónica dan lo mejor de sí mismos. De relieve también el personaje de Don Fico, el actor Carlos Gasol, un anciano que con sus ahorros espera sacar a su esposa parapléjica del hospital para escapar de Lima con su “enamorada”. 

La lúcida sencillez de sus encuadres y su puesta en escena, a menudo con largos planos secuencia, están servidas por una cuidada dirección artística y esmerada fotografía. El tono es justo y la reflexión inteligente: “no es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea”. En esa realidad que roza con lo miserable y lo sórdido, Daniel y Diego Vega saben hacer aflorar los sentimientos y las ilusiones de sus personajes.

 

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