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Carrusel de las Artes

‘Domingo de revolución’, una crónica desde las entrañas de Cuba

Primera modificación:

Wendy Guerra estuvo en París para la presentación de su última novela, traducida al francés por la editorial Buchet Chastel, en la que cuenta lo que es ser un escritor silenciado en Cuba.

"Domingo de revolución" ha sido publicada en francés.
"Domingo de revolución" ha sido publicada en francés. Editorial Buchet Chastel
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La cubana Wendy Guerra es muy conocida no solo por su producción literaria sino por ser enemiga pública del castrismo. Por ello ha pasado a formar parte de la larga lista de escritores censurados por el régimen cubano. Hasta hace poco ninguno de sus libros había sido publicado en Cuba. En cambio es reconocida fuera de la isla como una de las plumas más talentosas de su generación.

De eso se trata su última novela, Domingo de revolución, que fue traducida al francés por la editorial Buchet Chastel. Cleo, la protagonista, es una poetisa marginada y vigilada en La Habana, a pesar de su gran notoriedad en el extranjero. En Cuba es sospechosa de ser una contrarrevolucionaria. Fuera de su país es vista como una espía. No es difícil adivinar que mucho de lo vivido por la protagonista de este relato coincide con la vivencia de la propia Wendy Guerra.

“Todos los escritores latinoamericanos de mi generación partimos de algo que se llama la autoficción, que consiste en jugar con una columna vertebral personal, en mi caso de diario íntimo, para ir a una ficción que se construye interactuando entre la realidad y la fabulación”, explicó Wendy Guerra en los estudios de RFI.

La escritora nacida en La Habana cuenta en Domingo de revolución la experiencia de la marginación y de la vigilancia permanente, que la obliga a esconder sus manuscritos en los rincones de una casa vieja en el barrio de El Vedado. Guerra se reivindica de esa larga lista de escritores y escritoras que han vivido como si llevaran la peste.

“Ha habido muchos, desde Cabrera Infante y Reinaldo Arenas hasta la fecha, y todas las mujeres escritoras que vivieron encerradas. Como Dulce María Loynaz, quien no participó del proceso revolucionario pero salió a los 90 años a recibir el Premio Cervantes. Hay un denominador común en todos ellos: la incomprensión a la versatilidad de pensamiento. Mi personaje es la última generación de los encierros en Cuba”, afirmó la escritora habanera.

Sin embargo, Wendy Guerra ama ese encierro. Trasluce en su novela cuando Cleo afirma: "Sin Cuba no existo. Yo soy mi isla". Y asume que a ella le ha tocado el rol de contar lo que pasa.

"Soy como el Weather Report, me toca hacer el informe del tiempo que me ha tocado vivir. Muchos se van, pero alguien se tiene que quedar para contar. Aunque a veces hago la maleta, pero luego la deshago”, confiesa riendo.

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