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Programa Especial

Pedaleando por el Círculo de la Muerte

Primera modificación:

Cuando en 1910, el ciclista Octave Lapize llegó a la mítica cumbre del Aubisque, dejó su bicicleta a un lado y se dirigió hacia el comisario del Tour de Francia que esperaba al pelotón y vociferó a su oído "asesinos". Lapize era sordo pero su grito hizo temblar las montañas.

El paso de Aspin en los Pirineos.
El paso de Aspin en los Pirineos. AFP
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Así comenzó la travesía en bicicleta por los Pirineos en bicicleta. A comienzos del siglo pasado, cuando era una región salvaje por cuyos senderos no entraba rueda alguna.

"Atravesamos las montañas, pero no había carreteras, ni caminos. Eran unos senderos, si así se pueden llamar. No exagero. Era muy difícil subir. Y demasiado peligroso bajar. Me caí algunas veces en el descenso. E incluso se me rompió la bicicleta, eso fue en 1913".

Este es el relato de Eugéne Christophe, primer maillot amarillo de la historia del Tour y uno de los ciclistas que tuvo que sufrir la crueldad de Los Pirineos en los inicios de esta gesta imposible, fruto de la ambición y la osadía del Padre de la Vuelta A Francia, Henry Desgrange. Cuando Desgrange lanzó la idea, se dijo que “el Patrón”, como lo apodaban, iba a llevar a los ciclistas a la muerte.

Finalmente, con mucho sufrimiento y corriendo todos los riesgos, el pelotón escaló las borrascosas cumbres pirenaicas por primera vez en ese 1910. Octave Lapize coronó cinco de los picos mas temibles: el Peyresourde, el Tourmelet, el Soulor y el de Aspin.

Lapize logró sobrevivir a Los Pirineos y ganó el tour. Pero muchos de los ciclistas que corrieron esa vuelta, quedaron atrapados en el llamado Circulo de la Muerte.

Un siglo después los ciclistas repiten el acenso de Lapize por el paso de Aspin y en la etapa de este sábado 9 de julio treparán el Tourmalét y el Peyresourde.

Les cuento también que por primera vez los ciclistas del tour pudieron pedalear sobre las riberas del lago de Payolle en Los Pirineos, meta final de la séptima etapa corrida este viernes y al que hasta ahora habían observado desde lejos mientras subían la cuesta del Aspin.

El pelotón descubrió este lago artificial rodeado de pinos a 1127 metros de altura. Un lugar ideal para la pesca de la trucha y el salmón Y si a usted lo sorprende la noche, puede aprovechar los exóticos alojamientos del lugar y dormir en una cabaña incrustada en la copa de un árbol.
 

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