Andorra, esta especie de Torre de Babel clavada en medio de los Pirineos, entre España y Francia, es el Estado independiente más pequeño de Europa. Apenas 468 kilómetros cuadrados y alrededor de 76 mil habitantes. Muy pocos oriundos del lugar. Al punto que se diría que en Andorra uno no nace, uno llega.
Como Baudolino, el personaje medieval de Humberto Eco, Lorenzo habla todas las lenguas al mismo tiempo. Este chofer de taxi, al igual que el resto de los habitantes del Principado de Andorra, salta permanentemente del catalán, que es la lengua oficial, al francés y al español. Tres idiomas a los que se suma el vernáculo portugués que gran parte de la gente habla en casa.
"No somos de aquí. Todos llegamos. La mayoría de gente que habita Andorra somos catalanes y portugueses. Luego están los que vienen por temporada: argentinos y uruguayos que vienen a trabajar en las pistas de esquí. Andorranos, andorranos serán unos 15 mil", nos explica Lorenzo mientras recorremos las calles de la pequeña capital, Andorra la Vella.
Los pobladores del principado de Andorra cuentan con un sistema político que, pese a tener parlamento y Constitución, guarda la parafernalia de los gobiernos medievales. Imagínense ustedes que la jefatura del Estado recae en la figura de un copríncipe español, que es el Obispo de Seo de Urgel, y de un copríncipe francés, que es el Presidente de la República francesa, heredero de los derechos del Conde de Foix.
La verdad es que poco se habla de las excentricidades del gobierno de Andorra. Por lo que más se conoce al Principado es por su condición de Paraíso Fiscal aunque España ya lo borró de la lista negra.
Pero si millonarios extranjeros se han beneficiado de la exención de impuestos y el secreto bancario que facilita el Principado de Andorra, sus habitantes, en cambio, no viven propiamente en condiciones paradisiacas. “Paraíso fiscal será para quien tiene muchísimos millones y los Trae. Pero para nosotros la vida es mucho más cara que en cualquier otro lugar. Para ponerle un ejemplo, un kilo de tomates en Tarragona vale 60 céntimos y aquí en Andorra vale 2,50. Y el pescado fresco en Tarragona vale 6 euros mientras que en Andorra pagamos 18 euros”, dice Lorenzo.
Y si aquí estamos, en el taxi de Lorenzo, porque este ano en pleno escándalo de los “Panama Papers”, el Tour dejó las fronteras de Francia para recorrer en bicicleta los caminos de Suiza y de Andorra
Mejor sigamos nuestra ruta en el taxi de Lorenzo por Andorra la Vella. Para el lado que se mire, se ven casi encima las imponentes cumbres de los Pirineos que como una muralla montañosa aprisionan a la capital Andorra la Bella dándole a la ciudad un aire sombrío.
“Unas montañas que aman la bicicleta” dice Raymond Poulidor quien recuerda que fue aquí en Andorra desde donde partió en 1964 el llamado Tour del siglo, en el que él protagonizó el famoso duelo con su rival de siempre Anquetil. Pero, una vez más, el destino le hizo una cruel jugarreta al eterno segundo del Tour y perdió la etapa en Toulouse frente a Anquetil
“Los españoles atacaron en el Col de Envalira, yo me encontraba con ellos. Y Anquetil casi abandona… Y al final fui yo el que llegué con dos minutos de retraso porque fui víctima de un pinchazo” nos contó con nostalgia burlona Poulidor quien ha llegado hasta Andorra en su infatigable seguimiento al Tour.
Días después, en la Meta final de ese legendario Tour de 1964 se anunció la victoria de Raymond Poulidor, pero minutos después cayô otra fatalidad sobre él: su triunfo había sido error de cronómetros y el verdadero ganador era Anquetil.
Pues bien, fue también aquí en Andorra donde este lunes 11 de julio “Purito” Rodríguez anunció, entre lágrimas, su retiro como ciclista profesional. El español seguirá pedaleando por estas cumbres pirenaicas como uno más de los tantos hijos adoptivos de Andorra.
Y aquí llegamos al final de nuestro trayecto en taxi con Lorenzo y al final del veloz paso del Tour de Francia por Andorra. Gracias Lorenzo.
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