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Programa Especial

El diablo y la burla presidencial

Primera modificación:

Llegamos a la meta final después de recorrer los más bellos paisajes de Francia, desde La Mancha hasta París. Nuestra última vuelta la dedicaremos a ciertos personajes del paisaje humano que nos acompañaron durante las 21 etapas.

Los ciclistas llegando a la meta final en los Campos Elíseos, este 24 de julio de 2016.
Los ciclistas llegando a la meta final en los Campos Elíseos, este 24 de julio de 2016. Reuters
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Vestidos como vikingos, bajo temperaturas infernales, grupos de noruegos estuvieron presentes en todas las carreteras con sus pancartas y las banderas del país escandinavo a vitorear a su héroe nacional Alexander Kristoff. Hay que saber que Noruega sólo tiene a dos ciclistas de renombre y uno de ellos es el líder del equipo Katucha.

Otra de las escenas más recurrentes de este paisaje humano del Tour fue la de colombianos vestidos de pies a cabeza con más banderas de su país. Algunos de ellos vinieron incluso desde Colombia para acompañar en bicicleta al pelotón por los caminos de Francia. Y es comprensible que hayan atravesado el Atlántico para ver a sus heroicos escarabajos: de los cinco suramericanos que participaron en el Tour, cuatro son colombianos. Jarlinsson Pantano, la revelación de Los Alpes; Sergio Henao, el pie derecho del maillot amarillo Chris Froome; y los dos de Movistar, Winner Anacona y Nairo Quintana, segundo en dos Tours anteriores y tercero este año.

Otro de los personajes infaltables en el recorrido, y que desde hace 23 años acompaña a los ciclistas y espera al pelotón en cada meta vestido todo de rojo, con su cola, sus cachos y su tridente, es el “Diablo del Tour de Francia”.

En la meta del Tour, como es costumbre, el pelotón de ciclistas clausura las 21 etapas con las tradicionales vueltas a los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo. Las imágenes de la TV son espléndidas.

Sin embargo, sólo desde 1975 la Grande Boucle finaliza con un sprint en este emblemático lugar de la capital francesa. Ese Tour tiene su anécdota. Resulta que, dada la innovación de la meta y su importancia, los organizadores solicitaron del presidente de la República, que entonces era Valéry Giscard D’Estaing, que entregara el premio al ganador. El mandatario aceptó a la condición de que el maillot amarillo no llevara la inscripción de los patrocinadores para evitar que la presidencia se viera inmiscuida en un eventual escándalo publicitario. Las directivas del Tour aceptaron pero astutamente buscaron la forma de burlar los pedidos presidenciales. Bernard Thévenet, gran vencedor de ese Tour de 1975, nos contó lo que sucedió cuando se puso el maillot amarillo de manos del presidente en los Campos Elíseos…

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