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Las nuevas autoridades brasileñas ya han dado signos inequívocos de un cambio de orientación económica, en el plano nacional e internacional.

Michel Temer durante un encuentro con sindicatos en el Palacio del Planalto en Brasilia, el pasado 16 de mayo de 2016.
Michel Temer durante un encuentro con sindicatos en el Palacio del Planalto en Brasilia, el pasado 16 de mayo de 2016. REUTERS/Ueslei Marcelino
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El gobierno de Michel Temer quien asumió el poder el pasado 12 de mayo, tras la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff por 180 días a raíz del juicio en su contra, ya ha dado claros signos de una nueva orientación.

En su primera intervención, Temer sostuvo que Brasil sufre “la peor crisis económica” de su historia. Frente a un importante déficit y una caída vertiginosa de las inversiones, la tarea no será simple.

Con dos años de recesión y un desempleo oficial de 10,9%, Brasil ha visto caer sus notas ante el FMI y las tres célebres agencias de notación. Temer emprenderá reformas y probablemente deberá subir impuestos. En todo caso, se dibuja una política en ruptura abierta con el gobierno anterior.

Entrevistados: Rodrigo Patto Sá Motta, docente en Historia en la Universidad Federal de Minais Gerais y profesor invitado en París del Instituto de Altos Estudios de América Latina, y Robert Wood, analista senior para América Latina y el Caribe del grupo Economic Intelligence Unit.
 

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