Saltar al contenido principal
Vida en el Planeta

Moda sostenible, el cambio necesario de la industria más contaminante

Primera modificación:

Tras el petróleo, la industria de la moda es la más contaminante del mundo. Los activistas animan al público a un consumo más responsable para consolidar la moda lenta o "slow fashion".

Miembros del colectivo Fashion Revolution se manifiestan en Bruselas en abril de 2015, en el segundo aniversario del derrumbamiento del Rana Plaza Bangladesh.
Miembros del colectivo Fashion Revolution se manifiestan en Bruselas en abril de 2015, en el segundo aniversario del derrumbamiento del Rana Plaza Bangladesh. greensefa
Anuncios

Lo decía la activista y escritora Anna Lappé: “Cada vez que gastamos dinero estamos emitiendo un voto por el tipo de mundo que queremos”. En el caso de la moda, las últimas décadas han sido una vorágine cada vez más amenazante para el medioambiente.

En 2005 surgió el término "slow fashion" o moda lenta, para referirse a una moda sostenible tanto en la producción de las prendas como en el respeto a los derechos humanos de las personas que trabajan para las grandes marcas, desde fábricas subcontratadas en Bangladesh, China o India, principalmente. El movimiento adquiere cada vez mayor relevancia y el debate protagoniza las conferencias de moda más punteras.

En el Amsterdam Fashion Institute, se ofrece ya el primer máster de moda sostenible y otras prestigiosas escuelas, como Central Saint Martin's se adaptan también a los últimos conocimientos tecnológicos.

"Creo que hoy día lo primero es parar y decir: ‘¿realmente necesito lo que creo que necesito?'", reflexiona Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next, plataforma de formación de Moda Sostenible en España. Gómez anima al consumidor a "ponerse delante del armario" y "organizar nuestra ropa para tener un buen estilo". "Es más fácil salir y comprar cualquier cosa y decir ya tengo una novedad que ponerse a construir de forma imaginativa una buena imagen personal", lamenta.

Parte del cambio reposa en las grandes industrias, con un sistema de producción masiva que les permite recortar costes y crear más rápido para renovar las colecciones en tienda de manera casi constante; por otro lado los Estados, que deben controlar a estas empresas pero también en el consumidor.

El sistema lineal, consistente en comprar, usar y tirar, debe dar paso a uno de economía circular, es decir, sostenible y respetuoso con el medioambiente, que coloque en la cúspide de la pirámide la compra de nuevas prendas y que ponga por delante el cuidado de la ropa, arreglándola cuando sea posible, el trueque de prendas o la ropa de segunda mano.

Al haber disminuido la calidad de las prendas en los últimos años y con un nivel de producción anual de 100.000 millones de prendas, incluso el mercado de segunda mano se muestra saturado. Mientras avanzan las investigaciones de tejidos innovadores y reciclables, la solución pasa por adquirir moda en marcas sostenibles y, sobre todo, comprar menos.

"¿Qué hay detrás de una camiseta de 3 euros?", se pregunta Gómez. "Obviamente si soy una gran empresa y estoy contaminando todos los ríos en China -pues aunque se lo esté encargando a una empresa subcontratada, ésta tiene su responsabilidad ya que está haciendo mucho dinero con esa empresa textil-, los ríos sucios de China nos van a llegar a nosotros".

El problema de las fábricas deslocalizadas

La propia conservación de la prensa -uso, lavado y segundo uso o reciclaje- supone el 25% de la huella de carbono de la ropa.

Además del factor ecológico, los activistas incitan a las empresas a que se preocupen por las condiciones de los trabajadores de las fábricas de subcontratación, en su mayoría mujeres pero también niños y hombres, que son sometidos a sueldos insuficientes y condiciones de esclavitud.

El mayor escándalo que se recuerda en este sentido, fue el derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Bangladesh, en abril de 2013, donde murieron más de mil personas. Muchas de las grandes marcas que utilizaban sus servicios, ni siquiera sabían que dicha fábrica trabajaba para ellos.

"Hay que aprovechar las redes sociales y esta época en la que todo el mundo puede tener una página web para interpelar a las marcas y preguntarles de dónde viene la ropa que hacen", sugiere Gómez, recordando la iniciativa del popular movimiento Fashion Revolution que lanzó el hashtag "¿quién hizo mi ropa?" en Twitter, para que los usuarios reclamen más transparencia a las marcas.

El cambio en el consumidor requiere un esfuerzo, en primer lugar de información, que facilitan algunas páginas como Moda Impacto Positivo, la web de Ethical Fashion Show de Berlín o el índice de transparencia de Fashion Revolution, disponible en español.

 

Entrevistada

- Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next, Plataforma de Formación de Moda Sostenible.

Boletín de noticiasNoticias internacionales esenciales todas las mañanas

Siga toda la actualidad internacional descargando la aplicación RFI

Ver los episodios restantes
Página no encontrada

El contenido que solicitó no existe o ya no está disponible.