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No hay duda: en los países occidentales, se usa cada vez menos el dinero en efectivo y más el dinero plástico, es decir las tarjetas de débito o crédito. Algunos economistas, como Moisés Naim, creen que el fin del uso de los billetes y las monedas es inminente. ¿Pero qué tan cierta es esta afirmación?

América Latina sigue prefiriendo el dinero en efectivo.
América Latina sigue prefiriendo el dinero en efectivo. CC0 Creative Commons
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El primer lugar donde apareció dinero materializado fue China. Un invento que sorprendió al joven Marco Polo, hace más de 750 años, según explica Jorge Martín, experto en banca internacional: “La teoría de la evolución del dinero se remonta al siglo XIII cuando Marco Polo en sus viajes descubrió que se intercambiaban servicios y objetos materiales por unos papeles que tenían una unidad de valor que se corroboró después en el siglo XIV como dinero a través de la dinastía Ming de China”.

La empresa De La Rue es quizás el fabricante de dinero más famoso del mundo. Su tecnología es usada en la impresión de cerca de 150 monedas nacionales. También fueron los que fabricaron el primer cajero automático del mundo en 1967.

El presidente de la compañía, Martin Sutherland, estima que “el 85% de todas las transacciones a nivel mundial se hacen con dinero en efectivo. Un elemento muy interesante es que el 75% de la población, es decir tres cuartos de los ciudadanos del mundo, viven en un país donde el 95% de las transacciones son en dinero en efectivo”.

“Somos muy optimistas sobre el futuro del dinero en efectivo, ya que el número de billetes en circulación sigue creciendo en todo el mundo a un promedio de 3 o 4%”, prosigue. “La razón principal de este aumento es que el dinero es un mecanismo de pago fácil, efectivo, que funciona sin problemas, se encuentra en todos los lugares del mundo, es gratis de usar, sin costo extra para el usuario, es incluyente, socialmente hablando, porque aquellos que no tienen una cuenta bancaria, es decir el 40% de la población del mundo, puede usar efectivo como principal alternativa de pago. Por eso creemos que el efectivo tiene un futuro brillante”, subraya Sutherland.

Martin Sutherland asegura que hasta en los países más desarrollados, el uso del efectivo se ha incrementado: “Incluso en economías de países como Reino Unido y otras de Europa occidental, vemos un aumento en la circulación del dinero en efectivo. En parte, tiene que ver con el incremento del Producto Interno Bruto y el crecimiento de la población de esos países. También, porque es un mecanismo de pago robusto en el que los ciudadanos confían plenamente. También podemos decir que en estos países desarrollados, los ciudadanos tienden a usar varias formas de pago, no muchas, pero sí diferentes: ellos quieren tener dos o tres formas de pago para sus transacciones, por ejemplo tarjetas, una app en su teléfono móvil y efectivo”.

Suecia y el Reino Unido, cada vez menos pagos en efectivo

Suecia se ha puesto como objetivo convertirse en el primer país del mundo sin efectivo, algo paradójico si se tiene en cuenta que en 1661 este país nórdico fue el primero de Europa en implementar el dinero. Hoy en día, cerca del 90% de las transacciones se hacen por medio de transferencias electrónicas, gracias a aplicaciones como Switch.

El gobierno sueco estimula el uso del dinero plástico porque considera que es una manera de evitar el lavado de activos y la evasión de impuestos. No obstante, un 25% de los ciudadanos de ese país con menor acceso a la tecnología continúan usando el efectivo como su principal forma de pago.

En Reino Unido, los ciudadanos combinan en sus pagos diarios las tarjetas con el dinero en efectivo. Muchos pagan con tarjeta para controlar sus gastos, porque consideran que el efectivo se gasta más rápido.

Pequeñas tiendas y cafeterías que han habilitado el pago con tarjetas han visto una disminución de las transacciones en efectivo: “Hace cuatro años, cuando comenzamos con la máquina de pagar con tarjeta, recibíamos el 80% en efectivo. Hoy en día, estamos recibiendo el 50% en efectivo, y el otro 50% con tarjeta”, explica Alex González, propietario de un restaurante al sur de Londres.

América Latina sigue prefiriendo el dinero en efectivo

Santiago Montoya, un artista colombiano que reside en Miami, se ha vuelto famoso con sus propuestas artísticas en torno al dinero. Varias de sus obras se componen de billetes de los cinco continentes. Según él, el tema “está completamente condicionado al contexto en el que uno se encuentra. Una cosa es la circulación de billetes en una ciudad como Miami, y otra cosa muy diferente es alguna población en un rio, en una parte remota de Colombia. Mientras la tecnología no esté ahí, será más difícil encontrar cómo hacer un pago con tarjeta de crédito”.

Diferentes estudios muestran que en Latinoamérica, los ciudadanos siguen prefiriendo el dinero en efectivo. Para Maria Atkinson, ejecutiva de De la Rue, “en América Latina aún el público tiene mucha confianza en el billete y en el banco central que lo emite, y esto es muy importante”.

Sin embargo, la preferencia del efectivo en Latinoamérica está relacionada con los costos de las cuentas bancarias, como lo explica el empresario colombiano Phanor García: “Cobran por una transacción, cobran por una consulta, cobran por pedir un extracto, cobran por todo”, y por esa razón muchas empresas usan el pago en efectivo.

El caso de Venezuela es muy diferente: la crisis financiera que atraviesa el país y la hiperinflación dificultan el uso del dinero en efectivo. “Recientemente los bancos a través del gobierno comenzaron a liberar efectivos, pero hubo un largo periodo de tiempo, aproximadamente unos siete meses, en los que tuvimos que hacer absolutamente todas las transferencias y las transacciones de dólares a través del plástico”, explica Fernando Martínez.

Gobiernos como el de Suecia obran para la eliminación del dinero en efectivo porque consideran que favorece las políticas económicas y monetarias. Sin embargo, para defensores de los derechos civiles, esto perjudica a los ciudadanos porque permite la vigilancia masiva de los ingresos y los gastos, además de dejar a las personas a la merced de los bancos. Quizás, entonces, sea demasiado temprano para sentenciar el fin del dinero en efectivo.

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