El vencedor previsible de la elección presidencial del 18 de marzo, Vladimir Putin, deberá enfrentar una serie de desafíos: modernizar el país, lucha contra la corrupción y un creciente enfrentamiento diplomático, entre los más importantes.
Tras sufrir dos años consecutivos de recesión en 2015 y 2016 la economía rusa ha vuelto a crecer, aunque en forma insuficiente para garantizar un mejor nivel de vida de la población.
Durante su tercer mandato como Presidente de la Federación de Rusia Vladimir Putin impulsó una serie de reformas que permitieron una modernización relativa de la economía, aunque insuficiente para arrancar al país de su dependencia de las exportaciones de materias primas (sin contar el armamento).
Ahora “el país llega en unas condiciones favorables para Putin”, afirma el politólogo Francesc Serra, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona, especialista de Rusia. Pese a las sanciones internacionales de los últimos años, “la economía se ha estabilizado, tiene síntomas de crecimiento y ha regenerado una industria propia”, asegura.
Antonio Sánchez, profesor de política económica de la Universidad de Valencia, especialista en Rusia estima por su parte que la economía rusa sigue estancada y que esa situación viene de antes de la aplicación de las sanciones de occidente tras la invasión de Ucrania. La economía ha crecido de una manera irregular y en muchos casos no está claro si es un efecto estadístico”, considera. Según el especialista, las sanciones aplicadas por la Unión Europea (UE) en términos comerciales “no han tenido prácticamente efecto”, no así las que Moscú impuso en contrapartida a la UE.
Tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, la economía rusa inició un complejo y abrupto proceso de inserción en el mercado mundial. Los años 90 fueron de una larga travesía donde muchas de las principales empresas se privatizaron, muchas veces en condiciones opacas, que dieron nacimiento a una generación de oligarcas.
Putin logró reducir el porcentaje de la población en el umbral de la pobreza “de cerca del 40 % a menos de 20 %, y aunque sigue siendo mucho hay una percepción de mejora”, apunta Francesc Serra.
Entre los principales retos que enfrentará Putin cómo reactiva la industria de defensa, de manera que ésta pueda derramar recursos y dinamismo al resto de la economía. Y también la lucha contra la corrupción que gangrena el país, estima Antonio Sánchez.
El previsible resultado de las elecciones del 18 de marzo podría traducirse en una baja participación de los electores, y a su vez provocar serias consecuencias sobre la legitimidad del tercer mandato del nuevo Zar de Rusia como sus críticos lo llaman. Por ahora Putin aparece firme en su posición y nada en el horizonte cercano parece disputarle su autoridad; la mayoría de sus opositores hoy están en prisión.
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