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Vida en el Planeta

La monja que algunos quisieran callar en España

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En Cataluña, así como en casi toda España, el nombre de Sor Lucía Caram no deja a nadie indiferente. Aborto, homosexualidad, política y fútbol: la monja tiene opiniones firmes sobre todos los asuntos y no duda en decir lo que piensa a través de la televisión o de las redes sociales. No importa si se hace enemigos o si la llama a la orden el Vaticano.Por Maïwenn Bordron.

Sor Lucía Caram es originaria de Tucumán, en Argentina, y vive en Cataluña desde hace 25 años.
Sor Lucía Caram es originaria de Tucumán, en Argentina, y vive en Cataluña desde hace 25 años. WikimediaCommons
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Son las 5 de la mañana y aún no amaneció en Manresa, una localidad ubicada cerca de Barcelona. Pero en el Convento de Santa Clara, en lo alto de la ciudad, ya se notan algunos rayos de luz que salen de las ventanas. Sor Lucía Caram, una monja hiperactiva de 52 años, se está preparando para una caminata de una hora: cambió sus sandalias grises con velcro por zapatillas negras y rosas. Se apura un poco, ya que tiene que ir a buscar en auto a “Maxi” y Jesús, sus dos compañeros de caminata. Ambos recibieron ayuda por parte de esta monja cuando llegaron a Manresa y ahora forman parte de su entorno.

En 2012, la situación se volvió muy difícil en España y acudimos a Sor Lucía para pedirle ayuda. Yo tenía problemas de comida y de alojamiento. Vivía en un huerto y Sor Lucía decidió ayudarme con una vivienda”, explica Jesús, un colombiano de 65 años que vino a España para mantener a su familia. Ahora, gracias al trabajo social de la monja, comparte un piso en Manresa con dos otros hombres.

Lucha contra la pobreza

Cada uno con su linterna frontal, empiezan una caminata en la oscuridad, casi en silencio. “Es la mejor manera de empezar el día, me da fuerza”, confiesa Sor Lucía Caram. Es verdad que necesita energía para aguantar días llenos de varios encuentros, reuniones y visitas. En Manresa, inició distintos programas sociales para luchar contra la pobreza: un banco de alimentos, una residencia y duchas para los sin techo, un hospital de día para las personas que tienen deficiencias mentales y hace poco, una casa de la infancia. “Iríamos mejor si hubiera más Sor Lucía en el mundo”, afirma Santi, que acudió a uno de estos programas después de haber perdido su trabajo y su casa.

La monja, originaria de Tucumán en Argentina, vive en Cataluña desde hace 25 años. Forma parte de la congregación de las monjas dominicas contemplativas, que se dedican a rezar. Un aislamiento que experimentó durante cinco años en un monasterio de Valencia y que no pudo soportar. Decidió hacer su propia interpretación de lo que es la contemplación: “Descubrí que el claustro es el mundo donde mejor se contempla, pero no muchas personas están de acuerdo con mi definición”. Y agrega: “El cristiano que no sirve, no sirve para nada. En las plegarias en el convento, nos preguntamos cuándo empezó lo de la crisis: qué podemos hacer para toda esta gente que está viniendo cada día a pedir algo para comer al convento”. Sor Lucía Caram convive con tres otras monjas que tienen entre 67 y 93 años y que la apoyan en sus acciones.

En cuanto a las autoridades de la Iglesia, toleran este modo de actuar dentro de la Orden de los Dominicos, aunque a veces les cueste entender lo que implica, sobre todo en el ámbito de los medios y de las redes sociales. “A la Iglesia le cuesta adaptarse.  El general de los Dominicos, el francés Bruno Cadoré, no entiende mi presencia en los medios de comunicación. A veces me dicen que me utilizan o los utilizo yo. Creo que nos utilizamos mutuamente porque tenemos un mensaje para compartir”, expone la monja, que maneja perfectamente las redes sociales. Tiene 200.000 seguidores en Twitter y 17.000 en Instagram. A través de sus tuits, de sus historias en Instagram, da visibilidad a toda su acción social. Pero también usa las redes sociales para hablar de dos temas en los cuales está muy metida: el fútbol y la política. Dos temas que suelen generar discusiones animadas, o incluso encendidas.

Hincha del Barça

Sor Lucía Caram aprovechó su notoriedad para integrar la Fundación del FC Barcelona. Recibe, entre otras cosas, inversiones del club de fútbol catalán para su programa “Invulnerables”, que lucha contra la pobreza infantil. “Hay un tema que no voy a negar, soy argentina y para los argentinos, la pasión por el fútbol es muy grande. Me siento identificada con el Barça, con los valores de la Fundación del Barça cuando dice que es más que un club. Me cuestiono mucho todo lo que mueve el fútbol, estoy totalmente en contra y siempre lo digo pero me gusta el fútbol”, reconoce la monja que asiste a cinco o seis partidos por año en el estadio del Camp Nou.

La llamada “monja del Barça” está tan involucrada en el fútbol que suele comentar los partidos, hinchando sobre todo por Messi, el jugador argentino, y provocando a veces la ira de los hinchas del Real Madrid. “Arbitro ladrón”, “se están vendiendo doce gallinas por falta de huevos”, en referencia al color blanco de la camiseta del Real, son algunos de sus tuits que desencadenaron polémicas.

La monja “separatista”

Otros de sus detractores la llaman “la monja separatista”, ya que también es conocida por sus posiciones a favor de la independencia de Cataluña. Ella prefiere matizar su militantismo: “Yo no me declaro independentista, digo que votar en democracia es normal. Todo pueblo tiene derecho a decidir lo que quiere ser”.

Sor Lucía Caram aparece al lado de Carles Puigdemont en una foto, colgada en una pared de la residencia que recibe a personas sin hogar en Manresa. El entonces presidente de Cataluña, que se encuentra ahora en el exilio en Bélgica después de haber organizado un referéndum de autodeterminación, había elegido la ciudad de Manresa para su primera salida después de su llegada al poder. No es una mera coincidencia: la monja que se siente a la vez argentina y catalana es muy conocida dentro de Cataluña. Recibió el premio Catalana del año en 2015, otorgado por el Periódico de Cataluña, y la Cruz Sant Jordi en 2018, una de las máximas distinciones otorgadas por la Generalidad de Cataluña.

Es la persona que da visibilidad, clarividencia, contenido a todos los proyectos, no sólo por la resonancia mediática, sino también por todo lo que generan sus relaciones, su comunicación. Eso nos ayuda a recibir captaciones de recursos para la Fundación”, detalla Josep Rivera, responsable financiero de la Fundación del Convento de Santa Clara. Sor Lucía Caram se convirtió en una especie de figura salvadora a la que la gente acude para encontrar una solución a un problema.

Cristóbal, 63 años, puede atestiguar de la popularidad de la monja. Este voluntario que se autodefine como “portero del convento” recibe llamadas cada día: “La gente desesperada viene al convento preguntando por Sor Lucía, a veces viene a buscar trabajo. Unos quieren ayuda, unos quieren felicitarla, darles la gracia por todo lo que hace por los demás. Están sin luz, sin casa, quieren conseguir piso, ayuda con comida”. Pero el portero que ayuda a las cuatro monjas de lunes a viernes también tiene que manejar las llamadas de gente enojada. “Es una minoría. Dicen que Sor Lucía ayuda más a los de afuera que a los de aquí, mientras ayuda a todos, son cosas de tontos. A veces llaman insultando. Les cuelgo y ya está, la mejor respuesta es colgar”, relata Cristóbal, con una voz un poco irritada.

Incontinencia verbal

Entre la gente que llaman para insultar a Sor Lucía Caram, se encuentran miembros de la comunidad católica que se sienten ofendidos por algunas de sus tomas de posiciones. En un show de televisión muy popular en España, la monja provocó una polémica diciendo que “María estaba enamorada de José y era una pareja normal, y lo normal es tener sexo”.

Ella quiso hacer hincapié en la diferencia entre la interpretación teológica y biológica de la virginidad de María. “Cuando se habla de María como virgen y madre es un concepto de la teología: María era virgen antes, durante y después del parto, es una fórmula que la Iglesia repite. Me acusaron de apartarme de la doctrina de la Iglesia, de haber cuestionado cosas que habían firmado los papas. En estos momentos, había mucha gente que me tenía ganas y aprovecharon para hacer rodar mi cabeza”, denuncia Sor Lucía Caram que tuvo que pedir disculpas en un comunicado.

El Obispado de Vic, al que pertenece la congregación dominica de Manresa, la desautorizó públicamente después de esta polémica. “La verdad es que yo tengo incontinencia verbal”, se ríe Sor Lucía Caram. Si tuviera un lema, sería sin duda “el fin justifica los medios”. Sus acciones en el ámbito social tienen más importancia que la imagen que envía. Algunos dirán que el hecho de ser argentina como el papa Francisco la protege contra sanciones del Vaticano. Pero más allá de la nacionalidad, su compromiso en la lucha contra la pobreza responde perfectamente a las prioridades del papa que eligió el nombre Francisco, en referencia a San Francisco de Asís, que se dedicó a los más pobres. Eso puede explicar que Sor Lucía Caram nunca fue sancionada por el Vaticano: sólo fue convocada por el papa Francisco para justificarse.

Un poco amparada por su trabajo social, la monja argentina actúa y dice lo que piensa como si “no estuviera nadie al lado”. Participó en otro show de televisión con Nacho Vidal, un actor porno español. “Era un programa de personas que piensan diferente, que son muy opuestas y los ponemos a dialogar a ver si se pueden entender. No tenía idea de quién era, sólo sabía que iba a grabar con un actor”, afirma Sor Lucía Caram, que se enteró de lo que significaba el nombre de Nacho Vidal poco antes del show. “La empresa que hacía esto se había comprometido a que por cada visualización del video daba 15 céntimos para un programa contra la pobreza infantil. En un día, vieron 7,5 millones de personas el video. El actor porno y la monja, esto fue una cosa que se hizo viral”, detalla la monja, con una risa de orgullo.

Su mentalidad abierta también se refleja en temas de sociedad que suelen remitir a la falta de tolerancia de la Iglesia. Tampoco revoluciona la posición del Vaticano sino que permite reforzar la imagen progresista de los católicos. “Yo estoy a favor de la vida siempre, el aborto es un fracaso. En todo caso, lo que tenemos que hacer es acompañar a una mujer que sufre. Nosotros no podemos juzgar el interior de una persona”, analiza la religiosa de 52 años. Tiene el mismo tipo de discurso respecto a la homosexualidad: “No hay una única forma de amar, hay muchas formas de amar. Yo confieso que con la forma en la que fui educada, la cultura de la que vengo, me costó mucho aceptar el tema. Yo creo que hay que entrar en diálogo con las personas y a partir de ahí te cambia la vida cuando no pones etiquetas”.

Dentro de la Iglesia, que es más conocida por su rigidez que por su apertura, estas posiciones incomodan. Pero en Manresa, a los que conocen a Sor Lucía Caram y su dedicación a los pobres, no les importa. María Esperanza, una voluntaria de 82 años que ayuda en varios programas sociales iniciados por la monja, lamenta que la gente sólo vea lo negativo. “De ella, yo no puedo hablar más que bien. Veo lo que hace con los niños, con los pobres. Siempre tiene los brazos abiertos para todo el mundo”, confiesa la voluntaria que va “a misa cada domingo” y que viene de una “familia católica de siempre”. Y añade, por si quedaban dudas: “Yo la quiero mucho”.

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