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Enfoque Internacional

“A estos niños les pusieron el sello de terroristas”

Primera modificación:

El chileno-sueco Patricio Gálvez, de 50 años, viajó a Siria para recuperar a sus siete nietos. Su hija Amanda y su marido, Michael Skramo, miembro destacado del grupo Estado Islámico, murieron en enero y marzo de este año respectivamente. Abandonaron Gotemburgo (Suecia) donde vivían juntos, y ya con cuatro hijos, en 2014 con la excusa de hacer un viaje a Turquía. Los siete niños se encuentran actualmente en el campamento de Al Hol, al noreste de Siria, donde se amontonan 80.000 personas. Las autoridades suecas y chilenas colaboran con las autoridades kurdas para sacar a los niños, el menor tiene un año. Tras ver a sus nietos el lunes pasado, Gálvez ahora está en Erbil, en el Kurdistán iraquí, esperando un documento para poder reingresar a territorio sirio.

En un hospital en Hasaka, noreste de Siria, niños, hijos de combatientes del grupo Estado Islámico, sufren de malnutrición. 5 de abril de 2019.
En un hospital en Hasaka, noreste de Siria, niños, hijos de combatientes del grupo Estado Islámico, sufren de malnutrición. 5 de abril de 2019. REUTERS/Ali Hashisho
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RFI: ¿Cómo van los trámites para poderse llevar a sus nietos?

Patricio Gálvez: Hay una comunicación muy abierta entre las autoridades suecas y las chilenas. Los suecos están hablando con la administración kurda de Siria para que me permitan traerme a los niños. No sé exactamente en qué va a derivar eso una vez atraviese la frontera y me comunique con los representantes kurdos. Ahí podré saber más, saber qué tan cierto es lo que Suecia me dice. Suecia me dice que está todo listo y que puedo ir a buscar a los niños, pero la verdad es que eso, del dicho al hecho… Ahora me acabo de cambiar de hotel en Erbil (Irak), a uno más barato, porque si consigo mi objetivo de sacar a los niños del campamento Al Hol y traerlos a Erbil, tendré que estar unas dos semanas para hacer todos los trámites con el consulado sueco para conseguir los pasaportes. Ahora estoy esperando el permiso para cruzar la frontera. Si llega el permiso, este martes a primera hora me iré en auto hasta Siria para hablar con las autoridades kurdas para evacuar a los niños.

RFI: ¿Cómo están los niños?

PG: El lunes pasado los vi. Me permitieron verlos durante tres horas. No están en muy buen estado. Tienen infecciones pulmonares y están muy desnutridos. Han sufrido mucha hambruna durante tres meses. El último mes fue terrible. El más pequeño estuvo a punto de morir. Lo trataron en un hospital y ya está recuperándose. Pero allá es todo relativo. Lo que pueda ocurrir con los niños es todo relativo. Lo único que quiero es sacarlos de ahí y meterlos en un hospital. Conseguí que la Cruz Roja me ayude con ese trámite para poder ingresar a los niños en un hospital.

RFI: ¿Hay buena predisposición del consulado sueco?

PG: Me están ayudando. Como mi caso se hizo tan viral, están haciendo lo posible para brindarme ayuda rápidamente. Lo bonito de todo esto es que ahora Suecia ha podido abrir los ojos y a lo mejor en un corto plazo de tiempo van a poder evacuar a los demás niños huérfanos suecos. Para mí es una satisfacción. No quiero sacar ninguna gloria de esta cuestión. Yo estoy aquí para salvar a los niños pero me alegra que esta ayuda de la prensa haya elevado la cuestión a un nivel que finalmente se ha entendido el problema fundamental de esto. Porque, a estos niños, los países europeos les pusieron el sello de terroristas, de niños peligrosos, como si estos niños cuando empiecen a crecer fueran a colocar bombas. Esa fue la mentalidad que han tenido los suecos, los franceses, los belgas. Todos de alguna forma han tenido ese miedo. ¡Qué estupidez más grande creer que niños pequeños, inocentes podían heredar ese error que cometieron los padres! Ahora es cuando se han dado cuenta las autoridades del error que habían cometido. Hay niños que están muriendo. Hace tres meses que les digo a los suecos que este día iba a llegar, que los niños iban a quedar huérfanos y que nos teníamos que ocupar de ellos.

RFI: ¿Quién se ocupa de los niños en el campamento de Al Hol?

PG: El personal es gente muy joven que está gestionado por la región kurda. Cuando estuve me dijeron que me los llevara pronto porque no hay medicamentos suficientes, no hay comida suficiente. Cuando yo estuvo el lunes pasado, los niños me pedían comida, me decían: “Abuelo, tenemos hambre”. Yo les traje comida y medicamentos, pero no sé. Los niños quieren salir de allí. Han sufrido mucho. Llevan sufriendo cinco o seis meses. Vivieron huyendo todo el tiempo.

RFI: ¿Dónde se había instalado su hija con su marido y sus hijos?

PG: Al principio estuvieron creo que unos dos años en Raqa. Pero cuando el grupo Estado Islámico pierde la ciudad en 2017 todo se convirtió en una huida constante.

RFI: ¿Se pudo comunicar con su hija durante estos años?

PG: Sí, me mandaba mensajes diciéndome que no me preocupara. En un comienzo me decía que las cosas iban a cambiar. Yo traté todo el tiempo de convencerla de que por favor dejara ese país y volvieran pero nunca logré convencerla. La cosa terminó dramáticamente. Los niños podrían haber muerto todos. Mi hija murió el 3 de enero pasado, de ahí siguió el padre (Michael Skramo) hasta llegar a Baghuz. Allí trataron las abuelas de convencerle para que entregara a los niños. Pero no lo hizo. Así que cuando él murió el 4 ó 6 de marzo, la mujer que estaba con él logró salir con mis siete nietos y otros dos niños. Me gustaría agradecérselo. Todos sabemos que esta mujer estuvo combatiendo con el grupo Estado Islámico, pero gracias a ella, mis niños están con vida. Me da mucha pena de que los gobiernos no hayan entendido el problema desde el comienzo y hayan encerrado a estos niños y los han catalogado de personas non gratas, como si estos niños no fueran humanos, a los que no se les tenía que ayudar. Es muy duro.

RFI: ¿Hay más niños suecos en la situación de sus nietos?

PG: Hay 80 niños suecos huérfanos, pero podrían ser más. Algunos están viviendo con sus madres, pero también tendrían que ser evacuados porque muchas están enfermas. Toda esa gente que venía de Baghuz llegaron con infecciones urinarias, con infecciones pulmonares, hambruna, diarrea. Y llegaron a un campamento donde no pueden ayudarles. Las organizaciones como la Cruz Roja no tienen una acción continua en el campamento. Necesitan permisos para entrar. Y ese trámite dura días o semanas. Es una cosa enfermiza. Los kurdos quieren que los países se los lleven.

RFI: ¿Los padres de Michael Skramo le apoyan?

PG: Por supuesto, ellos han estado luchando mucho para que los niños se salven, al igual que yo. Lo que pasa es que yo en cuanto tuve la oportunidad de viajar, cuando obtuve el permiso para ingresar, coloqué en la maleta ropa para niños, alimentos, un amigo médico me pudo prescribir medicinas y dije yo me voy porque tengo que salvar a estos niños y tengo que encontrarlos. Sabíamos que los niños posiblemente habían salido, pero siempre fueron especulaciones, nadie podía decirnos concretamente si estaban los niños y donde estaban los niños. Y hoy mismo, uno no puede llamar al campamento y preguntar cómo están los niños. No hay comunicación. No hay oficinas. No hay organización logística en esos campamentos. La gente está desesperada. Los abuelos estamos desesperados. No existe ni la posibilidad de tener esa calma de saber cómo están. Lo único que se sabe es que cada día mueren niños.

RFI: Estamos ante situaciones de una extrema urgencia

PG: Hay urgencia, por supuesto que hay urgencia. El problema es que los gobiernos que tendrían que haber atinado antes, no lo han hecho porque en Europa ha habido una política dura con esto. Están resentidos porque fueron a pelear con el grupo Estado Islámico. Pero ¿qué culpa tienen los niños? Eso es lo que ellos nunca pudieron entender.

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