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Bulgaria

El papa advierte sobre la despoblación de Bulgaria

Francisco expresó su preocupación por la despoblación de Bulgaria, y pidió que el país actúe para erradicar la emigración masiva de su juventud y combata el "invierno demográfico" que atraviesa. De visita en ese país el papa también pidió a los búlgaros que no se cierren "a quien llama a (sus) puertas".

El papa Francisco en Sofía, 5 de mayo de 2019.
El papa Francisco en Sofía, 5 de mayo de 2019. REUTERS/Yara Nardi
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El papa llegó por la mañana a Sofía, para un viaje de tres días en Bulgaria y Macedonia, dos países de mayoría ortodoxa, donde hay menos de 1% de católicos entre sus pobladores.

Bulgaria perdió "más de dos millones de connacionales" en estas últimas décadas, advirtió Francisco, ante las autoridades políticas y civiles del país, describiendo "la despoblación y el abandono de tantos pueblos y ciudades".

Según Naciones Unidas, Bulgaria es el país que pierde más rápidamente población en el mundo, debido a la emigración, una natalidad baja y una mortalidad superior a la media europea, un fenómeno que afecta a numerosos países de los Balcanes y de Europa central.

La población búlgara, hoy en día de siete millones de habitantes frente los nueve millones tras la caída del comunismo, podría pasar a 5,4 millones en 2050.

Infatigable defensor de los refugiados, el pontífice argentino abordó después el tema de aquellos que huyen "de la guerra y los conflictos o la miseria", una cuestión muy sensible en Bulgaria. El papa sugirió que el desarrollo económico y civil del país pasaba por un "encuentro" entre culturas y religiones diferentes.

Este país fronterizo con Turquía, el más pobre de la Unión Europea, ha visto transitar un número importante de migrantes durante la crisis migratoria de 2015 y 2016.

El programa del papa incluye una visita, el lunes, a un centro de acogida de la periferia de Sofía para saludar a refugiados.

El partido conservador del primer ministro Boiko Borisov gobierna desde 2017 con formaciones nacionalistas, cuyos representantes "recurren a los discursos de odio", según el último informe de la rama búlgara de la oenegé Comité de Helsinki.

"Es fácil levantar muros, pero es difícil construir puentes", dijo este domingo al papa el jefe de Estado búlgaro, Rumen Radev, cercano a los socialistas, asegurando que la "sociedad búlgara no tolera el racismo ni la xenofobia".

El momento más complejo del día tuvo lugar a puertas cerradas, en la sede de la Iglesia ortodoxa búlgara, con su patriarca, Neófito, y su "santo sínodo" de dirigentes. El papa y el patriarca se besaron tres veces en un ambiente distendido, según un periodista presente.

Hace un mes, sin embargo, los miembros del sínodo rechazaron por unanimidad cualquier servicio religioso o de oración junto al líder de 1.300 millones de católicos, cuya autoridad no reconocen. El lunes no irán a un encuentro interreligioso "para la paz".

Este domingo, el papa Francisco defendió ante ellos la unidad de los cristianos, hablando de "ecumenismo de la sangre", en referencia a las persecuciones contra los cristianos.

"¿Cuántos cristianos en este país sufrieron por el nombre de Jesús, en particular durante la persecución del siglo pasado?", recordó, en alusión a los 45 años del periodo comunista.

Los cristianos perseguidos en el mundo "nos piden que no nos quedemos encerrados", reiteró el pontífice.

En este punto "las opiniones coinciden", declaró el patriarca Neófito de Bulgaria. Recordando una larga historia cristiana de "tristes controversias y de cismas", aseguró al papa su "respeto recíproco", aunque destacó que su Iglesia no quería hacer "compromisos con la fe".

El papa fue luego acompañado hasta la catedral ortodoxa de Alejandro Nevski, el principal monumento de Sofía, por el responsable ortodoxo búlgaro de Europa occidental y central, que no tiene un rango tan elevado como el patriarca.

Solo y en silencio, Francisco rezó ante el trono de los santos Cirilo y Metodio, dos hermanos venerados por haber evangelizado a los eslavos en el siglo IX.

Encerrada en sí misma, bajo influencia de Rusia, la Iglesia ortodoxa búlgara se endureció tras una escisión poscomunista en 2001.

Algunos fieles búlgaros reprochan esta actitud de su Iglesia: "Soy cristiana ortodoxa, pero admiro la apertura y la sensibilidad del papa. ¿Por qué apegarse a dogmas de la Edad Media? No hay más que un Dios", consideró Dora Kraysheva, de 48 años.

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