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Festival de Cannes 2010

Guerra de memorias en Cannes

La película argelina “Hors la loi” de Rachid Bouchareb sobre la Guerra de Argelia reabre heridas de ambos lados del Mediterráneo, creando una controversia en el festival. La otra película en competición de hoy es “El tío Bonmee recuerda sus vidas pasadas”, de Apichatpong Weerasethakul, de una belleza plástica admirable. Las críticas del enviado especial de RFI a Cannes.  

El director Rachid Bochareb posa con actores de su elenco, de izquierda a derecha: Sami Bouajila, Chafia Boudraa, Jamel Debbouze y Roschdy.
El director Rachid Bochareb posa con actores de su elenco, de izquierda a derecha: Sami Bouajila, Chafia Boudraa, Jamel Debbouze y Roschdy. ©Reuters
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“Hors la loi” (Fuera de la ley) de Rachid Bouchareb es una de las dos películas en competición este viernes. Cuatro años después del éxito de “Indígenas”, que se llevó el premio colectivo de interpretación masculina en Cannes, el director franco argelino Rachid Bouchareb vuelve bajo pabellón argelino a este festival con “Hors la loi”.

Concebida como un triller político con acción y emoción, cuenta la historia de tres hermanos argelinos entre 1925 y 1962. Una saga familiar a la Scorsese, rodada con rigor, buena dirección artística y los mismos actores que en su película anterior: Jamel Debouze, Roschdy Zem y Sami Bouajila.

Tras un preámbulo sobre la expropiación de las tierras de los argelinos por los colonos franceses en los años veinte, y de los años de la postguerra con la lucha por la independencia, el guión se centra en la organización de la resistencia en Francia por el FLN, gracias a los “porteurs de valises”, así se llamaba a los franceses solidarios con los independistas que transportaban fondos para la resistencia argelina.

“Hors la loi” ha llegado con mucha polémica y protestas. Este viernes, unas 12.000 personas protestaron en Cannes contra una película que acusan de “falsificar la historia”. Entre los manifestantes, encabezados por el alcalde UMP (conservador) de Cannes, se encontraban ex combatientes franceses, militantes de extrema derecha del Frente Nacional, harkis (árabes que lucharon del lado francés) y “pieds noirs”.

La manifestación, convocada para “rendir homenaje a las víctimas francesas”, fue condenada por la asociación SOS Racisme, que acusó a la alcaldía de “asociarse a fuerzas de extrema derecha, entre ellas el Front National”.

El tema sigue siendo tabú en Francia, Argelia es una herida no cicatrizada en este país, pero Bouchareb sabe evitar con su ficción todo maniqueísmo.

Sus tres hermanos representan las contradicciones de esa misma resistencia, uno es el ideólogo dispuesto a todo, que utiliza la espiral de la violencia para servir su causa, otro es hombre de acción y el tercero un proxeneta apasionado por el boxeo. 

¿Era la guerra de independencia de Argelia una guerra justa contra el colonialismo francés? Bouchareb pretende abrir el debate y responde afirmativamente con serenidad, y con acertada emoción. Y en su preámbulo subraya el origen justo de esa guerra, sucia como todas las guerras, en la que hubo acciones terroristas de ambas partes.

“Hors la loi” se alza como una posible aspirante a la Palma de Oro de este festival, a menos que la polémica política le sea desfavorable. Hasta ahora son dos las que a mi juicio pueden merecer el máximo galardón: la de Bouchareb y la película coreana “Poesía” de Lee Chang Dong. Ambas películas muy logradas y de géneros muy diferentes. En los pronósticos de la prensa se da también como favorita a “Another year” del británico Mike Leigh.

Reencarnación en la Tailandia moderna

“El tío Bonmee recuerda sus vidas pasadas” de Apichatpong Weerasethakul es una película tailandesa en competición de un gran cineasta autor, militante contra la censura en su país, que obtuvo el premio del jurado en Cannes en 2004 con “Tropical Malady”, que abordaba el tema de la homosexualidad. Vuelve ahora Apichaptong con un film que como aquel nos habla de animales en la jungla, de fantasmas y espíritus en los que los muertos se reencarnan, mezclando fantasía y modernidad. 

Su estilo es inconfundible, de una belleza plástica admirable, pero en esta ocasión nos habla de la vejez, de la enfermedad, del nacimiento, la muerte y la reencarnación prometida por la religión budista, en esa Tailandia moderna, conocida tan solo a través de algunos estereotipos en Occidente.

Consigue Apichatpong una obra coherente y poética, con monstruos y espíritus, que hacen pasar del otro lado del espejo a sus personajes. Apichatpong es algo así como un Jean Cocteau del cine tailandés, si bien su cultura tiene códigos que escapan al espectador occidental.
 

 

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