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Carrusel de las Artes

El arte de la feria tiene su museo en París

Primera modificación:

Durante el verano boreal, el museo privado de la feria en París o Musée des Arts Forains, que se encuentra en el barrio de Bercy, abre sus puertas para que niños y adultos viajen por las ferias del pasado.

www.arts-forains.com
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En el barrio de Bercy, en el sureste parisino, un museo muy particular se esconde detrás de gruesas rejas y muros de piedra. La única manera de entrar es reservando su visita ya que es un museo privado. Parece a primera vista una casa de campo en pleno París. Al llegar, los visitantes se congregan en medio de un patio rodeado de árboles donde se organizan espectáculos. Sin saberlo, ya estamos en el museo. Específicamente, en el Teatro de la Vegetación, uno de sus cinco espacios.

El Teatro de la Vegetación.
El Teatro de la Vegetación. www.arts-forains.com

La arquitectura del lugar se debe a sus orígenes: anteriormente llegaban al barrio de Bercy todas las mercancías que transitaban por el Sena, y particularmente el vino. A partir del siglo 18, se construyen almacenes llamados "chai" (bodega) para conservar este producto en toneles gigantescos. Hoy en día uno de esos antiguos almacenes alberga este museo.

La idea nació “del amor que tiene Jean-Paul Favand para los objetos de curiosidad. En las ferias del siglo 19 había muchos objetos de curiosidad y el señor Favand creó un escenario gigante para ellos. No es un museo del pasado, es un museo vivo, del espectáculo. La colección es única en Europa”, nos cuenta Liber, guía del museo. El lugar también es único porque la gente puede tocar los objetos y subirse a las atracciones: “es como un sueño despierto, un viaje al pasado pero con magia”, añade Liber.

Con esa introducción entramos entonces a este mundo mágico, al Teatro de lo Maravilloso donde nos da la bienvenida un elefante que lleva en su lomo un globo aerostático. La sala contiene piezas de la exposición universal que se llevó a cabo en París en el año 1900, pero la estrella es el Derby, un juego de carrera de caballitos: los once participantes tienen una bola como las de billar, y el objetivo es meterla en agujeros que hacen avanzar los caballos de estaño a diferentes ritmos. El primero que llega gana, pero el segundo, según la tradición, tiene que pagar el almuerzo a todos.

El Teatro de lo Maravilloso y su elefante.
El Teatro de lo Maravilloso y su elefante. www.arts-forains.com

En los Salones Venecianos, un carrusel de madera con estética italiana que imita el movimiento de las góndolas espera a los visitantes que quieran tener el privilegio de dar un par de vueltas en la atracción. A unos pasos de ahí figuras del carnaval de Venecia les ofrecen un concierto privado.

El plato fuerte de la visita es el salón que lleva el mismo nombre del museo y que reproduce las atracciones de la Belle Époque francesa, o sea el periodo comprendido entre las últimas dos décadas del siglo XIX y el estallido de la Primera Guerra Mundial. En aquel entonces, un carrusel era toda una obra de arte y habían dos escuelas: la alemana y la francesa. Los alemanes ponían una cola artificial a los caballos mientras que los franceses la labraban en madera. Eran juegos sólo para adultos: los creadores de atracciones empezaron a interesarse en los niños después de la guerra.

El carrusel de bicicletas.
El carrusel de bicicletas. www.arts-forains.com

La pieza maestra de todo el museo es otro carrusel hecho con bicicletas montadas en un riel. Para avanzar hay que pedalear, y el artefacto puede ir hasta 60 kilómetros por hora gracias a la fuerza centrífuga.

Tras la visita que deja encantados a todos los visitantes, las pesadas rejas se vuelven a cerrar y el sitio vuelve a su calma campestre.
 

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