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Francia

El ministro de Economía asoma como candidato presidencial

Aunque no lo anunció explícitamente, Emmanuel Macron dejó este martes en claro sus ambiciones para las presidenciales de 2017 con “En marcha”, un movimiento que promete trascender las diferencias entre derecha e izquierda.

Emmanuel Macron durante su primer acto político al frente de "En Marche!", el 12 de julio de 2016 en París.
Emmanuel Macron durante su primer acto político al frente de "En Marche!", el 12 de julio de 2016 en París. REUTERS/Benoit Tessier
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Con 38 años, el ministro de Economía de Francia, Emmanuel Macron sueña con la presidencia francesa, aunque hasta el momento se ha abstenido de decirlo con claridad.

El martes, ante 3.000 personas reunidas en una sala parisina, el ex banquero expresó que llevará su movimiento En Marche! (¡En Marcha!) "hasta 2017 y la victoria".

Lo cierto es que el año que viene son las elecciones presidenciales y la popularidad de François Hollande –mejor dicho la falta de ésta- suscita vocaciones en las propias filas gubernamentales, empezando por el primer ministro Manuel Valls, que de momento tampoco ha explicitado del todo sus intenciones.

Entretanto, Macron irrumpe con un estilo propio. No está afiliado al Partido Socialista aunque se reivindica de tradición izquierdista; trabajaba como ejecutivo de la banca de negocios Rothschild donde ganaba un millón de euros anuales hasta que Hollande lo llamó primero como asesor y luego como ministro.

Los franceses, que lo ubican como uno de los más populares candidatos a presidente según las encuestas, aparecen también fascinados por la historia romántica de Macron, quien se casó con una antigua profesora suya de la escuela secundaria, 20 años mayor que él.

Recelos de la izquierda

Las críticas a Macron llueven sobre todo desde el ala izquierda del socialismo, la izquierda radical y los sindicatos, que lo ven como un infiltrado que promueve políticas liberales.

Sus posiciones críticas respecto del Impuesto sobre las Fortunas, sobre el estatuto de estabilidad laboral de los empleados públicos, o sobre la jornada laboral semanal de 35 horas (todas leyes votadas en el pasado por el socialismo) ponen nerviosos a muchos dirigentes del PS.

En cuanto a Valls, ha intentado frenar a Macron. Fue terminante el martes cuando la prensa lo interrogó sobre el acto de su ministro: "Es hora que esto se detenga".

Sin embargo, horas después Macron respondía: "Nada nos va a detener”.
 

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