El burkini, objeto de intensos debates en Francia

Este verano cerca de 30 municipios costeros de Francia vetaron el uso de este traje de baño que se ponen algunas mujeres musulmanas para cubrirse la totalidad del cuerpo. Tras intensos debates en los medios y en distintas instancias judiciales, el Consejo de Estado francés invalidó la prohibición del burkini.

Una musulmana nada con un burkini puesto en Marsella, en el sur de Francia. REUTERS/Stringer

Los alcaldes que expidieron el decreto antiburkini explicaban que su uso en las playas podía suscitar agresiones y perturbar el orden público en un contexto post atentados yihadistas.

Este argumento preventivo sin embargo fue rechazado por la máxima instancia administrativa francesa. Al considerar que la prohibición del burkini atentaba gravemente contra las libertades personales y de conciencia, los jueces dieron la razón a una organización de defensa de los derechos fundamentales y un colectivo contra la islamofobia, que impugnaban los polémicos decretos.

Los alcaldes que prohibieron el burkini esgrimían un riesgo de desorden público: la alcaldía de la ciudad de Cannes considera por ejemplo que el burkini es un signo ostentoso de adhesión al yihadismo. Ahora que el Consejo de Estado rechazó estos argumentos, cabe preguntarse cuál era el verdadero motivo que llevó los alcaldes a prohibir el burkini.

El abogado del Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF), una organización que lucha contra la islamofobia, denunció por su parte que vetar el burkini equivale a castigar a las víctimas potenciales del racismo, una paradoja para una ordenanza supuestamente protectora.

Varios alcaldes franceses ya anunciaron a la AFP que van a mantener sus ordenanzas de prohibición.

Lo cierto es que por enésima vez, la religión musulmana estuvo de nuevo en el centro del debate público a iniciativa de la derecha, que a un año de las elecciones presidenciales considera que es prioritario legislar contra lo que llama el peligro islamista.

El expresidente Nicolas Sarkozy y candidato a un segundo mandato abogó esta semana por una ley que prohíba cualquier símbolo religioso ostentoso no sólo en la escuela, como es el caso ahora, sino también en las universidades, en las administraciones y en las empresas.

Entrevistada: Dominique Curis, encargada de los asuntos de libertades fundamentales en Amnistía Internacional.