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Francia

Segundo pulso en la calle contra la reforma laboral de Macron

Las organizaciones sindicales quieren obligar al gobierno dar marcha atrás a su propuesta de reformas del Código laboral que flexibiliza las condiciones de trabajo y de despido. El presidente Macron afirma que "la democracia  no es la calle".

Manifestantes desfilan en las calles de París  contra la reforma laboral del gobierno. Francia, 12 septiembre 2017
Manifestantes desfilan en las calles de París contra la reforma laboral del gobierno. Francia, 12 septiembre 2017 REUTERS/Gonzalo Fuentes
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"Estamos decididos a que las ordenanzas no pasen", afirma Philippe Martinez, Secretario General de la Confederación General de Trabajadores (CGT), la principal organización sindical convocante a la jornada de protesta nacional de este jueves 21, contra el paquete de medidas que modifica sustancialmente la actual ley laboral fijado por el gobierno.

El pasado 12 de septiembre decenas de miles de personas -223 000 según la policía y 500 000 según la CGT- manifestaron en las calles contra esa reforma. Este martes están programados más de 200 actos o manifestaciones en todo el país

Las ordenanzas consisten en un dispositivo de ocho medidas que modifican sustancialmente el actual código laboral.  Los acuerdos de empresa prevalecerán por encima de los acuerdos de rama, las instancias de representación de los trabajadores serán reunidas en una sola, las indemnizaciones que un empleado puede recibir por un despido injustificado serán limitadas en tiempo y en importe, los patrones podrán romper los acuerdos laborales existentes con objeto de negociar nuevas condiciones de trabajo, podrá haber negociaciones en ausencia de delegados sindicales en las empresas de menos de 50 trabajadores. Según el gobierno, ese dispositivo permitirá flexibilizar las condiciones de contratación y aligerar las de despido, para combatir el desempleo;

Aunque la mayoría de los sindicatos critican las ordenanzas, están divididos. Además de la CGT, sólo la Unión Sindical Solidaires (Solidarios), que agrupa a federaciones y sindicatos nacionales de diversos sectores, ha convocado a la jornada de huelga. Las direcciones de las otras tres grandes centrales (CFTC, FO, CFDT) no han participado en las jornadas de protestas, no así varios de sus sindicatos afiliados que reclaman mayor combatividad de sus dirigentes. Michelle Biaggi, miembro de la dirección de FO, justifica la estrategia de la dirección actual diciendo que los tres meses que duró la negociación entre el gobierno y los sindicatos "evitaron que sea una catástrofe total".

La movilización del 12 de septiembre fue la primera gran protesta social contra el gobierno de Emmanuel Macron, quien ganó la presidencia el pasado mes de mayo.  El presidente insiste en que  los franceses lo eligieron a sabiendas que impulsaría una importante reforma laboral.  Pierre Gattaz, presidente del Medef (Movimiento de Empresas de Francia) que agrupa a los principales  patrones, está feliz con la reforma a la que califica de "gran avance que favorecerá la confianza para reactivar el país".  El gobierno anterior  otorgó a los empresarios subsidios por más de 40 000 millones de euros a cambio de la promesa de crear un millón de nuevos puestos de trabajo. Los empresarios se distribuyeron el dinero pero faltaron a su promesa. Actualmente hay cerca de 5 millones de desempleados en el país.

El líder la CGT reiteró su llamado a las otras organizaciones sindicales para "formas de movilización unitaria". Su intención es acrecentar las movilizaciones y hacer confluir los diversos sectores descontentos con la política liberal del gobierno Macron. El próximo lunes los sindicatos de camioneros llaman a manifestar y realizar una huelga indeterminada; antes del fin de mes los jubilados  manifestarán contra el aumento a sus impuestos decidido por el gobierno; a mediados de octubre será el turno de los funcionarios públicos, descontentos por la supresión de decenas de miles de empleos. Los estudiantes podrían sumarse a las protestas, en razón de la reducción de las ayudas públicas decidida por el gobierno.  Preguntado sobre si no temía una ola de descontento social, Macron respondió "la democracia no es la calle". La prueba de fuerzas no hace sino comenzar.

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