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Francia

Malestar en el macronismo y caída de popularidad de Macron

Macron tiene la doble tarea de gobernar Francia y consolidar el partido que lo llevó al poder, La República en Marcha (LREM). Esta formación afronta turbulencias porque varios de sus miembros estiman que algunas decisiones contradicen lo que preconizaba Macron durante la campaña.

El presidente francés Emmanuel Macron.
El presidente francés Emmanuel Macron. REUTERS/Wolfgang Rattay
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“A La República en Marcha le cuesta mucho trabajo ponerse en marcha” dijo a la AFP un organizador de la campaña de LREM en París, que pidió el anonimato para no comprometer su posición.

Seis meses después de asumir la presidencia francesa, Emmanuel Macron se enfrenta a las primeras fisuras dentro de su partido, que designará mañana a su nuevo líder.

Macron logró lo que pocos creían posible al crear solo un movimiento centrista proeuropeo bautizado “En Marcha!” con el que barrió las elecciones presidenciales y legislativas en apenas un año.

Pero desde entonces, varias figuras del partido, que ahora cambió de nombre a La República en Marcha (LREM), admiten que después de haber captado en los primeros meses a más de 350.000 miembros, el movimiento está estancado.

Peor aún, 100 miembros del partido publicaron esta semana una carta abierta en la que anuncian que abandonan el movimiento, por una supuesta falta de democracia interna y prácticas del “viejo mundo” de la política.

Estos insurgentes que se hacen llamar los “100 demócratas” denuncian además lo que llaman la “coronación de Christophe Castaner”, un político cercano a Macron y único candidato en liza el sábado para retomar las riendas del partido en su congreso.

Castaner, actual portavoz del gobierno, será designado por un voto a mano alzada y no por voto secreto. "Un modo de organización digno del Antiguo régimen", denuncian los autores de esta carta abierta, un insulto supremo para un movimiento que nació con el deseo de romper los códigos de la vieja política.

Estas primeras fisuras aparecen además en un momento delicado para Macron que necesita una base sólida para enfrentar una caída de popularidad en los sondeos y la cólera de los sindicatos contra sus reformas consideradas por algunos como demasiado liberales.

El presidente requiere también un partido fuerte para ganar terreno en las próximas elecciones locales y regionales, etapas indispensables si quiere "transformar" Francia, como lo ha prometido

LREM fue extremamente eficaz durante la campaña electoral. Decenas de miles de voluntarios se movilizaron en todo el país, tocando puerta por puerta, distribuyendo folletos y animando mítines.

Muchos se sintieron atraídos por la promesa de Macron de hacer política de manera “diferente”, invitando a los ciudadanos a compartir sus propuestas para elaborar su programa reformista.

Pero una vez que el exbanquero de inversiones asumió el cargo en mayo pasado, los miembros más cercanos de su equipo fueron propulsados a cargos de asesores o ministros, dejando al partido sin sus principales promotores.

Los insurgentes del partido afirman que los comités locales "se han vaciado" desde las elecciones, algo que preocupa a otros responsables del movimiento.

La elección de Castaner este fin de semana dará un nuevo enfoque al partido, pero el opaco proceso que llevó a su nominación ha dejado a algunos activistas preocupados por la falta de democracia interna.

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