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Francia hoy

¿Los chalecos amarillos son de izquierda o de derecha?

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Llevan casi dos meses manifestándose por toda Francia. Se trata de un movimiento heterogéneo de jóvenes precarios, jubilados, desempleados, trabajadores pobres, camioneros, pequeños empresarios, sin portavoces ni interlocutores claros. Algunas veces se les asimila a la extrema izquierda y otras, a la extrema derecha. Angélica Pérez salió a la calle para intentar comprender qué ideología tienen los chalecos amarillos.

Manifestación de los chalecos amarillos en Grands Boulevards de París, 12 de enero de 2019.es Grands boulevards.
Manifestación de los chalecos amarillos en Grands Boulevards de París, 12 de enero de 2019.es Grands boulevards. AFP/Ludovic Marin
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"En la prensa hemos oído que hay extremistas de izquierda y de derecha pero aquí hay gente que nunca se había manifestado y que ahora sale a protestar. Hay gente que nunca había pertenecido a un partido político. Lo que quiere la gente es participar", explica un joven durante la manifestación de París.

Para el sociólogo especialista en movimientos sociales, Michel Wieviorka, el movimiento chalecos amarillos no es un movimiento político, sino un movimiento cívico con miles de revindicaciones dispares y complicadísimo que se traduzca en un solo partido político. "Ellos defienden la introducción del RIC, el Referendo de Iniciativa Ciudadana, ésta es una reivindicación muy fuerte, la de modificar la democracia y participar en la vida política. Pero hay mucha división entre los que dicen que no quieren participar en elecciones y los que dicen que hay que montar un partido político", asegura Wieviorka.

"Somos como corderos mirando el desastre. Creo que el RIC significaría responsabilizar a los ciudadanos, que nos saquemos los pañales, somos como bebés esperando a que los grandes jefes actúen por nosotros. Y los políticos ni siquiera se preocupan por el interés general, ni siquiera del suyo", dice una mujer desde la manifestación parisina.

"El gobierno desprecia a la gente" es una de las frases que más se repite. El movimiento surgió por el rechazo a un nuevo impuesto a los carburantes y un sentimiento de injusticia porque nada más comenzar su mandato, el presidente Emmanuel Macron suprimió el ISF, el impuesto a los más ricos.

Muchos son los chalecos amarillos que se quejan del dinero que tienen que pagar al Estado, como este jefe de empresa que tiene a su cargo a 36 empleados. "Tenemos demasiadas cotizaciones patronales. Sufrimos demasiado desprecio. Hay demasiada gente en la calle, vagabundos, gente que tiene que comer de la basura. Tenemos a un gobierno que nos desprecia, y que no entiende que el pueblo tiene hambre, y un pueblo que tiene hambre puede ser violento", denuncia el emrpesario.

Para el sociólogo Michel Wieviorka, se trata de reivindicaciones viejas pero con una novedad: las exigencias van hacia el Estado y no hacia los empresarios. "Toda esta gente no apunta a que los empresarios deben pagar más salario a los trabajadores, no tienen nada que ver con los sindicatos. Apelan al Estado. Esto es completamente nuevo", analiza el sociólogo.

Dentro del movimiento, durante estos casi dos meses de protestas, hemos visto declaraciones, incluso acciones de extrema derecha como el saludo nazi durante la manifestación en Montmartre en París el 22 de diciembre o la agresión verbal a una anciana judía en el metro.

Algunos de sus miembros en Internet abrazan las tesis complotistas. Muchos son euroescépticos, otros piden que se cierren las fronteras a los migrantes o que los militares aseguren un gobierno de transición. No son la mayoría, pero esto también existe dentro del movimiento.

"Lo que podemos saber y comprender hoy en día es que los chalecos amarillos se sitúan un poco fuera del juego tradicional tanto del voto, porque seguro que hay una tasa de abstención muy importante, como de los partidos políticos de gobierno. Sin duda, hay muchos que votan o que votarán por la extrema derecha de Marine Le Pen y en menor medida por la extrema izquierda de Jean-Luc Mélénchon", asegura Eddy Fougier, politólogo e investigador del IRIS, Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.

Tanto La Francia Insumisa de Mélénchon como la extrema derecha de Le Pen han intentando apropiarse el movimiento. Mélénchon incluso ha expresado su admiración por Eric Drouet, uno de los chalecos amarillos más conocidos y Florian Philippot, ex mano derecha de Marine Le Pen, ha registrado ya la marca 'Chalecos Amarillos' de cara a las elecciones europeas de mayo. Pero no será tan fácil recuperar a un movimiento que no tiene estuctura y que tiene unos perfiles tan poco definidos.

"A los fascistas ya los echamos en los años 40. Y si hace falta lo volveremos hacer. No hay problema. Y no vamos a permitir que secuestren el movimiento de los chalecos amarillos", dice la chaleco amarillo Michelle.

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