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Los franceses les gusta llamarla la granja más grande de europa, es el salón de la agricultura de Paris. Cita ineludible del mundo agrícola, que anualmente reune, al conjunto de actores del sector. Incluidos campesinos que exponen sus productos y también sus preocupaciones, a los habitantes de la capital y políticos de turno.

Viistantes en el Salón de la agricultura, febrero 2019.
Viistantes en el Salón de la agricultura, febrero 2019. ©LUCAS BARIOULET / AFP
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En medio de las sonadas demandas judiciales contra Montsanto, una de las preocupaciones que más inquieta al sector, es el emblemático glifosato, herbicida por excelencia. Como explica a Radio Francia Internacional Thierry Perret,director científico en Instituto de investigaciones agrícolas INRA :"Es el herbicida más vendido en el mundo, son cantidades extremadamente importantes y un casi monopolio al menos durante un período, en manos de una o unas pocas multinacionales. Es un herbicida que finalmente ha revolucionado las prácticas agrícolas y pemitido aumentar de manera muy significativa las superficies cultivadas, en particular en américa del sur: Brasil y Argentina"

La lucha contra las malas hierbas ha llevado a los agricultores a poner el énfasis en garantizar las cosechas con el menor esfuerzo, opción de la posguerra por la necesidad de producir alimentos en gran escala.Una ley del menor esfuerzo que tiene un costo para la salud y el medio ambiente.

Sylvain Perret, director del departamento Medio ambiente y sociedad del Centro de Investigaciones agronómicas para el desarollo CIRAD,

"Desde que la agricultura existe sobre el planeta los agricultores han buscado deshacerse de las malas hierbas. Primero lo hicieron a mano, como siguen haciéndolo en algunos países africanos, pero exige gran cantidad de mano de obra… horas de horas…. Con la llegada de la mecanización hace un siglo y medio, con un tractor y algunos dispositivos se podía ir más rápido… después aparecieron los herbicidas. Después de la guerra, con todo el reciclaje de los productos químicos desarrollados en particular por la industria alemana, que recicló sus productos destinados al armamento orientándolos hacia la agroquímica, pasamos a una etapa aún más fácil. La naturaleza humana va hacia lo que es más simple, pasamos de un esfuerzo muy duro, manual, al tractor y ahora a una simple pulverización."

La Confederation paysanne, sindicato altermundialista se opone abiertamente a los pesticidas como explica a RFI Christine Riva, campesina y miembro de la Confederación.

En cambio la Federación Nacional de sindicatos agricolas, ente gremial mayoritario, si bien no se opone abiertamente al uso del glifosato, se muestra más prudente, destacando la disparidad de casos. Por ejemplo entre un complejo cerealero y una modesta huerta frutal, donde los imperativos económicos son de escala diferente.

La variedad de actores y el volumen de los intereses en juego: industria aqroquímica, fliliales agrícolas, exportaciones, política agrícola europea, subvenciones... no facilitan la expresión de una voluntad común por un cambio de modelo, menos dependiente de los fitosanitarios.

Pero la inquietud de algunos productores, sumada a la presión de la sociedad, incluídos los procesos contra Montasanto, parecieran marcar un nuevo rumbo en la materia.

Entrevistados : Thierry Caquet, director científico en Instituto de investigaciones agrícolas INRA, Sylvain Perret, director del departamento Medio ambiente y sociedad del Centro de Investigaciones agronómicas para el desarollo CIRAD, Christine Riva, campesina y miembro de la Confederation Paysanne y la voz de Christain Durlin miembro del Consejo de administración de la FNSEA.

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