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Francia

El monopatín (patineta), acusado de ‘colonizar’ el espacio público de París

Están por doquier y ya forman, como en otras grandes ciudades, parte del paisaje urbano de París. Pero el espectáculo ya no es visto únicamente como un medio de transporte ecológico, deportivo y fácil de alquilar, sino como un objeto invasivo, peligroso y responsable de precariedad laboral.

Monopatines eléctricos en París.
Monopatines eléctricos en París. AFP/François Guillot
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La “trottinette” (monopatín, patineta, patín del diablo, según el país) es acusada de propiciar la anarquía en calles y aceras, causar accidentes a usuarios y peatones desprevenidos. El 17 de mayo pasado, la pianista Isabelle Albertin, que trabaja en la Opera de París, fue arrollada por uno de estos vehículos en plena capital francesa, provocándole una doble fractura del brazo, por lo que no sabe si volverá a poder tocar su instrumento.

Una semana más tarde, en el norte de la ciudad, una mujer que cruzaba la calle con su bebé de 7 meses atado a su cuerpo fue atropellada por un monopatín eléctrico que circulaba por la calle a contramano. La niña terminó en el hospital con heridas leves, pero su padre demandó a la alcaldía de París y pidió la prohibición de estos medios de transporte en boga.

No existen cifras oficiales sobre la cantidad de accidentados con estos vehículos, pero los médicos notan que los casos se multiplican. El profesor Alain Sautet afirma que por semana atiende en su servicio de cirugía ortopédica entre dos y tres casos. “Las personas de más de 40 años llegan con fractura de tobillo, de rodilla o de cadera. Los más jóvenes tienen sobre todo fracturas en los miembros superiores”, explica al diario Libération.

Se estima actualmente que hay unos 15.000 monopatines dispersos en París y antes de fin de año se espera que la cifra trepe a las 40.000 unidades.

Ante la ley de la jungla que plantean las “trottinettes”, la alcaldía de París adoptó recientemente multas de 135 euros para quienes circulen por la acera, y 35 euros para quienes aparquen en cualquier lado. Además, los menores de 12 años deberán llevar casco.

Sin embargo, el problema parece exceder los problemas de accidentes para conductores y peatones.

Mientras unos ven un avance ecológico en el transporte, otros denuncian una “ley de la jungla” desregulada por empresas que traen la cultura de Silicon Valley. “Estas empresas colonizan el espacio público, no respetan el derecho laboral, ni el desarrollo sustentable”, denuncia Gaspard Gantzer, candidato a la alcaldía de París.

“En nombre del lucro, quieren imponernos modos de vida que no están adaptados, que requieren una reflexión previa. Es un insulto a la política, que supone una deliberación”, protesta en Le Figaro el filósofo Éric Sadin.

En cuanto al impacto ecológico, hay que saber que la vida promedio de un monopatín en las calles parisinas e estimada en 28 días, antes de terminar como proyectil en una manifestación, alimentando una fogata, destrozado adrede o, simplemente, en el lecho del Sena.

Mientras los monopatines invaden las ciudades europeas y las autoridades buscan darle un marco legal, algunas urbes como Barcelona ya tiraron la toalla y prohibieron su alquiler.

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