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REVISTAS DE PRENSA

La reseña de la prensa francesa del 29 de agosto de 2016

El expresidente francés y candidato a las primarias de la derecha, Nicolas Sarkozy.
El expresidente francés y candidato a las primarias de la derecha, Nicolas Sarkozy. REUTERS/Gonzalo Fuentes
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Los diarios anuncian que este fin de semana empezó la batalla de las primarias aquí en Francia. De acuerdo con el conservador Le Figaro y el financiero Les Echos, del lado del centro-derecha será sobre todo un duelo entre el expresidente Nicolas Sarkozy el exprimer ministro Alain Juppé, que están muy parejos en los sondeos. Les Echos aclara que Juppé mantiene una corta ventaja y explica que este fin de semana los dos precandidatos tuvieron la oportunidad de mostrar sus diferencias sobre el tema más candente del momento: el famoso burkini. Mientras Sarkozy anunció que si vuelve a la presidencia propondrá al Parlamento una ley para proscribir el burkini a nivel nacional, Juppé por el contrario opinó que ha habido demasiada agitación en torno a ese asunto, que no es necesaria una ley y reiteró que se niega "a utilizar el miedo y los bajos instintos" para promover su candidatura. "No hay que seguir echando leña al fuego", dijo Juppé haciendo gala de moderación. Y es que, como subraya Les Echos, el exprimer ministro quiere seducir no sólo a los electores de centro-derecha sino a los desencantados del Partido Socialista.

Del lado de la izquierda también empezó este fin de semana la batalla por las primarias y en este caso no será un duelo. El comunista L'Humanité explica en efecto que el desafío de la izquierda en este momento es evitar la profusión de candidaturas, evitar la dispersión. Ya hay varios precandidatos de la izquierda en espera de que el presidente Hollande anuncie si va a presentarse o no a las primarias. Pero el matutino comunista subraya que solo el 5% de los franceses apoya una eventual candidatura de François Hollande.

La Croix publica por su parte una entrevista con el ministro del Interior Bernard Cazeneuve, centrada en la cuestión de cómo integrar a los musulmanes en la República y cómo luchar contra el extremismo religioso. Al respecto el ministro explica que ha dado consignas muy claras para que sean expulsados del país todos los predicadores extranjeros que fomentan el odio y el terrorismo desde las mezquitas o por fuera de las mezquitas, que ha ordenado el cierre de unas veinte mezquitas conocidas por sus tendencias radicales y que además se está haciendo un trabajo para evitar que los jóvenes se radicalicen. Por otra parte el ministro insiste en que laicidad implica tolerancia y dice que no cree que se necesiten más leyes aparte de las ya existentes para reglamentar el uso de ciertas vestimentas religiosas que están prohibidas en la educación pública y en la administración pública.

El diario católico se interesa además por el acontecer de América Latina, con artículos sobre Venezuela y Brasil. "Se acelera la cacería de brujas en Venezuela", titula el matutino para referirse a la detención este fin de semana del exalcalde de San Cristóbal Daniel Ceballos y a la purga decretada por el presidente Maduro quien ordenó destituir a todos los altos cargos de empresas públicas que hubiesen firmado a favor del referendo revocatorio. La Croix opina que la detención de Ceballos suena como una advertencia a la oposición que ha convocado una manifestación nacional el jueves próximo para exigir que se convoque el referendo.

El artículo sobre Brasil se titula: "La última batalla de Dilma Roussef". Se refiere por supuesto a que la presidenta librará hoy su última batalla para evitar la destitución, asumiendo su propia defensa ante el Senado. "Tendrá media hora para convencer a una tercera parte de los senadores de que haber maquillado las cuentas públicas no es una causal de destitución, pero tiene muy pocas chances de conseguirlo", comenta el periódico. Y anota que se trata en todo caso de un último "acto de coraje, a sabiendas de que las acusaciones no son más que un pretexto para sacar a la izquierda del poder". La Croix asegura que el talón de Aquiles de Dilma Roussef es que no sabe conciliar, no sabe manejar el juego político porque es "más dirigente que negociadora". Por esa razón -explica La Croix- "se aisló de sus aliados y asistió impotente desde el Palacio de Planalto a las maniobras de la oposición para apartarla del gobierno".
 

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