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Enfoque Internacional

Hungría: Viktor Orban tras el poder absoluto

Primera modificación:

El primer ministro de Hungría, Victor Orban, tiene casi segura su reelección  este domingo. Pese a los esfuezos de la oposición por evitar un cuatrienio más de autoritarismo nacionalista, "la propaganda es tan fuerte y eficaz que él (Orban) logra mantener su poder", afirma el experto húngaro en políticas públicas de la Unión Europea, András Baneth

El Primer ministro de Hungría, Viktor Orban, en cierre de campaña de las legislativas del 8 de abril en las que aspira a un tercer mandato consecutivo.
El Primer ministro de Hungría, Viktor Orban, en cierre de campaña de las legislativas del 8 de abril en las que aspira a un tercer mandato consecutivo. REUTERS/Bernadett Szabo
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“Hungría seguirá siendo Hungría”. Con esa promesa de campaña el líder ultraconservador Viktor Orban promete a los húngaros un país tranquilo y seguro, aislado de un Occidente imperialista y decadente y, sobre todo, ajeno al modelo multicultural que le quieren imponer desde Viena, París o Bruselas.

Las anteriores consignas repetidas por el Primer ministro húngaro durante su campaña son la oferta de continuidad de las políticas con las que su partido, el Fidesz, ha gobernado al país durante los últimos ocho años.

“Orban ha creado un discurso político de lucha, lucha contra la Unión Europea, lucha contra los inmigrantes. Pero lo que pasa en el país no le interesa. La educación, los hospitales y todo lo que sí le importa a la gente sigue deteriorándose. " opina el húngaro András Baneth, experto en políticas públicas de la Unión Europea (U.E.) quien explica que, pese a ello, la popularidad de Orban no ha disminuido gracias a una propaganda muy fuerte y eficaz que le permite mantener su poder.

Un andamiaje nacionalista

Si hay algo claro despues de los dos periodos de gobierno de Orban es que, independientemente del resultado de las legislativas de este domingo 8 de abril, el Fidesz logró instaurar y consolidar en Hungría un orden moral y jurídico ultraconservador.

De hecho, la primera medida de la mayoría oficialista, en 2011, fue modificar la Constitución con la introducción de referencias a las raíces cristianas, el matrimonio entre el hombre y la mujer y la defensa a la vida desde que comienza.

Tras la adopción de la nueva Carta Magna, el oficialismo embistió contra las instituciones judiciales, principalmente contra la Corte Constitucional a la que retiró la mayoría de poderes. Y en 2014, Viktor Orban fue revalidado en las urnas tras haber reformado el sistema electoral en su provecho.

Cuatro años después, el Fidesz tiene grandes probabilidades de ser el partido más votado en las parlamentarias de este domingo. También es muy probable que disponga de una mayoría que le permita gobernar solo por un cuatrienio más.

Pero además de edificar una estructura jurídica y electoral que le garantiza perpetuarse en el poder, Orban ha sabido seducir a un electorado conservador con una retórica xenófoba y nacionalista.

El politólogo András Baneth aclara que aunque las encuestas no son muy fiables porque "la mayoría de la gente responde con miedo pues depende de una manera u otra del gobierno", aproximadamente dos millones de húngaros -20% de la población- apoyan al Primer ministro.

Según Baneth, las capas de la sociedad que sostienen a Orban están constituidas por personas con bajos recursos, una marginalidad intelectual y política y que habitan en zonas rurales o, simplemente, lejos de la vida de Budapest, la capital. Aunque su vida no ha mejorado durante el gobierno de Orban las cuestiones que exalta su propaganda nacionalista resultan esenciales, afirma el experto.

El miedo a Otro

En 2015, durante lo más álgido de la llamada crisis de los refugiados, Victor Orban supo aprovechar la situación política para transformarla en una amenaza a la nación. Para ello, se configuró desde el poder un discurso de Estado basado en la exclusión racial y el miedo al inmigrante con el que se validaron las medidas tomadas por Budapest.

Hungría fue entonces uno de los primeros países del este de Europa en levantar vallas en sus fronteras para impedir totalmente la entrada de inmigrantes. Y hasta el día de hoy, el país no ha acogido a ningún solicitante de asilo de los 1.294 que le correspondía según las directivas de la UE.

En el imaginario de una buena parte de los húngaros el inmigrante es hoy “el enemigo número uno de la sociedad aunque no haya inmigrantes en Hungría ni en los países vecinos” afirma el politólogo. Y refiriéndose a la retórica del gobierno, Baneth estima que “fue una narrativa muy cínica pero muy útil para que los periodistas no escribieran sobre la corrupción y todo el dinero que el gobierno y sus amigos han robado”.  

Según la Oficina Europea de Lucha anti fraude, Hungría hace parte de los tres países de la Unión Europea (U.E.) que lideran los delitos de desvió y  malversación de fondos. La política ultra liberal de Víctor Orban favorece los intereses de su clan, dueños de la telefonía y la banca. Los impuestos de las empresas bajan mientras el patrimonio de la familia del Primer ministro húngaro ya sobrepasa los 22 millones de euros, señala la revista Forbes.

Operación mordaza

En la Hungria de Orban es moneda corriente los despidos de periodistas incómodos para el oficialismo y el cierre de diarios de izquierda. Además se ha instaurado un órgano de control de medios todopoderoso conformado exclusivamente por miembros del partido de gobierno y, paralelamente, se creó un imperio mediático privado en el que no tienen voz ni imagen las protestas de la oposición.

Asi, en estos últimos ocho años, el partido Fidesz de Viktor Orban ha logrado tomar el control de los medios de comunicación que propagan una retórica de derecha xenófoba y nacionalista.

 

Entrevista con András Baneth, especialista húngaro en políticas públicas de la Unión Europea, U.E.

 

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