Diez mil combatientes voluntarios se suman para luchar junto al régimen sirio
Los aliados regionales chiitas del presidente Sirio Bashar Al Asad se movilizan para apoyar al régimen que en los últimos dos meses ha sufrido importantes reveses. Miles de hombres viajan desde Irán, el Líbano e incluso Afganistán. El ejército no logra conseguir una cantidad suficiente de nuevos reclutas.
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Con Paul Khalifeh, corresponsal de RFI en Líbano
Los refuerzos afluyen desde distintos puntos de la región para apoyar al ejército sirio. Estas últimas semanas, unos 7.000 voluntarios iraníes, y chiítas iraquíes llegaron a Damasco por avión. Deben sumarse a otros 3.000, que también viajaron desde Líbano e incluso Afganistán.
La misión de esta fuerza de 10.000 hombres es proteger la capital, próximo objetivo de las fuerzas rebeldes, tal como afirmó la semana pasada Abu Mohammad al-Julani, jefe del Frente al-Nosra, la rama Siria de Al-Qaida, durante una entrevista con el canal catarí Al-Jazeera.
La prioridad de estos combatientes es proteger el mausoleo de Sayeda Zeinab, donde está enterrada la hermana del nieto del profeta Mahoma, el imán Husein, venerado por los chiitas. Desde un punto de vista más estratégico, el objetivo es intentar impedir que los rebeldes se apoderen del aeropuerto internacional de Damasco, al sur de la capital, que es la principal vía de reabastecimiento para el régimen sirio.
El Hezbolá libanés ha desplegado en siria unos 8.000 combatientes aguerridos para apoyar al ejército sirio. La mitad de ellos participa desde hace tres semanas en la batalla de Qalamun, que intenta hacer huir a los yihadistas de esta cadena montañosa en la frontera sirio-libanesa, al norte de Damasco.
También se encuentran entre los voluntarios chiitas afganos de la etnia de los Hazaras, reagrupados en el seno de la brigada de los “Famitidas”. Su número es desconocido, pero tienen una reputación de ser temibles combatientes.
Faltan soldados
Estos esfuerzos son una muestra de la reafirmación del apoyo de Irán para socorrer a sus aliados sirios. Pero también muestra la creciente debilidad, en el plano militar, del ejército sirio, que ya no puede responder solo ante la ofensiva de sus adversarios.
El principal desafío del régimen tras cuatro años de guerra es renovar a los efectivos del ejército. El reclutamiento es difícil, pese a todas las estructuras existentes. Contaría hoy con 125.000 elementos, en lugar los 300.000 que tenía al inicio del conflicto. A esto hay que sumarle unos cien mil voluntarios del Ejército de Defensa Nacional o de milicianos de los comités populares. Este número es insuficiente para contener los 70 frentes en el que luchan las tropas gubernamentales.
Según fuentes cercanas a Damasco, el ejército habría perdido unos 15.000 hombres estos últimos 12 meses. Pese a una fuerte campaña nacional a través de los medios oficiales, sólo 6.000 nuevos reclutas habrían sido enrolados en lugar de los 20.000 esperados. En tanto, el número de rebeldes supera los 70.000. Se entiende entonces que los aliados de Damasco se hayan movilizado fuertemente para darle una ayuda indispensable para continuar el combate.
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