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Enfoque Internacional

Menores palestinos responden a la opresión por la violencia

Primera modificación:

En Jerusalén, cada vez más ataques de palestinos hacia israelíes son de la mano de menores de edad. Algunos mueren en el acto y otros terminan presos. La causa de estas acciones violentas sería la desesperación debida a la opresión israelí.

Policía israelí registra a un niño palestino en la entrada de la Puerta de Damasco, el pasado 19 de febrero de 2016.
Policía israelí registra a un niño palestino en la entrada de la Puerta de Damasco, el pasado 19 de febrero de 2016. Reuters
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En la Puerta de Damasco de Jerusalén, más de una decena de policías israelíes vigila el ir y venir de palestinos, turistas y algún judío que se aventura a pasar por el lugar. Varios palestinos varones deben enseñar sus documentos de identidad.

En este punto de Jerusalén se han cometido varios ataques o intentos de ataques contra israelíes en las últimas semanas. Desde octubre, se han producido 230 ataques según Israel, de los cuales la mitad fueron cometidos por menores de 20 años. Concretamente, un 10% fueron cometidos por menores de 16 años.

Hadil Awwad forma parte de ellos. Tenía 14 años cuando el pasado noviembre fue al centro de Jerusalén con una prima de 16 años. El video de una cámara de seguridad la muestra con una tijera en la mano intentando agredir a una persona en el mercado más concurrido de Jerusalén. Recibió al menos nueve disparos, dice su madre, y murió en el acto.

Era una chica tranquila, una excelente estudiante que soñaba con estudiar medicina. Vivía en Qlandia, cerca de la ciudad palestina de Ramala. Su madre recuerda entre lágrimas cada minuto de aquella mañana, un día normal en el que pensaba que su hija había ido a la escuela: “Quería comprarse un gorro y me pidió 100 shekels, puso todas las cosas del colegio en la mochila y se fue. Salió de casa con el uniforme, le dispararon con el uniforme. Mi cuñada me llamó y me dijo que volviera a casa rápidamente porque dos chicas habían hecho un ataque en la calle Jaffa. Pensé que era imposible que fuera Hadil, pensé que estaba en la escuela, pero cuando vi el video en la televisión perdí la cabeza. Me gustaría poder preguntarle por qué lo hizo. Era una niña pequeña, tan pequeña”.

¿Qué lleva a jóvenes a intentar cometer estos actos prácticamente suicidas? La psiquiatra Graciela Carmon, de la ONG israelí Médicos por los Derechos Humanos, considera que las motivaciones son más emocionales que políticas y una de las causas principales se encuentra en la frustración provocada por la ocupación israelí: “Es la falta de ver en el horizonte algún futuro lo que lleva a estos chicos a hacer lo que hacen y a sentirse muy importantes dentro de la sociedad en que viven. Ellos saben que van a morir”.

Cuando estos adolescentes agresores no mueren, terminan presos. La población carcelaria menor de edad se ha disparado en los últimos meses. Según la organización de defensa de los presos palestinos Addameer, en este momento hay más de 600 menores en las cárceles israelíes.

La ley israelí es compleja. En la Cisjordania ocupada por Israel, los menores palestinos comparecen ante tribunales militares israelíes y un niño menor de 14 años puede ser juzgado y encarcelado hasta por seis meses. En Israel, no pueden ser encarcelados menores de 14 años pero el Parlamento israelí debate un proyecto de ley que prevé que los niños palestinos puedan ser enviados a prisión desde los 12 años por delitos llamados ideológicos como tirar piedras.

Sahar Francis, directora de Addameer, explica que “desde principios de octubre hasta hoy hubo unos 400 menores que fueron arrestados. Israel es plenamente consciente del impacto que generan estas detenciones de adolescentes de 14 o 15 años. La experiencia les acompañará durante toda la vida y de esta forma se afecta a toda una generación de la sociedad palestina”.

Abdu Nasser Odeh cumplió 14 años en una prisión israelí. Su familia vive en un barrio palestino de Jerusalén. El adolescente fue encarcelado en septiembre, cuando soldados israelíes encontraron en un jardín situado frente a la casa una bolsa con material que podría ser usado para fabricar explosivos.

Su madre, Jaoula, profesora universitaria, lo visita una vez por semana al norte de Israel; está desesperada porque su caso no progresa y porque sus condiciones de su detención pueden arruinar su vida para siempre: “Hace mucho frío, no tienen comida, no tienen mantas para dormir, no hay colchones, la prisión es terrible. Ha perdido mucho peso, tiene el rostro muy amarrillo, vi que en el cuello tiene marcas como si alguien le hubiera intentado estrangular. Puedo verlo unos 30 minutos a través de un cristal, con un teléfono. Paso 25 llorando”.

Desde principios de octubre, más de 170 palestinos, la mayoría de ellos, según Israel, agresores, y una treintena de israelíes han muerto en esta ola de violencia.

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