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Egipto - caída de Morsi

"Los egipcios están desilusionados"

Tras la movilización que provocó la caída del presidente islamista Mohamed Morsi en julio 2013, las esperanzas democráticas tardan en concretarse en Egipto, mientras el régimen endurece la represión en un contexto económico donde el 40% de los 90 millones de egipcios vive con menos de un dólar diario.

Hace tres años caía Mohamed Morsi, generando protestas y enfrentamientos en el Cairo
Hace tres años caía Mohamed Morsi, generando protestas y enfrentamientos en el Cairo REUTERS/Louafi Larbi
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TRES PREGUNTAS A

Haizam Amirah Fernandez, Investigador principal del mediterráneo y el mundo árabe en el Real Instituto Elcano de Madrid.

¿Cuál sería el balance, cuando se cumplen tres años de la caída de Mohamed Morsi? ¿Hay desencanto entre los egipcios ?

Egipto se halla inmerso en un círculo vicioso, donde cada dirigente que accede al poder creer tener la legitimidad para imponer su política al conjunto de la sociedad y el resto de las fuerzas políticas. Esta transición errática viene desde la caída del presidente Mubarak en febrero 2011: tres presidentes y tres constituciones en cinco años, sin contar un sinfín de convocatorias electorales y referendos. El resultado es que hoy, Egipto tiene un régimen altamente autoritario que recurre a métodos represivos. Encabezado por un ex general de las fuerzas armadas -el actual presidente  Abdel  Fatah al Sisi- que prometía ser el salvador de la patria, aportando orden, seguridad, paz y la prosperidad económica. Fue uno de los principales motivos que generaron la revuelta contra Mubarak en 2011, pero nos encontramos en una situación de inestabilidad con atentados terroristas y ataques contra las fuerzas de seguridad. Sumado a una importante caída de los ingresos del turismo, que impactan la inversión extranjera y una polarización social en momentos en que ha habido una ruptura total con el islam político los hermanos musulmanes que llegaron al poder por la vía democrática. Si bien es cierto que durante un año en el cargo el presidente Morsi mostró incompetencia en el ejercicio del poder, el golpe del 3 de julio de 2013 lo que hizo fue descarrilar un proceso de transición y ahora nos encontramos en un camino muy difícil para Egipto.

Amirah Fernandez
Amirah Fernandez

El presidente evoca la prioridad de hacer vivir a los 90 millones de egipcios como argumento para justificar el difícil camino a la democracia. ¿Hay mejoras en la materia ?

Ni mucho menos, las dificultades económicas de Egipto ya eran gigantescas, se trata de una población donde más del 40% de la población vive con menos de 2 dólares diarios y es imposible afirmar que el país se encamina hacia una transición democrática. Egipto vive hoy un nivel de autoritarismo muy superior al que existía con el depuesto presidente Mubarak, hay mano dura y se está cerrando cualquier espacio de libertad política, incluidos los medios de comunicación e internet, a quienes se permiten cuestionar la forma de gobernar el país; han habido desapariciones. Esto ha creado un clima de desencanto entre los que esperaban que Al Sisi se convirtiera en el salvador de la patria, aportando estabilidad y sobre todo, prosperidad económica.  La actividad económica es un tema central, que hayan ingresos y creación de empleo que permita salir de la pobreza que se extiende por el país. Por desgracia los datos macroeconómicos no solo son muy alarmantes sino que tampoco hay visos de que vayan a mejorar. Hay una dependencia descomunal de las ayudas que proporcionan los países petroleros de la península arábica, es lo que mantiene a flote la economía egipcia evitando la suspensión de pagos. Se habla de que han recibido, en estos últimos tres años despues del golpe, 40 mil millones de dólares de países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Kuwait. La economía egipcia se haya colapsada y mantener esto como la principal fuente de ingresos, cabe preguntarse si es sostenible o sería necesario plantear reformas de gran calado, sobre todo en ausencia de ingresos de fuentes tradicionales como el turismo o la inversión extranjera; que como no están llegando complican aún más el panorama. Porque era precisamente la situación de la cual los egipcios aspiraban salir con la revuelta de 2011 y con la deposición del presidente Mursi en 2013.

¿Es posible avizorar alguna salida ?

Es un círculo vicioso, y no se ve una salida fácil ni siquiera pacífica, porque las expectativas que se crearon en 2011 como en 2013, de que el país encontraría un futuro más próspero y estable no se están cumpliendo. El actual régimen, ya de por si autoritario, se le cuestiona cada vez más y el régimen responde endureciendo la represión. No se sabe cuánto puede durar eso. Los egipcios ya han comprobado que en los últimos cinco años, mediante movilizaciones, han podido derribar a dos presidentes y regímenes. Nada impide que puede volver ocurrir en un lapso de tiempo que ignoramos, y el contexto regional no ayuda, con países vecinos como Libia o Siria que no está tan lejos y un Oriente Próximo en ebullición; todo eso hace pensar que el futuro del Egipto está cargado de incertidumbres.
 

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