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Enfoque Internacional

Las batallas de Afrin e Idlib: enroque en Siria

Primera modificación:

Dos frentes de batalla definen las negociaciones de paz previstas para fin de mes en Sotchi: la operación militar de Turquía lanzada contra los kurdos de Afrin y la ofensiva de las tropas de Damasco en Idlib. El gobierno de Bashar al Assad se refuerza mientras que la oposición se fragmenta aún más a pocos días de la mega conferencia por la Paz en Siria, organizada en la estación balnearia rusa, bajo la égida de Moscú, Teherán y Ankara.

Soldados turcos en la frontera con Siria, el 24 de enero de 2018.
Soldados turcos en la frontera con Siria, el 24 de enero de 2018. REUTERS/Umit Bektas
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En el ajedrez de la guerra siria ha habido enroque. Hace un mes, las tropas gubernamentales -el rey- se movieron hacia Idlib, el único bastión que queda en poder de grupos rebeldes de diversa índole: desde el Ejército Libre Sirio (FSD), primera rebelión contra Al Assad, hasta los islamistas radicales del Frente Al-Nusra, antigua rama de Al Caida. Para continuar con el movimento ajedrecístico, el pasado fin de semana, el ejército turco -la torre- saltó al escaque del otro lado de la frontera, en la región kurda de Afrin. La jugada militar en los dos territorios limítrofes fortalece políticamente tanto a Bashar al Assad como a Recep Tayyip Erdogan.

Para el presidente sirio, la recuperación de posiciones importantes en Idlib -aunque con un gran costo humanitario para la población civil- significa robustecer su imagen de cara al mega Congreso por la Paz en Siria (1.600 invitados) que tendrá  lugar en la ciudad rusa de Sotchi el 30 de enero; más aún con el estancamiento de la nueva ronda de negociaciones organizada este jueves y viernes en Viena por la ONU.

Para el mandatario turco, cuyas tropas dicen haber matado en cinco días de ofensiva a más de 260 milicianos kurdos de Afrin, la operación "ramo de olivo", igualmente cuestionada por la violencia contra los civiles,  sirve para afianzar su imagen de hombre fuerte. 

A estas dos batallas subyace la enfrentada influencia de Washington y Moscú en la guerra de Siria. Tanto el aval de Rusia como el silencio de Estados Unidos han sido la clave de la operación aérea y terrestre lanzada por Erdogan en territorio sirio. Es cierto que se trata de una bomba de tiempo que pudo haber estallado antes pues para nadie es un secreto el deseo del líder turco de arremeter contra las Milicias del Pueblo Kurdo, YPG, a las que  considera “terroristas” debido al vínculo que tienen con el PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán, la “bestia negra” de Erdogan. Pero no es menos cierto que el detonador de esta bomba fue el reciente anuncio de Estados Unidos de querer formar en esta zona fronteriza una fuerza de seguridad compuesta por unos 30 mil hombres armados, en su mayoría milicianos kurdos.

La iniciativa ulceró visceralmente al presidente Erdogan quien ante la posibilidad de ver a sus enemigos existenciales enrolados en las filas de esta futura fuerza estadounidense denunció públicamente la intención de Washington de constituir un “ejercito terrorista”. El mandatario turco amenazó a su socio en la OTAN con “las consecuencias lamentables que esta decisión puede entrañar” y agregó que Turquía iba a continuar sus operaciones “mientras exista un solo terrorista en su frontera”.

Moscú y Teherán hicieron pronto eco a la reacción virulenta de Ankara. El jefe de la diplomacia rusa,  Sergueï Lavrov, estimó que la acción de Estados Unidos podría conducir a una partición de facto de Siria: “lo que significa, en el fondo, la secesión de una gran parte del territorio (sirio) a lo largo de la frontera con Turquía e Irak”. El canciller ruso advirtió que dicha zona pasaría a manos de grupos dirigidos por Estados Unidos.

Así las cosas, la operación “ramo de olivo” en Afrin nace tanto del rechazo de Turquía a que los feudos kurdos se conviertan en santuarios como de la desaprobación de Rusia e Irán a que, tras la derrota del Estado Islámico y una eventual transición de gobierno de Bashar al Assad, una zona del país quede bajo control de Estados Unidos

En este entramado de alianzas y rupturas, el papel del Ejército Libre Sirio, FSD, ha sido determinante para debilitar a la oposición al régimen. El hecho de que unos 25 mil  rebeldes de esta agrupación desertaran de los campos de batalla en Idlib para sumarse al ataque contra los kurdos de Afrin le ha costado el reproche del resto de grupos opositores armados quienes acusan al FSD de haber convertido a sus hombres en mercenarios al servicio de Turquía. Y de la población de Idlib que fustiga a estos rebeldes el haberla traicionado y abandonado a merced de agrupaciones terroristas y de las tropas gubernamentales.

Según algunas fuentes, Turquía y Siria habrían suscrito un acuerdo en el que Damasco le permite a Ankara operar militarmente  en su territorio a cambio de que esta enrole en su ejército a rebeldes de Idlib y los lleve a l región de Afrin para combatir a los kurdos y así despeje el terreno al ejército sirio en el único bastión rebelde que le queda por recuperar.

Hay que agregar que en esta jugada se violó una de las reglas del enroque: el rey si está en jaque.

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