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Enfoque Internacional

Irán: sanciones y devaluación son fatales para los inmigrantes afganos

Primera modificación:

Más de tres millones de afganos viven en Irán. La mitad de ellos son migrantes económicos que cruzaron la frontera ilegalmente en busca de un trabajo. Pero las sanciones y la fuerte devaluación de la moneda están empujando a muchos a dejar el país.

El rial iraní ha perdido en el último año aproximadamente un 80% de su valor con respecto al dólar.
El rial iraní ha perdido en el último año aproximadamente un 80% de su valor con respecto al dólar. REUTERS/Khalid Al-Mousily
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Los afganos que viven en Irán son en su mayoría hombres jóvenes, que trabajan en la construcción o en el campo, viviendo en condiciones mínimas de vida. A pesar de estas dificultades, cientos de miles de ellos llegaban cada año a Irán hasta hace poco, en busca de un trabajo.

Sin embargo, esta situación ha cambiado a raíz de los problemas económicos del país y de la fuerte devaluación de la moneda persa, lo que está empujando a muchos a rehacer sus maletas y volver a Afganistán.

Mojib vive en un pequeño caserío en las laderas del monte Davamand, a dos horas de camino desde Teherán, la capital de Irán. En esta área conocida como Larijan, se levantan decenas de casas de recreo que en su mayoría fueron construidas por jóvenes afganos que como él, cruzaron ilegalmente a Irán con el objetivo de encontrar trabajo y enviar dinero a su familia en Afganistán.

Mojib, como otros miles de afganos que han abandonado el país en los últimos meses, piensa irse en los próximos días: “Si Dios quiere, estaré allí pronto porque este lugar está arruinado, no importa cuánto trabaje, estar aquí no tiene ningún sentido para mí”, cuenta.

A pesar de que tiene un trabajo estable en una casa, lo que se gana no es suficiente para suplir las necesidades de su familia en Afganistán, que incluye sus padres, su mujer y dos hijos pequeños. “Ahora me gano entre un millón y un millón y medio de riales. Antes con un millón podía obtener 20.000 afganis. Ahora equivalen a entre cuatro y cinco mil afganis. Antes todo era mejor porque podía cubrir mis gastos, pero ahora no es nada”, prosigue.

El rial, la moneda local, ha perdido en el último año aproximadamente un 80% de su valor con respecto al dólar. Si bien en los últimos días ha vuelto a ganar valor, el cambio todavía no es suficiente para jóvenes como Mojib que están en lo más bajo de la pirámide social en Irán: “Desde Urdugoz, todos los días salen entre 70 y 80 buses que los llevan hasta Sange Sefid, o piedra blanca, y desde allí a Herat, en Afganistán”, comenta Mojib.

El lugar al que Mojib se refiere es como un parqueadero en el extremo sur de Teherán, donde en los últimos meses llegan al menos mil afganos diariamente para buscar un sello que les permita dejar el país legalmente. La vigilancia es extrema y el acceso a los permisos casi imposible.

Varios cientos de hombres, y muy pocas mujeres, llegan con maletas o bolsas de plástico a la espera de ser repatriados. Una tendencia que confirma la señora Fatemeh Ashrafi, directora de la ONG Hami: “La mayoría de los que se están yendo son hombres solteros que vinieron a Irán a buscar trabajo y ahorrar dinero, pero que por la situación económica a la que nos enfrentamos, prefieren regresar a su país. El segundo grupo es el que vino a Irán con la ilusión de ir a Europa. Generalmente están por seis meses o un año para ahorrar dinero y luego seguir”.

Para el segundo grupo, la mala situación económica en Irán, las restricciones estrictas que tiene Europa para aceptar a refugiados, y las limitaciones de los turcos en cuanto al paso de emigrantes hacen que muchos decidan regresar. “Si miramos entre el 2014 y 2016, la mayoría de los que dejaron Irán fueron familias, y tenían residencia y papeles oficiales. La razón por la que se fueron a Europa fue buscar una mejor vida”, explica Fatemeh Ashrafi.

Se calcula que en Irán hay entre un millón y un millón de afganos que residen sin ninguna identificación legal, la mayoría con un perfil como Mojib, que se suman a un número igual de afganos refugiados o que están registrados oficialmente en el país.

Frente al consulado afgano en Teherán cientos de personas, especialmente jóvenes, hacen fila para poder reclamar su nuevo pasaporte. Hassan es uno de ellos: “Si uno no tiene documentos, la policía molesta muchísimo. Te pueden pegar, te pueden insultar, perseguir. Por eso muchos jóvenes, como yo, prefieren ir a Europa. Allí tendrán muchas más facilidades. Por ejemplo, aquí un afgano tiene muchas dificultades para obtener una licencia de conducir”, comenta el estudiante.

Bahlan es uno de los tantos afganos que siente las consecuencias de la crisis económica. Por años su negocio ha sido ayudar a los migrantes afganos a enviar dinero a casa a través de un sistema que localmente se conoce como Zaraf, basado en la confianza entre las partes. “Ellos nos llaman diciendo que nos envían cierta cantidad de dinero a nuestra cuenta; nosotros escribimos el nombre de quien lo envía y quien lo recibe, y les damos un número con el que pueden reclamar el dinero allá”, explica.

El número de personas que utilizaban sus servicios se ha reducido por tres en los últimos años, especialmente desde que los jóvenes trabajadores ilegales empezaron a dejar el país. Ahora viaja a Turquía con su familia: “No muchas familias van a Afganistán, la mayoría van a Turquía. Muchas se han ido hacía allí. La gente siempre encuentra algo que hacer allí, es un país grande”, considera Bahlan.

Sin embargo allí también, la lira turca se devalúa.

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