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Francia hoy

Cannabis: Francia quiere dar multa por cárcel

Primera modificación:

700 mil franceses fuman marihuana a diario. Cinco millones lo hicieron alguna vez durante el 2017. Francia es el país con el nivel más alto de consumidores de cannabis en la Unión Europea y la política más represiva al respecto. Fumar marihuana es un delito castigado con un año de prisión. El gobierno quiere ahora que el delincuente pague multas en lugar de ser encarcelado.

Fumar marihuana en Francia es una práctica muy tolerada, pero la política para su consumo es de las más represivas de Europa.
Fumar marihuana en Francia es una práctica muy tolerada, pero la política para su consumo es de las más represivas de Europa. Flickr CC / Rachael Bender
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El gobierno de Francia no da marcha atrás en su política de penalización al consumo de marihuana. La justicia y la policía tampoco. Y es bajo esta perspectiva que la Asamblea discute por estos días un proyecto que remplaza la pena de prisión actual por una multa de 150 y 200 euros para el fumador  de marihuana sorprendido in fraganti. Es decir que, de ser aprobada esta reforma, el consumo de cannabis seguirá siendo un delito y el fumador un delincuente.  

Un delincuente que solo pagará una multa por su delito y, en caso de que tenga un pasado judicial, estará sometido a  otras  cargas penales, incluída la cárcel. Tal y como establece la legislación actual, el fumador público de marihuana debe pagar un año de cárcel y 3750 euros de multa. Sin embargo, los detenidos salen en cosa de horas de la comisaría mientras los casos se apilan en los despachos sin que la justicia les de curso.

La razón es simple: en Francia fumar marihuana es una actividad muy extendida y aceptada socialmente y, aunque es castigada severamente por la ley, ni los policías pueden  capturar a todo el que encuentran practicándola en las calles, ni los jueces pueden meter a medio país en la cárcel. Las cifras hablan por sí solas: 3000 sentencias dictadas para 140 mil personas detenidas el año pasado por fumar marihuana.   

 

Aplausos de la policía, Reticencia de los magistrados

Fue justamente pensando en aliviar la carga de la policía y descongestionar la justicia que el partido de gobierno ha presentado el proyecto de las multas arrancando los aplausos de los agentes que patrullan las calles. El sindicato que los agrupa “Alternative Police” reivindica, incluso,  haber solicitado la medida.

“Nuestros colegas son los primeros en quejarse que por un simple “porro” o un poquito de marihuana, deban poner en marcha un procedimiento fastidioso. Ellos no quieren que el consumo de cannabis sea una infracción delictiva que se paga con cárcel porque es una pérdida de tiempo para un resultado nulo” asegura el Secretario general de Alternative Police, Jacob Demi.

Partidarios también de la despenalización –como el gremio policial- los magistrados recibieron, sin, embargo, con menos entusiasmo el proyecto. El Secretario de la Unión Nacional de Magistrados, Jacky Coulon, critica el sistematismo de esta propuesta; “No es imponiendo multas a cada consumidor de estupefacientes que vamos a luchar contra la drogadicción” afirma abogando por medios y estructuras sanitarias y sociales. Medios y estructuras que no existen suficientemente ni en el sector salud ni en el sistema de justicia, reconoce el magistrado.   

 

Orden público o salud pública?

Multas. Tratamiento médico y psicológico obligatorio. O excepcionalmente la prisión. Esas son las tres penas que impone Francia a los fumadores de cannabis y que evidencian que dicha práctica es abordada simultáneamente como asunto de orden público y de salud pública. Una esquizofrenia a la que se enfrentan los trabajadores de la salud que tratan toxicómanos.

”El principal problema es el doble discurso de la sociedad francesa” dice la psicóloga Mariana Otero, Y continúa: “por un lado, el consumo de marihuana está completamente tolerado, hay un altísimo número de fumadores y no necesariamente causa de problemas para todos. Del otro lado, esa normalidad social es considerada anormal por la justicia y muchos jóvenes se encuentran en el lugar del delincuente por algo que ellos no ven como un delito. Eso les genera un sentimiento de injusticia muy grande”, concluye, en prevención y ayuda a adictos en Estrasburgo, al este de Francia.

 

El color de la piel, cuestión clave

La  mayoría de los jóvenes a los que hace referencia Mariana Otero provienen de barrios populares y sectores marginales donde son más corrientes las requisas de la policía en espacios públicos      

Por esa razón, el filósofo e investigador del Centro Nacional de Investigaciones, CNRS, Alessandro Stella teme que la medida de remplazar la cárcel por multas pueda ser aun peor que la ley actual. “Son los policías los que actuarán como jueces, ellos decidirán si imponen la multa o no. Eso puede dar lugar a abusos de su parte pues es bien sabido que la policía ataca de manera racista a árabes y negros de los barrios populares”.  

Es cierto que muy rara vez, la policía interroga en Francia a la gente que sale de los bares para fumar cigarrillos o marihuana en la acera. Tampoco a los muchachos que consumen cannabis en las calles de los barrios de la clase media o burgueses. Esta es una población invisible para la que fumar marihuana no ocasiona ningún problema.

17 millones de personas entre 11 y 64 años, declararon haber fumado marihuana al menos una vez en su vida, según una encuesta realizada en 2016 por el Observatorio francés de Drogas y   Toxicomanías. Sin embargo y  pese a lo extendido de esta práctica, el consumo de marihuana está identificado a la enfermedad y a la delincuencia. Una identificación que sirve de excusa para aplicar una de las políticas más represivas de Europa en cuanto al consumo de marihuana. No obstante, la tolerancia se impone.

 

 

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