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ENTREVISTA

¿Quieren realmente las mujeres romper el techo de vidrio?

Para combatir la desigualdad de género, las leyes pueden ser útiles, pero no bastan, explica Cecilia García Peñaloza, economista, directora de investigación del CNRS, profesora de la Universidad de Aix Marsella y experta en disparidad laboral. Una política destinada a la primera infancia y romper las barreras psicológicas son también necesarias, explica esta especialista. Queda por ver si las mujeres realmente están dispuestas a pagar el precio.

Cecilia Garcia Peñaloza
Cecilia Garcia Peñaloza © CNRS
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Desde hace décadas se viene denunciando las disparidades existentes entre hombres y mujeres en el mundo laboral. ¿Ha habido progresos en la materia?
 

Creo que en la actualidad en Europa se ha logrado romper con las barreras legales que existían para las mujeres, pero nos queda aún romper con las barreras psicológicas. Aquellas que se deben a los factores que determinan la identidad de hombres y mujeres y que van a afectar las decisiones que las mujeres toman respecto al tipo de estudios, a las carreras que eligen, a sus períodos fuera del mercado laboral. Y todo esto, desde el punto de la política pública, es mucho más complicado, porque no basta con hacer nuevas leyes antidiscriminación, hay que conseguir cambiar las normas sociales y las percepciones que los individuos tienen de sí mismos.
En este sentido, por ejemplo una política destinada a la primera infancia sumada a una serie de disposiciones legales. ¿No son suficientes?
Hoy en día tenemos suficientes pruebas de que una política que se ocupa de la primera infancia es fundamental para que las mujeres ingresen en el mercado del trabajo, Francia es un ejemplo de ello,igualmente los países escandinavos. Sin embargo pongo énfasis en el hecho de que estas políticas no son suficientes, Suecia es un país donde, desde hace años hay una política de ayuda familiar con servicios públicos para la primera infancia, sin embargo hay una dicotomía muy importante, es un país donde las mujeres participan mucho como fuerza laboral, pero donde al mismo tiempo existe una enorme diferencia salarial entre hombres y mujeres, sumada a una presencia relativamente baja de mujeres en puestos de responsabilidad.
 

Sobre este punto se habla de un llamado “techo de vidrio", que impide a las mujeres acceder a puestos de responsabilidad...
 

Sí, efectivamente continúa existiendo, pero la pregunta importante es de donde viene este techo. Hay barreras que impiden a las mujeres subir de puesto o las propias mujeres deciden no perseguir los más remunerados o de mayor prestigio. Haciendo un resumen de la experiencia empírica de la que disponemos, hay factores que juegan en ambos sentidos. En ciertos ambientes, todavía hay dificultades para afectar a las mujeres a cierto tipo de puestos, pero uno de los problemas principales s si las mujeres quieren o no quieren este tipo de puestos. Hay un estudio reciente sobre los graduados de la Harvard Business School, hombres y mujeres al más alto nivel de calificación en Estados Unidos, donde se preguntaba cuáles eran sus probabilidades de ocupar puestos de responsabilidad en el sector público y privado. Las mujeres no evaluaban sus posibilidades de éxito de manera distinta que los hombres, todos estimaban la misma probabilidad de promoción. Sin embargo las mujeres cuando describían los puestos hablaban de beneficios, pero también de costes. Los hombres percibían esos puestos como prestigiosos y mejorar remunerados, pero las mujeres añadían a esa descripción el hecho de que eran puestos donde existía mucha presión, difícil de combinar con la vida familiar y fuente de conflictos. Viendo estos resultados, podemos preguntarnos si las mujeres quieren romper ese techo de vidrio; o si por una serie de razones personales, para ellas, no merece la pena enfrentarse a estas barreras.
 

¿Qué efectos ha tenido la crisis sobre estas disparidades?

Precisamente estoy trabajando sobre este tema. En Europa vemos que la diferencia de los salarios entre hombres y mujeres se ha reducido durante la crisis, sobre todo en los países más afectados de la periferia, como España, Portugal, Grecia Italia e incluso Irlanda. Donde muchos hombres menos calificados han perdido sus puestos de trabajo. Las consecuencias de esto, a mediano plazo, no las conocemos aún, pero tengo la esperanza de que estos años de crisis nos ayuden a destruir ciertas normas sociales. En Estados Unidos está documentado en una serie de artículos, que las mujeres que ganan más que sus maridos tienden a no aceptar promociones para que el marido siga siendo la principal fuente de ingresos de la familia. La crisis europea ha cambiado esto, nos encontramos con un número importante de hogares en los que el sueldo principal es el sueldo de la mujer porque los hombres están en paro. Espero que una vez que salgamos de esta crisis, este tipo de experiencia ayuda a cambiar las actitudes que impiden a la mujer empujar sus posibilidades laborales al máximo por un deseo de conformarse a ciertas normas sociales.
 

¿Algún mensaje en esta jornada particular?
 

Quisiera enviar un mensaje a las mujeres jóvenes que entran en el mundo laboral. Hoy, el mundo laboral es duro y competitivo para todos, pero creo que la primera batalla hay que ganarla con uno mismo. Hay que luchar contra los prejuicios que tenemos dentro de nosotras, contra los impulsos que nos llevan a ser menos competitivas que los hombres, que nos empujan a presentar de forma más discreta los éxitos profesionales. La competición es una parte importante del éxito profesional, y hay que saber valorizarse sí misma para que los demás también lo hagan. Creo que es algo que muchas mujeres no hacemos lo suficiente
 

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