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Vida en el Planeta

Infancia: el fútbol al servicio de la integración

Primera modificación:

World Vision ha construido canchas de fútbol en campos de refugiados para fomentar este deporte. Según esta ONG humanitaria, su práctica ayuda a mejorar la salud física y mental de los refugiados y a enfrentar esa dramática e inestable situación en la que muchos permanecen durante años. También ayuda a formar vínculos que, según World Vision, son esenciales para dar a los niños un sentido de pertenencia.

Obada y Yusef en el campo de refugiados de Zaatari en Jordania.
Obada y Yusef en el campo de refugiados de Zaatari en Jordania. ®WorlVision
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Los Espacios Seguros para Niños son espacios diseñados para proteger y preservar el bienestar de los niños en situaciones difíciles, en las que tienen que hacer frente a riesgos de todo tipo: conflictos, desastres naturales o situaciones potencialmente de explotación.

En los Espacios Seguros para Niños se les proporciona un lugar seguro para jugar y expresarse. La ONG World Vision ha construido canchas de fútbol en campos de refugiados para fomentar este deporte porque su práctica ayuda a mejorar su salud física y mental y por tanto a enfrentarse mejor a su situación como desplazados o refugiados. También ayuda a formar vínculos, que son esenciales para dar a los niños un sentido de pertenencia.

De esta forma pueden huir por unas horas de la realidad a la que se ven sometidos en los campamentos de refugiados, como ocurre en el campo de Zaatari en Jordania, e incluso, desafiar las normas de género, como está sucediendo en Sudán del Sur con un club femenino de fútbol.

Celebrar un gol es una victoria para el empoderamiento de las mujeres en Sudán del Sur.

Para las niñas de este país la adolescencia a menudo se pierde pasando de la niñez a la vida de una mujer adulta. Sudán del Sur tiene una de las tasas más bajas de inscripción de niñas en la escuela secundaria, y solo el 8% puede terminar su educación. Más de la mitad de todas las niñas se casarán antes de los 18 años.

Dina es miembro de un equipo de fútbol femenino, apoyado por World Vision, que está rompiendo los estereotipos de género. Acaba de anotar un gol, el primero del partido, y hay mucho que celebrar pues no se trata de un simple gol, es una victoria para el empoderamiento de las mujeres en Sudán del Sur.

Dina no tiene que mirar más que a su propia madre para entender el por qué de esta alegría. Magline tenía solo 13 años cuando la obligaron a casarse: Sus padres murieron cuando ella tenía cuatro años y fue dejada al cuidado de parientes; en su tercera menstruación decidieron que era momento de casarla. "No me permitieron escapar. Me sentí muy triste en ese momento. Solo años después, cuando mi marido se fue y nos abandonó, volví a ser feliz", dice Magline.

Magline y su esposo tuvieron cinco hijos, tres niñas y dos niños. "Decidí que mis hijos irían a la escuela. No quiero que sean como yo; me siento como si estuviese ciega, sin poder leer ni escribir", agrega Magline. La opción de no buscar el matrimonio aún parece un espejismo que pocos se atreven a mencionar.

En el equipo de fútbol, las chicas muestran a su comunidad y a sí mismas que son poderosas. Es esta confianza por parte de las niñas y adolescentes el primer paso que se requiere para enfrentarse a la continua discriminación de género, y para creer que el cambio es posible.

Pero a través del equipo de fútbol las niñas aprenden muchas cosas más. Estos espacios se aprovechan para hablar con ellas sobre cómo identificar, informar y responder al abuso o las amenazas de matrimonio precoz. El equipo también crea un sentido de conexión y permite el aliento entre pares. Las chicas se reúnen para apoyarse unas a otras, dentro y fuera del campo. Dina, y sus compañeras de equipo, continúan estudiando, gracias en gran parte al apoyo de sus padres y al compromiso de World Vision para ayudar a las niñas a comprender su valor y la importancia de la educación para su futuro.

"Siento que el fútbol me ha hecho más fuerte y más feliz” afirma Dina.

Huir por unas horas de la realidad en el campo de Zaatari (Jordania)

El campo de fútbol de Zaatari es un espacio en el que los niños y jóvenes sirios refugiados recuperan parte de su salud física y mental y forman nuevos vínculos, que son esenciales para darles un sentido de pertenencia.

El Campo de Zaatari es un área de tierra, que abarca más de 5 km cuadrados y alberga a 80.000 personas. Obada tiene 15 años y lleva 5 viviendo en el campamento, una tercera parte de su vida, por lo que le resulta difícil recordar cómo era su día a día en su país de origen, Siria.

Lo peor de la vida en el campamento de refugiados, según Obada, es cuando el campo de fútbol está cerrado y esto ocurre cuando llueve, cuando la tierra se convierte en barro. "El fútbol es divertido. Me emociona", dice. También es el deporte que le permitió hacer amigos en el campamento, como Yousef, de 16 años. "Nos hemos hecho como hermanos", dice Obada.

Yousef, que también lleva cinco años viviendo en Zaatari y tiene pocos recuerdos de su vida en Siria, se siente de la misma manera. Vivir en una comunidad rodeado de alambre de púas es todo lo que tienen. Pero en ese perímetro vallado se encuentra un campo de fútbol que les traslada a otra realidad. "Espero que Siria llegue a la copa del mundo en cuatro años", dice Obada. "Casi lo logramos este año".

Fuente: comunicado de World Vision

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